martes, 28 de octubre de 2008

Entrevista a JULIE DE TRAZEGNIES


Tras un breve paréntesis -en el que publicó tres libros para niños dedicados a sus hijos-, Julie de Trazegnies retoma su vocación literaria con Maldita sea, su primer libro para adultos en el que plasma sus mayores virtudes narrativas.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de ANA JAU

La primera vez que hablamos estabas por publicar tu primer libro, un cuento para niños; sin embargo, tú siempre has escrito para adultos...
Aquella vez yo estaba por publicar Todo por chocolate. Y te conté que yo venía escribiendo desde antes cuentos para adultos. Y en realidad es lo que siempre he hecho. Lo de los cuentos infantiles fue una casualidad casi del destino y producto de una coyuntura en mi vida. Los publiqué por mis hijos, con mis hijos.Estos cuentos que componen el libro Maldita sea los he empezado a escribir desde antes de publicar los cuentos para niños. Incluso, el cuento que da nombre al libro quedó finalista del Premio Copé.

Los cuentos del libro mantienen una constante temática. ¿Los escribiste pensando en una unidad o ésta fue apareciendo de manera espontánea?
Las dos cosas a la vez. El libro lo he escrito a través de seis años, pero siempre pensando en publicarlos juntos. Y eso le daba una unidad. Pero al mismo tiempo cada historia es independiente, los protagonistas no tienen ninguna relación, aunque comparten algunos algunas características.

Personajes enfrentados a la adversidad...
Claro, personajes enfrentados a la adversidad. Y la manera como ellos manejan esa situación para salir adelante. Y eso se aplica tanto a los personajes masculinos como femeninos. Es tratar los temas humanos fundamentales: la vida, la muerte, la pérdida, el miedo, el destino. Es un poco una exploración de la volatilidad de la existencia, como nada es permanente y como todo es efímero, tanto la felicidad como la tragedia. El momento de felicidad se acaba, y la tragedia también pasa.

A pesar de la adversidad, los personajes no se dejan avasallar...
Los personajes al comienzo aparecen como unos protagonistas quizás débiles, pero van cobrando fuerza a medida que se va dando el relato. Y al final destellan una luz y una fuerza que los saca adelante. Y el libro, a pesar de tratar temas fuertes y vivencias duras, es un libro que no tiene nada de pesimista, es un libro que mira hacia adelante.

Uno de tus personajes -una pintora- señala que el arte la ayudó a mantenerse en pie, a no sucumbir. ¿Compartes esa idea?
Definitivamente. Yo creo que el arte es un medio de expresión por definición. El artista se expresa y se despoja de alguna manera de sus demonios a través de su arte. Y hace sus protestas humanas, de sus vivencias. Creo que todo artista plasma en su arte su experiencia personal. Pero también creo que es importante que se mantenga una distancia de las vivencias y los sentimientos, para a la hora de plasmar su arte y llegar a conmover a un lector no desbordarse en sus propias vivencias.

Algunos cuentos tienen una impronta fantástica...
Sí, especialmente en el cuento "Maldita sea", que es donde más se evidencia el componente fantástico. Y salió espontáneo; de hecho por influencia de algunos autores. Yo creo que hay una característica en mis cuentos que es esa línea divisoria tan estrecha entre el sueño y la conciencia. Ahí juego un poco con la fantasía o con lo fantástico, si quieres.

¿Entre los autores que mencionas que te han influenciado se puede mencionar a Murakami?
Murakami es un autor que me ha influenciado muchísimo en la actualidad. Estoy muy inmersa en su literatura. Y creo que los últimos cuentos que he escrito para este libro han tenido más influencia de él.

