martes, 26 de junio de 2007

JAVIER BAYLY y su debut como novelista


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

La aparición de un nuevo alumno, émulo de Fonzie –casaca de cuero y patillas sesenteras–, derrochando matonería a granel desconcierta, en un primer momento, a todos los demás estudiantes; narrador incluido. Aunque claro, hasta que el Rata, matón reconocido y sacramentado de aquella escuela secundaria, lo arrastra de golpe a su verdadera condición. Así marca su aparición el Tetas, uno de los personajes principales que transita, entre anécdotas jocosas e inesperadas, por la novela Los buenos tiempos (Norma, 2007), ópera prima de Javier Bayly.
Novela de aprendizaje, como diría la crítica especializada, Los buenos tiempos narra todo el proceso de maduración de un grupo de adolescentes. “Yo lo veo como una especie de homenaje a los amigos, a la amistad –precisa Javier– a través de un lenguaje propio de esa edad, a través de escenarios que la gente de mi generación frecuentaba. Y también es un homenaje a los lugares bonitos que tiene el Perú”.
Arquitecto de profesión, el menor de los Bayly intenta, en un amague de arqueología literaria, dar con aquellas primigenias lecturas en donde se ocultaría el origen de esta afición por las letras: “Empiezo con la lectura de libros clásicos de corte infantil que todo colegial suele recibir como recomendación. Recuerdo unos libros de Hitchcock que mi madre nos regaló y que daban vueltas por la casa. Eran historias que tenían una dosis de suspenso, enfocadas a un grupo juvenil, pero interesantes”.
Años después descubriría el gusto por la escritura en el intercambio de correos electrónicos con su hermano Jaime. “A través de una comunicación por mails con uno de mis hermanos, Jaime, que vivía en Estados Unidos, me empecé a dar cuenta de que sí tenía cierto encanto escribir mails o contar alguna historia”, confiesa.
¿Qué sueles leer?, pregunto. “Busco leer buenos libros, pero esos buenos libros pueden llegar de cualquier lugar y de cualquier autor”, responde. “¿Un libro que haya leído últimamente? (piensa). En mi última etapa estuve leyendo bastante a Bryce. He disfrutado sus libros, me parece un gran escritor. A Jaime también lo leo, no te voy a decir que he leído todo, pero sí varios de sus libros. Le he dicho que cuando nos veamos tiene que pasarme un ejemplar de Y de repente, un ángel, la última novela que ha sacado”, añade.
Javier es consciente de que el vínculo con Jaime podría jugar en su contra. Sabe que ya está expuesto y que las críticas pueden venir de cualquier parte, y con inimaginable calibre. Y sabe, consciente o no, que su libro será lo único que lo podrá defender.

*Fotografía de KEYKO MONTEBLANCO.

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