lunes, 24 de diciembre de 2007

Entrevista a MARCO GARCÍA FALCÓN


Cuando Marco García Falcón publicó en el 2002 París personal, llamó inmediatamente la atención de los lectores y de la crítica especializada. Cinco años después, este autor vuelve a exponer lo mejor de su talento literario en El cielo de Capri (Revuelta Editores, 2007), novela en la que un viejo escritor narra su historia y lo que le sucedió en la legendaria isla italiana.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Quienes disfrutamos de tu primer libro París personal nos preguntamos por qué la demora de cinco años para una segunda entrega...
Porque esencialmente he estado dedicado a escribir otras cosas. Trabajo escribiendo textos para una universidad y eso me deja muy poco tiempo para lo mío. Lo que hago es aprovechar las épocas en que hay menos encargos. Esta novela, por ejemplo, la escribí en dos o tres meses; luego he ido corrigiéndola...

Ambos libros evidencian un cuidadoso manejo del lenguaje...
Eso tiene que ver con que a mí me gustan aquellos escritores a los que se suele llamar virtuosos, que destacan por su lenguaje, por su talento verbal. Entonces, si partimos de la idea de que uno finalmente, cuando escribe, está haciéndose un escritor a su medida, ese escritor en el que estoy pensando o aspiro a llegar a ser cuando escribo es, en el fondo, alguien con cierto esplendor verbal.

¿Cómo surge El cielo de Capri?
Parecería que tengo una fijación con los viajes a Europa. Pero en realidad mis libros siempre han respondido a experiencias personales. Cuando escribí París personal, no había viajado a París, pero gané un concurso, el de Adobe, hace muchos años, y con el dinero del premio hice un viaje a París. Me pareció un paso natural y dentro del tour que tomé, estaba la isla de Capri, que fue para mí todo un descubrimiento. Es una ciudad no sólo físicamente atractiva y seductora, sino que tiene además toda una carga cultural, literaria, artística casi tan fuerte como la de París. Uno de sus grandes atractivos, y que es un elemento central de la novela, es esa famosa maravilla natural que es la Gruta Azul. Yo salí de allí totalmente deslumbrado y con la idea de tener que escribir un libro sobre eso.

Los viajes son una constante en tus libros, ¿te lo planteas así de una manera deliberada?
Para mí lo del viaje no es algo consciente o, mejor dicho, buscado. Pero sí soy consciente de que, si bien no soy un escritor fantástico ni real maravilloso, soy un escritor y una persona que está como a la caza de lo maravilloso, de lo extraordinario, de una dimensión que de alguna manera subvierta nuestra realidad que es, por lo general, gris y monótona. Y curiosamente esos momentos los he experimentado en los viajes.

Lo simbólico también está presente en tus libros....
Siempre he valorado aquellos textos que cuentan una historia interesante que atrapa incluso al lector más llano, pero que además tienen un valor añadido que es manejar otro nivel de lectura, una trama quizás menos visible pero que está allí, esperando a ser encontrada. Y eso tiene que ver precisamente con los símbolos.

¿Escribir es una manera de intentar comprender mejor nuestra existencia? Lo pregunto porque el protagonista de la novela lo sugiere...
Este libro trata de un ejercicio nostálgico y acaso fatalista de la memoria. Creo que esa dimensión de la memoria puede servir para explorarse, para conocerse, para entender mejor las cosas. La escritura que mira al pasado es un método de conocimiento. Eso es algo que saben los sicoanalistas y que los escritores instintivamente, sin receta, aprovechamos.

¿Cómo ves a la distancia a París personal?
Es un libro que si lo veo por el lado de las críticas y los lectores, le fue bien. Las personas que lo han leído tienen un buen recuerdo de él. Yo, como escritor, noto ciertas vinculaciones entre ambos libros: se conserva ese cuidado formal, del lenguaje, y ese aliento como de lirismo y de melancolía; pero también está lo que tú has mencionado, el tema de los viajes, del autoconocimiento a través de la escritura. De alguna manera son dos libros de aprendizaje, protagonizados por escritores. Pero mientras en París personal ese aprendizaje lo realiza un joven, acá lo hace un anciano. En el primero la escritura es una posibilidad, una especie de tierra prometida. En cambio, en este libro la escritura se presenta con cierto pesimismo, como una especie de condena o única salida para entender lo que nos sucede.

Sigues de cerca a los nuevos narradores. ¿Quiénes te parecen más interesantes?
Hay una gran variedad de nuevos escritores. No los he leído a todos, pero veo propuestas interesantes, valiosas, algunas más consistentes que otras. Entre los autores que me gustan están Yushimito, Iparraguirre y Noltenius.

*Fotografía de LUIS IPARRAGUIRRE.
**Entrevista publicada en Correo el domingo 23/12/07.

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