*Entrevista publicada en Correo el martes 28/10/08

lunes, 27 de octubre de 2008

A mi madre, en su día


Las fotografías no sólo se tornan imperecederas en el papel fotográfico. Hay fotografías cuyas imágenes quedan impresas, de manera indeleble, en los más entrañables rincones de la memoria, cobijadas por una ternura y un amor inconmensurables. Yo recuerdo muchas. Y en la mayoría, el protagonismo lo ostenta, sin lugar a dudas, mi madre. Fotografías que están allí, incandescentes en la memoria –algunas de ellas ignoro si aún existen físicamente–. En una de ellas, por ejemplo, aparecemos los dos en la sala de la abuela paterna y yo, con siete años a cuestas, llevó en brazos a una de mis hermanas (Fanny, con apenas semanas de vida): uno de los dos más grandes regalos que me han dado mis padres; el otro, por supuesto, es mi otra hermana (Claudia). En otra fotografía que recuerdo, embargado de emociones, es en la que aparece mi madre sentada en una silla chiquita, enana, en realidad, junto a mi pequeña hermana Fanny –calculo con 5 añitos– en el patio del Nido, durante una celebración del día de la madre. En otra imagen, de idéntica carga emotiva para mí, aparece nuevamente mi madre, en una plaza del Centro de Lima que no distingo, tomando de la mano a mi otra hermana, Claudia, también calculo que con 5 añitos, mientras ésta, con la inocencia propia de la niñez, le da de comer a unas palomas que las han rodeado. Así, cada vez que cierro los ojos, abrumado por la vida moderna, acelerada y caótica, y quiero reponer fuerzas hurgando en la memoria aquellos momentos de dicha, ella siempre está allí. Siempre. Y hoy, que es su cumpleaños, quiero expresarle a través de las palabras escritas –que son las que domino más– lo mucho que la quiero. Y es en estos momentos que me gustaría, además de narrador, ser poeta, para trazar un poema de superlativa calidad que le haga justicia. Pero como no me es posible hurto unos versos del genial Oquendo de Amat:

MADRE

Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas

Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante

Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura

A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso

Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos

porque ante ti callan las rosas y la canción.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Balada de la cárcel de Reading, OSCAR WILDE


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Foto-ilustración: IVÁN PALOMINO

Un espíritu libre siempre es incómodo en sociedades conservadoras, aquellas que desprecian a los que piensan distinto. Quizás porque en el fondo les temen. Oscar Wilde, el genial escritor de origen irlandés, perteneció a esta selecta estirpe y debió padecer, en las postrimerías del siglo XIX, la respuesta más dura y desproporcionada de los puritanos e hipócritas de la Inglaterra victoriana. El marqués de Queensberry, padre del joven Lord Alfred Douglas -con quien Wilde mantenía una relación sentimental-, lo demandó, acusándolo de sodomía. El escritor fue detenido y, tras escandalosos juicios, condenado a dos años de trabajos forzados. El encierro ensombreció a aquel ser incandescente; lo colmó de tristeza y soledad. Ya no volvió a ser nunca más el tipo irreverente, aquel que acostumbraba sacar de la galera, en el momento menos pensado, el aforismo irónico e inteligente con el que se burlaba de la mediocridad.

Durante su estadía en la cárcel no sólo escribió aquella dolorosa y extensa epístola al causante de sus infortunios, Lord Alfred Douglas (Bosie, como solía llamarlo), publicada luego como De profundis; también concibió el largo poema que titularía Balada de la cárcel de Reading, inspirándose en un ex miembro de la Guardia Real de Caballería -que fuera ejecutado en 1896 por haber asesinado a su esposa- a quien conoció entre rejas.

Considerada por la crítica como lo más destacado de la lírica wildeana, la Balada de la cárcel de Reading acaba de ser reeditada, en edición bilingüe, dentro de la colección El manantial oculto, que dirige el poeta Ricardo Silva Santisteban y que publica el Rectorado de la PUCP. El libro, que recoge la traducción preparada por el argentino Mariano de Vedia y Mitre, añade un interesante texto de presentación del académico peruano Valentino Gianuzzi (a quien le debemos, entre otras cosas, la preparación de la narrativa completa de José Diez Canseco, aparecida en el 2005).

La poesía de Wilde no ha recibido la misma atención que, por ejemplo, su celebrada obra teatral. Sin embargo, ésta merece ser revisada con atención. Gianuzzi señala que tal vez no sea arriesgado afirmar que es en la poesía de Oscar Wilde donde se han graficado, de manera más evidente, los vaivenes de su pensamiento artístico.

DATO

Balada de la cárcel de Reading se publicó en 1898 bajo el seudónimo de C.3.3., código que indicaba la ubicación de la celda que el escritor ocupó en la cárcel de Reading. Wilde moriría dos años después, en París, ciudad en la que se ocultó bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth.

