sábado, 16 de junio de 2007

RUBEM FONSECA


Hace varios años (cómo vuela el tiempo, inexorable), mientras recorría el stand que la editorial Norma tenía en una Feria Internacional del Libro, di con un libro cuyo título me deslumbró. Se trataba de la novela Y de este mundo prostituto y vano sólo quise un cigarro entre mi mano del brasileño Rubem Fonseca. Título insuflado de un lirismo y un desencanto estremecedor. Del autor ya tenía algunas referencias gracias a que Iván Thays recomendó su lectura en una de las emisiones de Vano Oficio. Recuerdo que no dudé en comprarme aquel libro. Y recuerdo también, haber regresado tres días después, luego de una intensa lectura (conocí por primera vez a Mandrake), para adquirir otro libro más. Uno de cuentos, para apreciar su talento también en el relato corto. Y fue Historias de amor, publicado también por la editorial Norma.
Muchos meses después, el brasileño obtuvo el Premio Internacional Juan Rulfo y su nombre empezó a sonar más en Lima –y en otras ciudades latinoamericanas, también, supongo–. Emocionado como si el reconocimiento se los hubieran endilgado a un apreciado amigo (Washington Delgado siempre me decía que los autores a quiénes leemos con placer son como fraternales amigos nuestros), escribí un articulillo sobre Fonseca en el diario Liberación. Con la intención de motivar su lectura, expuse algunas características que me habían seducido de algunos cuentos que conforman Historias de amor.
Hace poco más de un mes, la editorial Norma me envío Mandrake, la Biblia y el bastón, el último libro de Fonseca traducido al español. Libro que he disfrutado como quien se reencuentra con alguien apreciado. En este caso, por partida doble: Fonseca, el autor; y Mandrake, el personaje.
Leyendo justamente un artículo de Luis Fernando Afanador, en Semana.com, descubro –lo confieso– la génesis de aquel seductor abogado criminalista. Apareció, por primera vez, según Afanador, en un cuento del libro El cobrador (1979), antes de protagonizar la novela El gran arte (1983). Luego vendría Y de este mundo prostituto... Y ahora, claro, La Biblia y el bastón. HBO emitió una miniserie sobre este notable personaje. A diferencia de Afanador, no considero que haya sido algo fallido, me pareció un poco más que aceptable y no me perdí de ningún capítulo (la transmitían, recuerdo, inmediatamente después de Roma).
Iván Thays se pregunta, en Moleskine, cuándo lo traerán los amigos de Norma. Yo me aúno a esta interrogante que es en realidad un pedido. ¿La Feria Internacional del Libro no sería una oportunidad de traerlo? Aunque me desanima un dato que Afanador menciona al final de su artículo, y es la enfermedad que aqueja al gran Rubem Fonseca.


*Fotografía de EFE.

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