lunes, 30 de junio de 2008

Entrevista a CARLOS CALDERÓN FAJARDO


La crudeza del invierno lo sorprende guarecido en su casa ubicada en la Urbanización La Aurora, en Miraflores. Sin embargo, la mayor parte del año el escritor Carlos Calderón Fajardo reside en Punta Negra. Y es precisamente allí, bajo el suave rumor de las olas, que ha dado forma a un libro de relatos ambientados en diversas playas de nuestro litoral. La colección Underwood acaba de publicar Playas, pequeño libro que recoge, a manera de adelanto, dos de esos cuentos.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de VÍCTOR VÁSQUEZ

Los cuentos publicados por Underwood son un adelanto de un libro completo que tiene como escenarios diversas playas…
Claro, los veinte cuentos son de diferentes playas de Lima y algunas de otras partes de la costa del Perú.

¿Cómo se da tu relación con el mar?
Bueno, yo he nacido en Juliaca, Puno; soy un escritor andino (risas). Pero me trajeron de muy pequeño a la costa, al norte, a Piura; y luego he vivido parte de mi infancia en Barranco. Es decir, he sido desde muy niño una persona muy vinculada al mar, al desierto. Por eso gran parte de mi narrativa transcurre en ese escenario geográfico.

Tú resides en Punta Negra…
Sí, claro, yo vivo desde hace más de treinta años en Punta Negra. Sólo durante los meses de invierno estoy aquí, en Lima. Entonces, siempre pensé escribir un cuento sobre Punta Negra. Y un día me puse a escribirlo a propósito de una novela de Amos Oz que estaba leyendo y que decía: “Las aguas que cubren el mar”. Entonces me di cuenta que en esa frase estaba concentrada toda mi estética. Es decir, que yo escribo siempre una historia de doble fondo. Una historia en donde pasan una serie de cosas, pero lo más importante es lo que está debajo. Y en este cuento “Punta Negra” de alguna manera se resume casi toda mi estética.

Una vez señalaste que tu literatura la veías como “metáforas de la realidad”…
Exacto. Porque yo pienso que ese es el terreno de la literatura. El terreno de lo visible es el terreno del cine, de la fotografía, de la sociología hermenéutica. Pero la literatura tiene que captar esas zonas a las que dichas disciplinas no llegan. La literatura abre mundos que están escondidos. Por ejemplo, no entenderíamos el mundo sin Kafka; o no entenderíamos el mundo andino sin Arguedas. Eso sí, yo no puedo escribir algo sobre lo que no he vivido; no podría escribir una cosa absolutamente imaginaria. Lo que hago es tomar algo que he vivido y los trasmuto en algo literario que generalmente es una metáfora de lo real.

Otra característica de tu narrativa es la presencia de lo metaliterario.
Sí, siempre está lo metaliterario. Yo soy un escritor que lee mucho. Y para mí la lectura es una vivencia, y una de las vivencias y experiencias más importantes del ser humano. Para mí leer es como vivir, me meto dentro de ese universo y me pierdo allí. Cuando un autor me gusta a veces me leo su obra completa. Por ejemplo, en una época me leí todo Balzac, no leía otra cosa. Y eso es también otra de las características de los cuentos de este nuevo libro: cada uno de ellos dialoga con un narrador distinto que es importante para mí. Por ejemplo, en estos dos cuentos que vienen de adelanto y que han sido publicados por Underwood, el diálogo es con Amos Oz y con Herman Melville.

En el cuento “Punta Negra” hay una reflexión sobre la condición de incomprendido del escritor…
Sí, los escritores generalmente somos incomprendidos por el resto. No somos comprendidos ni como personas ni como escritores. Como personas somos siempre “el idiota de la familia” como le decía Sartre a Flaubert. Siempre en mi casa me criticaron desde muy pequeño, hasta ahora, que dedicara tanto tiempo a estar escribiendo novelas y publicando libros que nadie compraba y nadie leía, en lugar de ganar dinero. Pero desgraciadamente así nací, lleno de fantasías en la cabeza, lleno de historias en la cabeza que clamaban por salir. Y si no escribía no iba a ser feliz. Después de Dios, es la literatura la que le da sentido a mi vida.