*Publicado en Correo.

martes, 21 de octubre de 2008

Entrevista a SERGIO GALARZA


Sergio Galarza reside, desde hace buen tiempo, en España. Luego de cuatro libros de cuentos, Sergio publica su primera novela Paseador de perros (Alfaguara, 2008). Acontinuación, la versión completa de la entrevista que apareció el domingo último en Correo.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Foto-ilustración: IVÁN PALOMINO

Tras cuatro libros de cuentos, cambias de formato y optas por la novela. ¿Qué tal la experiencia?
Antes de esta novela ya había escrito otras tres pero ninguna me convenció. Lo que me animó a intentarlo de nuevo fue el segundo premio que conseguí con "El Mapache" en el Copé y la presión que me metía a mí mismo por publicar en España. Al final me reeditaron otro libro y éste espero que salga acá el año que viene, también hay una selección de mis cuentos que debería salir en unos meses. Publicar para mí es importante porque así puedo conseguir trabajos que tengan que ver más con escribir.

La novela parece escrita buscando la la misma contundencia que evidencian tus cuentos.
Me planteé desde un inicio que cada capítulo fuera contundente, que todo sumara concentrando la fuerza de cada párrafo como si fuera un relato. Ahora estoy escribiendo una segunda novela que espero terminar el año que viene. Si tuviera más tiempo para escribir sería genial, aunque siendo sincero creo que todos mis proyectos tardarían lo mismo, porque ese tiempo lo usaría para jugar más al fútbol, viajar por la carretera o ir al cine.

Ya en La soledad de los aviones había un cambio en tu literatura. La violencia de los personajes dio paso a una mirada más reflexiva y contemplativa. Paseador de perros como que consolida esa tendencia. ¿Lo consideras así?
Creo que es un cambio que se veía venir, ya en Matacabros había personajes que preferían ser solo observadores, había algo que les impedía actuar. Lo que se mantiene es la rabia. Escribir es un acto de rebeldía, hay cosas que no me gustan y tengo que denunciarlas. Mi hogar está ahora en Madrid y a través del personaje de la novela critico aquello que odio por más a gusto que me sienta aquí.

En la novela se muestra un lado poco conocido de Madrid.
El Madrid que el Paseador descubre es una ciudad subterránea como todas las ciudades turísticas. Ninguna ciudad tiene un tour a los barrios bajos o a la soledad de sus habitantes. El turista es un viajero artificial y como tal busca el confort, no le interesa conocer la realidad, para eso ya tiene la suya. Mi entrenamiento como paseador de perros ha sido fundamental, yo creo que un escritor debería conocer lo más que pueda sobre el tema que va a escribir, sobre todo si su imaginación no es muy poderosa y la mía no lo es, lo que yo hago siempre es apoyarme en hechos reales para construir ficciones. Para escribir esta novela también fue básica mi experiencia colaborando con Etiqueta Negra, gracias a ellos he aprendido a desarrollar mis ideas y a trabajar con un editor de verdad, de los cuales solo existen un par en España, el mío por ejemplo. Acá los editores no trabajan bajo el estilo norteamericano, y la mayoría de escritores tampoco lo permite, sienten que es un atentado a la libertad.

El protagonista de Paseador de perros tiene una mirada desencantada del mundo.
El Paseador está en una situación límite, ha llegado a un momento de su vida en el cual se da cuenta que no puede tenerlo todo, tiene que elegir y le duele aceptar que la vida es una elección constante. Por eso sus quejas, le jode que haya cosas que escapen a su control. Creo que eso nos pasa a todos. Esta novela es una confesión, no por las situaciones narradas sino por los estados de ánimo entre los que oscila el personaje. El Paseador tiene unos días de mierda pero también hay pasajes de su historia en los cuales se lo pasa genial.

Ambos, tanto tú como tu personaje, comparten esa mirada pesimista...
Reconozco que tengo una visión muy negativa de todo y que se refleja en mis personajes. Pero esta misma actitud es la que me lleva a disfrutar de cada momento al máximo. Si hay que escribir corrijo lo más que puedo, si hay fiesta no vuelvo a casa hasta que amanece y si hay fútbol trato de convencer a mi chica para que vaya a verme. Si vas a hacer algo solo házlo si sabes que pondrás todo de tu parte, sino para qué, qué sentido tiene hacer las cosas a medias.

La música juega un rol importante. Por ejemplo, para evidenciar los momentos más críticos de la relación con Laura Song, el protagonista señala que ya disentían hasta en la música que oían.

La música ha marcado mi vida, tengo suerte de haber crecido con hermanos mayores que escuchaban la música que vale la pena escuchar una y otra vez, aunque por ahí tenemos nuestros pecados musicales. La música define amistades. Vivo en un barrio que es conocido por la música de puta madre que ponen en los bares, lo cual atrae a un gran procentaje de poseros, gente que está más pendiente de la última moda antes que de enterarse sobre quiénes marcaron el camino de sus ídolos juveniles. Por ejemplo, cuando llegué a Madrid creí que todos conocían a Sr. Chinarro, pero pronto supe que solo mis amigos lo escuchaban, la mayoría estaba pegada a radios como Studio 92 o Panamericana. Por cierto, el peor concierto de mi vida fue Lou Reed, nunca he visto tanto desgano, me está costando reconciliarme con su música.

martes, 7 de octubre de 2008

Entrevista a JOSÉ DONAYRE


Pepe Donayre ha publicado Ars brevis (Editora Mesa Redonda, 2008), un conjunto de relatos breves que se complementa con su libro anterior, Horno de reverbero (Mundo Ajeno, 2007). Aquí les dejo la entrevista completa. Una versión editada apareció en Correo el martes 07/10/08.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Foto-ilustración: IVÁN PALOMINO

Horno de reverbero nació del blog homónimo. ¿Ars brevis encontró su orígen en otro blog, verdad?
Así es. Tuvo su origen en el blog «Comienzos para Buldozers». Este fue un proyecto que pretendió dos cosas: enfrentar la página en blanco y reflexionar acerca de cómo empezar un texto. Tenía, por tanto, objetivos lúdicos, didácticos y teóricos. Pero la transformación de «Comienzos para Buldozers» en Ars brevis no fue sencilla. En este proceso el trabajo de relojería fue más arduo que el que experimente con Horno de revrbero. Tengo la sensación de que Ars brevis me cambió más. Este libro me ha hecho más escéptico.

Mencionaste en una oportunidad que ambos libros debierón salir juntos. ¿Qué los vincula y qué los diferencia?
Aparte del juego deliberado respecto a la simbología numérica (69 textos en Horno de reverbero y 96 para Ars brevis), lo que tienen en común es la brevedad de las ficciones. Y los diferencian varias cosas: Horno... es más reflexivo y Ars... es más narrativo. En el primero, cada texto parte de un enigma (una palabra oscura); en el segundo, los microrrelatos parten de un título convencional que lleva a un misterio. Horno..., como totalidad, supone una circularidad, el eterno retorno; Ars..., como contraparte (opuesto complementario) la visión lineal e irrepetible de la historia.

Tu narrativa se caracteriza por sugerir más que por enunciar...
Cierto. Opto muy conscintemente por esta posibilidad literaria. Me interesa lo onírico, lo holístico, lo irracional y lo inconsciente, pero lo cierto es que escribo en vigilia, es decir, de una manera secuencial, racional y bastante lúcida. Tengo claro que estoy del lado de la insinuación y la exploración narrativa, y no de lo obvio (como fórmula del no riesgo bastante de moda). Por otra parte no me interesa la insinuación metafórica; encuentro más creativo y stisfactorio hurgar en las posibilidades que ofrece la metonimia. Mi estilo y estética se concentrada en exigir mucho del lector. Por ello, quizás algunos lectores me afirmaron que Horno... es un poemario. Y hay quienes ven los títulos de Ars... como versos de un poema de 96 líneas. Me interesa el pensamiento y cómo este opera como recurso literario en el individuo que abre y cierra el libro, pues ese lapso es mágico y revelador, aunque estemos hablando de historia o histeria.