MAS DATOS
Dentro de unos meses se publicará en Buenos Aires, bajo el sello Interzona, una reedición de la novela La conciencia del límite último.

viernes, 20 de junio de 2008

TEATRO: No te preocupes, ojos azules


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

La escena parecería, a primera vista, insólita. Cómo imaginar un encuentro entre Frank Sinatra y Kurt Cobain, teniendo en cuenta la enorme diferencia generacional y lo disímil de sus propuestas estéticas. Sin embargo, el dramaturgo mexicano Sergio Zurita le dio carta libre a su imaginación para pergeñar dicho encuentro en No te preocupes, ojos azules, pieza teatral que el reconocido Alberto Isola ha puesto en escena, bajo su dirección, en el teatro de San Isidro.
“Leí la obra de Zurita –me cuenta Isola– en un ómnibus entre el DF y Guanajuato entre varias obras de autores mexicanos nuevos”. En un principio, las cosas no fueron más allá de cierta curiosidad. “No era fanático ni de Sinatra ni de Cobain, aunque te confesaré que ahora, después de montar la obra, lo soy. Pero con sucesivas relecturas, descubrí que Zurita apelaba a estos dos iconos para hablar de un tema muy mexicano y por ende muy latinoamericano: la masculinidad. Los mitos, las carencias, las figuras paternas, la competencia, las mujeres... Y eso me capturó de inmediato. Además, en mi carrera como director, he montado más bien obras con personajes y temáticas femeninas, así que esta me parecía una excelente oportunidad para transitar por otros rumbos”, precisa Isola.

La puesta en escena cuenta con las actuaciones de Fernando de Soria, interpretando a Sinatra, y de Joaquín de Orbegoso, en el papel del grunge Kurt Cobain. A su reconocida faceta actoral, Isola viene añadiendo, desde hace varios años, una sólida trayectoria de director -Ña Catita de Segura y Un matrimonio de Boston de Mamet, por citar sólo dos montajes dirigidos por él, son una muestra ineludible de sus cualidades-.

Puesta en escena
¿Cómo enfrentó la puesta en escena de esta obra? Isola nos da algunas luces: “Mi trabajo como director fue principalmente crear dos personajes creíbles, complejos, que trascendieran la imagen de museo de cera que podían tener (por eso no hemos buscado hacer que se parezcan a los reales). Fue fundamental el casting. Cuando leí la obra, la primera y la única persona en quien pensé para Sinatra fue Fernando de Soria. Por la edad, pero también por la experiencia de cantante y actor. Nunca lo había dirigido y creo que ambos teníamos nuestros temores previos, que se desvanecieron rápidamente. Se entregó completamente y logró una actuación conmovedora y sólida”.

No te preocupes, ojos azules, más allá de los conocidos personajes que recrea, es una obra que, como toda buena obra, busca cuestionarnos y dejar en el espectador una estela de honda reflexión.

MAS DATOS
Teatro de la Municipalidad de San Isidro
(Calle La República 455, El Olivar)
De jueves a domingo (20.00 horas)

La cornisa


COCO
Por MANUEL ERÁUSQUIN

Mirar y tocar el alma del otro: pocos son los que tienen ese don. Un don que no depende de las miles de páginas que se hayan leído o escrito. Tampoco de los diferentes países que podamos haber visitado. Existen cierto tipo de sensibilidades que nacen con uno y determinan nuestra forma de vivir. Jorge Salazar nació con el don de ver y sentir lo que el prójimo sentía. Sus escritos lo comprueban.