Esta característica (de sugerir) ¿tiene que ver con una búsqueda de un lector activo, creativo?
Sin duda que sí. Lo más probable es que una novela o libro de cuentos escrito con receta comercial tendrá un lector que no logra distinguir una obra literaria de un texto de autoyuda. Bien, esa clase de lector plano, acostumbrado a papilla narrativa, que queda satisfecho con una novelita que ni siquiera imita la realidad sino las fórmulas exitosas o lo que dicta España, no me interesa, como tampoco me interesa tener muchos lectores sino buenos lectores. Lo único que me importa es continuar escribiendo sobre lo que siempre me ha atraído, sin que nadie me imponga la recetita esa de sexo, drogas y rock o guerra interna, investigación periodística y corrupción política. Eso ya apesta y aburre. Queda claro, por lo que escribo y digo, que no me gusta el realismo como forma de ver el mundo porque es una imposición y huele a alianza con la moral desde el XIX. Un escritor, que en esencia debe ser un sujeto ético, tiene todo el derecho a intervenir la realidad por medio de la creación y no por lo común. Y esto, para mí, es necesariamente no ser ni obvio ni unívoco. Y sugerir es uno de los tantos caminos para hacer algo que valga la pena, aunque el resultado sea un producto poco comercial.

También es recurrente en tu obra la preocupación extrema por el lenguaje. ¿Cómo se dat tu proceso creativo? ¿Eres obsesivo en las correcciones?
Parto de una posición muy radical: un escritor de verdad debe prescindir de un corrector ortotipográfico y de estilo. Un libro debe estar solo editado, es decir, producido como objeto por alguien que se fije en que no falte ningún detalle y que tenga la capacidad de enmendar descuidos o errores menores. Pero de ahí a contar con un corrector que resuelva las taras del autor o reescriba la obra (cosa que ocurre más de lo imaginado) me parece un exceso. Y tú te das cuenta de eso en los blogs llevados por «escritores». En estos espacios saltan todas las deficiencias... Como el famoso ídolo bíblico, tienen la cabeza de oro, pero sus pies son de barro. En mi caso el proceso es bastante sencillo: simplemente escribo en limpio. Luego me dedico a tachar y a buscar la máxima expresividad.

THORNDIKE en KSA TOMADA

TALLER DE NARRATIVA

ARTE: Exposición fotográfica de Verónica Wiese


Texto: CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía: PÁVEL UGAZ

Inquietante. Esa sola palabra –tomada del texto situado en una de las paredes de la galería– pareciera resumir toda esa serie de sensaciones que me embargan cuando me enfrento a cada nueva propuesta plástica de la talentosa Verónica Wiese. Cada exposición se nos presenta, así, como una desconcertante travesía hacia territorios insospechados. Mérito de la autora, sin duda, que es capaz de incitar en el espectador una especie de caja de resonancia de múltiples sensaciones e interpretaciones.

La más reciente aventura creativa, titulada Con pecado concebido, no es la excepción. Se trata de una muestra fotográfica que gira en torno a la muerte. "Empecé fotografiando unos relicarios, que son los platos con los fetos y con los nonatos, siempre buscando resaltar la belleza de la muerte, la contemplación de la muerte. Por eso la presencia de las telas rojas", señala Verónica Wiese.

Si uno repasa sus trabajos anteriores, advertirá rápidamente que el tema de la muerte ha estado, aunque con distintas variaciones, siempre presente. "El tema de la muerte ha sido recurrente en mi trayectoria –acota Wiese–. Pero esta vez quise juntar el tema de la religión, orientada a la fe, al enfoque que tiene la religión de la vida después de la muerte, con el tema orgánico", (otra constante en la plástica de Wiese).

En esta muestra se puede apreciar referencias de la iconografía católica: la última cena, el relicario, el altar, la casulla, la patena y el cáliz. "Es una reflexión personal acerca de los discursos que te da la religión en general, especialmente en lo referente a la vida después de la muerte. En ningún caso hay una intención de ofender a alguien, es simplemente un cuestionamiento personal", aclara la artista. "Además, en el aspecto estético –acota Wiese– me interesaba mucho lo barroco de los trajes y de todos los ornamentos de la liturgia".

Retomando el tema de la muerte, resulta evidente la presencia antagónica de la vida. Quizás esta dicotomía sea más explícita en aquella imagen en la que se aprecia un cordero recién nacido. Y, claro, tiene íntima relación con la eterna interrogante filosófica sobre el origen y el destino del ser humano. ¿De dónde venimos y hacía adónde vamos? Una inquietud que sobrevuela toda la obra de Verónica Wiese y cuya respuesta pareciera, por momentos, estar allí, en la sala, en las atmósferas de aquellas fotografías que destacan un envidiable manejo de luz y sombra (otro sello distintivo, no sólo en su trabajo fotográfico sino también en sus instalaciones). Sin embargo, tal como ocurrió en Biotipos –en donde la búsqueda se anclaba en la ciencia–, la presente muestra nos enrostra –desde la religión– nuestra imposibilidad de asir esa respuesta. Y allí radica el gran misterio de la vida (y de la muerte).

*Publicado en Correo el domingo 05/10/08.

TEATRO: Amadeus (dirige: Jorge Chiarella)


Texto: CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía: ERICK ELCOROBARRUTIA

Antonio Salieri era, por aquellos años, el músico más connotado de la corte. Un hombre que amaba la música y que anhelaba, con una locura casi desmedida, la posteridad. Aquel sitial reservado para sólo unos cuantos elegidos. Su anhelo, sin embargo, se verá amenazado de manera repentina con la llegada de un joven prodigio: Wolfgang Amadeus Mozart.

Salieri no sólo advertirá en el recién llegado la presencia de la genialidad. Se dará cuenta también de los límites frustrantes de su mediano talento, ensombrecido ante el fulgor musical de Mozart. De esta manera irá engendrando en él los más oscuros sentimientos respecto de su colega. Y así se irá desplegando, además, la trama que da vida a Amadeus, la obra de teatro escrita por Peter Shaffer y que ahora es llevada a escena por la Asociación Peruano Británica bajo la dirección del reconocido Jorge Chiarella.

"Amadeus es una obra que reúne y conjuga mis pasiones fundamentales: la música, el teatro y mi interés por saber más de las complejidades del ser humano -confiesa Chiarella-. Y la obra toca un tema fundamental: la trascendencia del ser humano. Es decir, por qué unos trascienden y otros no".

Para la puesta en escena, Jorge Chiarella ha recurrido a un elenco importante, en el que destaca la presencia de Bruno Odar, Gian Piero Díaz, Natalia Parodi, Leonardo Torres Vilas, Víctor Prada, Christian Ysla, Ricardo Morán, entre otros. Mención aparte merece el estupendo vestuario, obra de Emilio Montero. Como en sus montajes anteriores, Chiarella demuestra sus dotes de estupendo director. En esta oportunidad, su faceta de músico lo ha ayudado a darle un matiz particular a la puesta en escena. "En general -nos cuenta Chiarella-, las escenas las compongo en función de la dinámica musical. Y acá, el autor ha escrito la obra de una manera musical. Si uno comienza a explorarla, advertimos que el inicio, por ejemplo, se plantea como una obertura.Terminada la obertura viene una especie de cosa lenta, que es el monólogo de Salieri. Y a partir de allí empiezan los demás movimientos. Por ello había necesidad de que los actores se imprimieran de este trabajo en el que ellos son instrumentos, notas, pasiones abstractas de esa música que está funcionando". Recomendable.

*Texto publicado en Correo el viernes 3/10/08.

Entrevista a ROBERTO AMPUERO


Roberto Ampuero acaba de publicar El caso Neruda (Editorial Norma, 2008), una novela en la que su célebre personaje, el detective Cayetano Brulé, conoce al poeta Pablo Neruda. A propósito de este libro -y gracias a la generosidad de Pilar Silva (del Grupo Carvajal)- pude entrevistar a este exitoso escritor chileno. A continuación, la entrevestia completa (una versión editada apareció en el diario Correo).