Conocerlo en mis tiempos universitarios fue aprender y asumir que la decisión más importante es vivir. Que sobrevivir sería sucumbir a la infecciosa enfermedad de la mediocridad. Que el dolor o nos hace más fuertes o nos encanalla. Que no vencer el miedo sería nuestra condena a pasar nuestra existencia de rodillas.

En su casa, donde preparaba un exquisito arroz con pato y otras bondades de la buena mesa, se apreciaba la conversación inteligente, se defendía el derecho a pensar. Y claro, también a dudar, incluso de él. Sus diversas y épicas experiencias de vida eran demasiado, demasiado para cualquiera.

Confieso que a veces dudaba de sus historias, relatos en los que podía ser bailarín de flamenco en Alemania, cocinero en un barco de guerra israelí, piel roja en alguna película de Hollywood o, tal vez el que más me costó creer, exitoso seductor de bellas mujeres. Su extraño aspecto físico impedía que creyera tales conquistas. Con el paso del tiempo, la verdad se manifestaba y siempre estaba de su lado.

A Jorge Salazar le debo mi camino periodístico. Él abrió algunas puertas para que empezara en este oficio de la mejor manera. Sus llamadas telefónicas a sus amigos más influyentes pavimentaron mi ruta. Lo sabe él, lo saben quienes me conocen y lo saben aquellos que fueron bombardeados por esas llamadas de ferviente generosidad.

Hace más de una semana que falleció; un mal cardiaco lo ha conducido a un nuevo viaje. A mí me quedan los recuerdos: los buenos y también los malos; pero esos no importan, sobre todo cuando la reconciliación limpió heridas y llegó a tiempo. Ahora deseo que su nueva aventura le sea propicia, que se siente en la mesa de los dioses y que todos ellos conozcan la magia de su humanidad: magia pocas veces vista en este mundo.

*Publicado el miércoles 18/06/08 en Correo.

miércoles, 18 de junio de 2008

JORGE SALAZAR: IN MEMORIAM


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de PÁVEL UGAZ

La primera vez que lo vi no sabía quién era. Su imagen desgarbada, su caminar despreocupado y un cigarrillo entre los dedos que parecía ser parte de su propia estructura corporal atraparon mi atención de manera inmediata. Era invierno. Lo recuerdo bien. Él llevaba un abrigo largo, por debajo de las rodillas, que alargaba aún más su delgada figura. El patio de la universidad lucía húmedo, una leve garúa cubría la ciudad y a mí me parecía que aquel tipo, que debía ser profesor de algún curso de periodismo, era diferente al resto de anodinos docentes que nos atosigaban con inocuas peroratas teóricas. Tardé un poco en saber que se trataba de Jorge Salazar, el escritor y periodista que había escrito Poggi: La verdad del caso, un libro que yo había devorado con la febril voracidad de un lector entusiasta varios años atrás.

No llegó a ser mi profesor. El destino, siempre imprevisible, no lo quiso así. Y en lugar de un salón de clases, la sala de su casa en Pueblo Libre –atestada de libros– fue el escenario de sus enseñanzas, enmascaradas en amenas y entrañables charlas. Me fascinaba escucharlo. Allí, envueltos ambos en interminables humaredas de tabaco, con una copa de vino en la mano –cortesía de su siempre hospitalaria despensa–, mientras la tarde caía detrás de las ventanas. Coco, como solían llamarlo sus amigos, llevaba la conversación por territorios diversos: historia, fútbol, gastronomía, literatura, periodismo, mujeres.

Coco era amigo de mi padre y, sin embargo, curiosidades de la vida, casi siempre lo vimos por separado. Así nació mi afecto por él, además de la delectación con la que solía entregarme a la lectura de sus textos, como me sucedió con esa estupenda novela policial La medianoche del japonés, que leí completa, de manera casi ininterrumpida, durante una madrugada de escaso sueño. Recuerdo una vez haberlo visto escribir un artículo, sentado frente a la mesa del comedor, deslizando sus largos y delgados dedos por encima de las teclas de una máquina de escribir mecánica. Y mientras lo observaba en ese mágico ritual de atesorar las palabras, desee escribir tan bien como él.