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Foto-ilustración: IVÁN PALOMINO

¿Por qué eligió a Neruda como personaje? ¿Cómo llegó a tomar esa decisión?
Pablo Neruda lo tuvo todo: mujeres, fama, dinero, amigos, hasta el Nobel. Estuvo presente en coyunturas claves de la historia del siglo XX y tuvo nexos con figuras de talla internacional en política y cultura. Pero nadie ha mencionado un anhelo esencial de su vida, que nunca se cumplió, algo que revela en La pródiga, un poema del libro Los versos del capitán: “Y yo te pregunto: ¿dónde está mi hijo?” De ahí surge El caso Neruda. Al final de su vida, en 1973, cuando intuía que estaban cerca su fin y el del gobierno de su amigo Salvador Allende, tiene que haber sospechado que la trascendencia no la dan los poemas, sino los hijos (que no tuvo), no la tinta sino la sangre. Por eso le encarga a Cayetano Brulé, un joven cubano instalado en Valparaíso, que averigüe si la hija que tuvo una amante casada en la Ciudad de México de 1943, la engendró él o el esposo de la mujer. Neruda necesita resolver el mayor misterio de su vida, y en ese sentido la búsqueda de la supuesta hija es la búsqueda de la esperanza en un Chile que a comienzos de 1973 caminaba a la guerra civil. Neruda siempre me “persiguió” pues su casa La Sebastiana, de Valparaíso, hoy un magnífico museo con vista a la bahía, estaba cerca de la casa de mis padres. Yo crecí sabiendo que allí vivía un gran poeta universal, pero no me atreví a tocar su puerta pues yo era un niño. Por fortuna Cayetano Brulé se atrevió a hacerlo, y el vate le cambió la vida: lo convirtió en investigador privado mediante las novelas del inspector Maigret. Neruda era u gran lector de novelas policiales, y es curioso que nadie haya usado este género para presentarlo.

¿Cómo fue el proceso de documentación sobre la vida de Neruda?
Me pasé noches leyendo libros y artículos sobre él, visitando sus casas y viendo fotograf=C 3as suyas en la biblioteca de la Universidad de Iowa, que cierra a las 2am. En algún momento mi mujer debe haber pensado que mi cita nocturna era con alguien diferente. Me interesaba lo que pocos conocieron: el Neruda íntimo, fuera de la corte de amigos y aduladores que lo rodeó. Ese Neruda que al final del día, cuando sentía la muerte cerca, se quedaba solo, revisando sus acciones y omisiones a lo largo de su existencia. Consulté textos, documentales y grabaciones de su voz. Entre los textos esenciales están los de Sarita Vial, Margarita Aguirre, Virginia Vidal, Inés María Cardone, Matilde Urrutia, Pili García Tello, y los de Hernán Loyola, David Schidlovsky, Enrico Mario Santi, Hernán Concha, Volodia Teitelboim, y los de Jorge Edwards y Antonio Skarmeta, desde luego. Pero las mujeres fueron las fuentes claves porque me transmitieron lo que yo buscaba: la percepción del amor y el desamor, los anhelos frustrados y la infidelidad, la fugacidad de la existencia, y el poder del olvido. También volví a Confieso que he vivido, memorias generosas con Valparaíso, y a sus columnas del Oriente.
La reacción de los lectores ha sido apabullante: desde que salió la novela está en el primer lugar del ranking en Chile, esta semana aparece en América Latina, luego en España, Brasil, Italia y Alemania. Lo curioso es que la gente lee la novela como historia real, y ese es el poder de la literatura. Solo una novela podía explorar esa dimensión desconocida del poeta: la de sus grandes amores y la de esa hija que supuestamente tuvo.

¿Es cierto que entre los textos testimoniales que buscó y leyó sobre Neruda puso énfasis en aquellos provenientes de mujeres?
Absolutamente. Sólo los textos y las entrevistas de mujeres que estuvieron cerca de Neruda o son expertas en él me permitían acercarme a ese aspecto idealizado de Neruda: la de su contradictoria relación con las mujeres que tuvo, la de su oportunismo y la de su falta de fidelidad. Neruda vivió convencido de que sólo podría escribir gran poesía si tenía un gran amor a su lado, y en El caso Neruda aparecen esas mujeres y su tránsito de una a otra, causando dolor y resentimientos. La novela tiene como protagonistas a Pablo Neruda y Cayetano Brulé, pero las mujeres y la hija de Neruda son en verdad sus ejes centrales. Al final de su vida Neruda piensa en las amantes que tuvo, en lo que él les dio y recibió. Es un hombre arrepentido de muchas cosas en materia de amor, pero ya es muy tarde...