Coco ya no está. Y como uno es dueño de sus recuerdos, eludo los últimos, aquellos enmarcados por el deterioro. Prefiero evocar su imagen durante aquellos años de mi temprana juventud, en su casa, hablando sin parar mientras iba y venía, siempre activo, con su sonrisa pícara y sus ojos vivaces, mostrándome algún extraño libro o simplemente relatándome algún episodio de la historia de Alianza Lima. Mi club; su club. Esos son los recuerdos que suelen hacer tolerables las ausencias.

*Texto publicado en Correo el jueves 19/06/08.

martes, 10 de junio de 2008

SUMALAVIA y su primera novela


Una grata noticia: el 11 de julio se publicará en España la primera novela de Ricardo Sumalavia, estupendo escritor y gran amigo. Se trata de la novela que resultó finalista del prestigioso Premio Herralde y que lleva por título: Que la tierra te sea leve. La novela saldrá bajo el sello Bruguera. Espero que no demore en distribuirse en Lima. A manera de adelanto, Iván Thays en Moleskine literario ha colocado la carátula de la esperada novela de Ricardo.

El juego del ángel de Carlos Ruiz Zafón


No se trata de un autor destinado a la trascendencia literaria. Y por ello no resulta descabellado pensar que para un lector diligente sus libros resulten indiferentes. Carlos Ruiz Zafón debe saberlo y, lo más probable, debe importarle poco o nada. Su mirada apunta a la gran legión de lectores comunes, aquellos que lo han erigido como un éxito de ventas incuestionable. Lo demostró con La sombra del viento, alcanzando grandes tópicos de ventas que lo sitúan al lado de Dan Brawn o Ken Follet. En El juego del ángel (Planeta, 2008), Ruiz Zafón repite la fórmula –intriga, misterio, esoterismo y una prosa sencilla y ágil– e, incluso, traza puentes con la novela anterior, pues en un determinado momento de la trama, David recalará en la librería de Daniel, el protagonista de La sombra del viento; y aparecerá también el recordado Cementerio de los Libros Olvidados. Una novela que se lee rápido a pesar de sus seiscientas páginas. Allí radica su mayor valor. (CMS).

domingo, 8 de junio de 2008

Entrevista a MIGUEL GUTIÉRREZ


Miguel Gutiérrez ha trazado a lo largo de los años una obra de indudable relieve. Sin embargo, muchos de sus libros resultan inubicables para la incondicional legión de lectores que posee. Por suerte acaba de aparecer, gracias a una feliz iniciativa del grupo Santillana, una reedición de El mundo sin Xóchitl (Punto de lectura, 2008). Y, al mismo tiempo, resulta una inmejorable oportunidad para volver a charlar con él y advertir, en cada frase esbozada, su inconmensurable pasión por la literatura.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de VÍCTOR VÁSQUEZ

El mundo sin Xóchitl es una novela cuyo argumento ya estaba planteado en El viejo saurio se retira
Sí, en esa mi primera novela están todos los elementos de esta historia que tardé cuarenta años en escribirla. Y la inicié por el estímulo de una serie fotográfica que mi amigo Julio Olavaria me mostró. Era una serie fotográfica en homenaje a su hermano que había fallecido. Y allí aparecía una jovencita, prepúber, vestida de negro, descalza, con un paisaje que anuncia una sequía. Entonces recordé esa vieja historia, y a partir de allí la escribí con mucha facilidad.

Fue como una revelación…
Sí, observando las fotos de Olavaria la historia se me presentó, además, ligada con el arte de la ópera. Y comprendí que en la novela El mundo sin Xóchitl la ópera debía cumplir dos funciones principales: debía servir como fondo musical y también ser uno de los modelos constructivos y temáticos de mi ficción. Y como mi cultura operística era precaria leí todos los libros que cayeron en mis manos sobre la forma y la historia de la ópera.

La novela nos presenta la necesidad de recuperación del pasado que tiene el protagonista, Wenceslao, sobre todo para volver a sentir cerca a Xóchitl…
El evoca para reconstruir ese pasado, para recuperar la imagen de Xóchitl. Pero al mismo tiempo, mientras va escribiendo, se da cuenta que ellos pertenecen a un mundo social, a una familia. Entonces, simultáneamente van surgiendo otras historias, secundarias. Por ejemplo, los amores de Don Elías, que es el padre de los chicos, pero a quienes engendró cuando tenía setenta años, con una mujer a quien amó sin ser correspondido.

Un elemento importante en la novela es la casa…
Efectivamente, esa casa aparece en El viejo saurio se retira. Y esa casa existe, pero yo nunca la vi por dentro, entonces tuve que imaginármela y reconstruir su probable arquitectura.

Al igual que en otras novelas, aquí está muy presente el tema de la muerte.
Justamente estaba leyendo un trabajo que se ha hecho para un doctorado sobre La violencia del tiempo. Y hay una observación muy interesante sobre la imagen de la muerte y, sobre todo, del duelo. Yo no era completamente consciente de esta imagen del duelo. Y este muchacho ve que hay imágenes de la muerte, del duelo, del luto, repartidas a lo largo de las 900 páginas de la novela. Entonces, no me sorprende que esté la muerte acá en esta novela. En ésta se trata de una muerte privada, pero en otras novelas la muerte tiene manifestaciones a nivel colectivo.

Otra recurrencia es la presencia de mujeres dominantes, como es el caso de Xóchitl.
Claro, ella es la que domina y Guencho se somete a esa servidumbre de amor. En mis novelas hay todo tipo de mujeres: delicadas, combativas, apasionadas. Está, digamos, el tema de Antígona que se reparte en varias de mis novelas. Tamara Fiol, el personaje de la novela que espero publicar este año, es también una suerte de Antígona. La mujer vengadora, la mujer rebelde. Algo de eso también tiene Xóchitl. Pero son personajes capaces de la ternura, también.

¿A qué se debe eso?
A diferentes razones. Pero también porque me parecía que los personajes femeninos de la narrativa peruana eran escasos. O en todo caso no suficientemente trabajados. En Arguedas, por ejemplo, había dos arquetipos de mujeres: la prostituta y la mujer idealizada. En el caso de Vargas Llosa está la imagen como objeto compartido. En La ciudad de los perros, a Teresa la aman tres personajes. Y la niña mala de su última novela, es un poco como el objeto estético al cual se quiere poseer. Creo que hay en mis novelas toda una galería de personajes femeninos que se ha ido formando a lo largo de los años.

*Entrevista publicada en Correo el domingo 8/06/08.

CALDERÓN FAJARDO por GUICH

Uno de mis autores predilectos, desde que leí los cuentos que conforman el libro El que pestañea muere, es Carlos Calderón Fajardo. Eso fue hace varios años, mucho antes de conocerlo personalmente. A partir de ese momento me convertí en un entusiasta lector de los libros que ha venido publicando. Acaba de aparecer, dentro de la conocida serie Underwood, un libro que bajo el título de Playas recoge dos cuentos inéditos que conformarán el nuevo conjunto de relatos de Calderón Fajardo. Pepe Guich ha señalado en su columna de Correo que se trata de un adelanto “prometedor a todas luces. Da cuenta de un autor en la búsqueda de otros territorios. Y es de presumir que las diosas asentadas bajo la superficie desde eras inmemoriales harán que ese navío llegue a buen puerto y no naufrague calamitosamente. Con lo examinado, parece que los vientos son favorables”. Lean el texto completo. Ya esperar ansiosamente la publicación de ese nuevo libro (además de aquellas dos novelas finalistas en importantes concursos literarios de carácter internacional).