De la biografía de Cayetano Brulé se tenían poco referencias en los libros anteriores. Ahora se conocen más detalles, por ejemplo, la identidad de la chilena que apenas menciona en la primera novela de la saga (Ángela Undurraga Cox). ¿Qué lo lleva a tomas esa decisión?
Cayetano Brulé es el investigador más popular que dado la literatura chilena. Lleva cerca de 200.000 libros vendidos sólo en Chile, sin contar los pirateados, tiene una legión de fieles seguidores y seis volúmenes, que están traducidos a numerosos idiomas, entre otros al griego, italiano y francés. Todos querían saber cómo comenzó Cayetano, pues las novelas que se conocían hasta el momento hablaban del Chile de vuelta a la democracia. Fue el día en que Valparaíso me declaró Hijo Ilustre por mi contribución literaria que yo me paseé por La Sebastiana y me dije: pero si Neruda y Cayetano tienen que haberse conocido en 1973 pues vivían en la misma ciudad. Y esa causalidad me permitió narrar los inicios de Cayetano: en 1973 acababa de llegar a Chile desde Miami, siguiendo a su aristocrática mujer, Angela Undurraga Cox, hija de u n empresario acaudalado, que convence a Cayetano de ir a conocer y respaldar la revolución socialista de Salvador Allende. Después del golpe militar, Ángela se marcha al exilio con un charanguista de un grupo de folklore y deja a Cayetano naufragando en su nuevo país. Después del golpe, la derecha sospecha de él por ser cubano y la izquierda por ser cubano venido de Miami. Neruda es quien forma a Cayetano y lo hace prestándole novelas policiales de George Simenon.

En la novela encuentro un tributo a la novela policial: Neruda le da a Brulé célebres novelas policiales para que las lea.
Neruda fue un gran lector de novelas policiales, en especial de Georges Simenon, Graham Greene y Edgar Allan Poe. En sus casas-museo aun se conservan repisas llenas con esos textos. Neruda piensa que Cayetano puede aprender de las novelas, nada mejor que la literatura para aprender de la realidad, le dice el poeta. Pero Cayetano pronto descubre que los detectives del mundo industrial fracasarían estrepitosamente en nuestras peligrosas y caóticas ciudades latinoamericanas. Me resultó fascinante vincular la vida de un poeta tan legendario como Neruda con elementos de la novela político-policial. Y los lectores lo refrendan mediante su masivo interés por la novela.

La novela nos presenta una mirada sobre el gobierno de Allende y los primeros años de la dictadura de Pinochet.
El caso Neruda ocurre entre marzo y setiembre de 1973, aunque su primer y también el último capítulo corresponden al Chile moderno de la actualidad. Se trata de los últimos meses del gobierno de Allende, en medio de la crisis económica y política nacional, de fuertes divisiones, y después aborda el día del golpe de estado con el bombardeo a La Moneda y el comienzo de la dictadura, y por último el Chile actual. Es una mirada sobre el golpe de estado y el comienzo de la dictadura, una mirada que intenta ser objetiva y narrada desde el punto de vista de una persona corriente como Cayetano y de un poeta universal como Neruda, apabullados ambos por circunstancias totalmente ajenas a su control. Pero la novela es más que Chile, donde Cayetano habla con Neruda y Allende. Está ambientada también en el México de los 70, en las inmediaciones de Siqueiros, Trotzky, Frida Kahlo y Tina Modotti; en la isla de Cuba, donde Cayetano se encuentra con el poeta disidente Heberto Padilla y el saxofonista Paquito De Rivera; en el antiguo Berlín Oriental, donde el investigador se reúne con Markus Wolf, el legendario ex jefe del espionaje germano-oriental; en La Paz, donde contacta a gente vinculada con la guerrilla del Che Guevara. En cierto sentido, esta novela es también un homenaje a Valparaíso, a destacados artistas y personalidades que conocí en un exilio que comenzó en 1973 y que aun no termina, y que me llevó a vivir en Chile, Cuba, Alemania Oriental, Alemania Occidental, Suecia y ahora Estados Unidos.