*Fotografía de ADRIÁN PORTUGAL.

lunes, 2 de junio de 2008

ALEJANDRO ROMUALDO in memoriam


Escribe Carlos M. Sotomayor
Fotografía: USMP

Y el silencio se hizo total. Alejandro Romualdo, insigne representante de la celebrada generación del 50 –quien desde hacía largos años había vuelto la mirada hacia adentro, en un exilio voluntario allá en su morada de la calle Ernesto Plascencia, en San Isidro–, falleció en su dormitorio la madrugada de ayer, víctima de un infarto. Sus restos han sido velados en la Casona de San Marcos.

Romualdo –quien en realidad se llamaba Alejandro Valle, hijo del conocido comediante Alex Valle– entregó a las letras peruanas una poesía importante, con grandes picos de calidad lírica. Su primer conjunto de poemas La torre de los alucinados (1949), en el que se aprecia la influencia de Rilke, le hizo merecedor, nada más y nada menos, del entonces codiciado Premio Nacional de Poesía. Romualdo se caracterizó por una incesante búsqueda creativa. La métrica del primer libro, por ejemplo, queda de lado a la hora de encarar su poemario Cámara lenta (1950). El poeta optaría en este libro por la prosa poética. El erotismo cobra protagonismo en El cuerpo que tú iluminas (1950-51) y la presencia de Vallejo se percibe en Mar de fondo (1951-52). Luego de España elemental (1952) y Poesía concreta (1952) llegaría el más arriesgado libro de Romualdo: Edición extraordinaria (1958). En este libro el poeta recurre a un estilo marcadamente prosaico, que bordea el descuido semántico. La crítica de la época resultó demoledora. Cosa curiosa, en ese libro viene su poema más conocido, el emblemático "Canto coral a Túpac Amaru que es la libertad".

Aparecerían luego una serie de libros entre los que figuran Como Dios manda (1967), Cuarto mundo (1970), El movimiento y el sueño (1971) y En la extensión de la palabra (1974). Aquí se produce un largo silencio poético hasta el 2002 en el que aparece Ni pan, ni circo, libro publicado por el INC con motivo del homenaje que le hicieran a todos los miembrios de la generación del 50.

Quienes lo conocieron lo recuerdan, además, como un talentoso caricaturista que firmaba con el apelativo de Xano. Sin embargo, desde hacía varios años su existencia se tornó ermitaña, casi no salía de su casa y entrevistarlo resultaba siendo una empresa imposible. La última presentación pública que tuvo fue el año pasado en la presentación de la revista Martín, en una velada en la que, incluso, leyó algunos poemas suyos al lado de su compañero de generación, el poeta Carlos Germán Belli.

El dato biográfico apunta su nacimiento en Trujillo, en 1926. Y ahora, el mismo dato nos dirá que partió en el 2008, como diría el poeta Quasimodo, “traspasado por un rayo de sol”. Y en seguida anocheció.

OPINIONES

CAMILO FERNÁNDEZ COZMAN
Crítico literario y poeta
"Alejandro Romualdo practicó diversos registros y experimentó con la palabra hasta límites insospechados. Hizo poesía de compromiso político en Edición extraordinaria, asumió el legado del Simbolismo francés en La torre de los alucinados, experimentó en Poesía concreta buscando un arte total. Su deceso nos deja un profundo vacío. Manejaba las metáforas con inusual maestría".

MARCO MARTOS
Poeta
"Alejandro Romualdo Valle es un poeta diferente dentro de la generación del 50. Señalado por la crítica como un escritor que privilegia los textos llamados comprometidos, adscritos a la lucha social, es también uno de losmás exquisitos líridas de nuestra tradición, de un extremado rigor formal,como puede verse en su primer libro La torre de los alucinados o en laúltima de sus producciones entregada a la imprenta, Ni pan ni circo, magnífica desde todo punto de vista, y que aguarda los comentarios quemerece".