sábado, 26 de diciembre de 2009

CARLOS CALDERÓN FAJARDO


Cuando lo conocí, a través de las páginas impresas de uno de sus libros, pensé que se trataba de un autor misteriosamente desaparecido. Alguien que, por voluntad propia, había optado por un anonimato silente y eterno. Recuerdo que fue Enrique Cortez quien me mencionó su nombre, por primera vez, en la época en la que dirigía un suplemento literario en el que yo colaboraba con cierta regularidad. Aunque lo que más recuerdo, sin duda, fue aquel primer libro que pude conseguir tras una ardua pesquisa.
Los relatos de El que pestañea muere (en una reedición de 1999, pues la primera data de 1981) me revelaron a un autor de una singularidad y un talento irrefutables. Advertí rápidamente una cercanía, una especie de vínculo filial-literario. Y desde ese momento supe que debía encontrar sus demás libros. Y, además, intentar ubicarlo, conocerlo personalmente. Aunque, confieso, temía que hubiese muerto.
La búsqueda resultó infructuosa. Nadie lo había visto en años e, incluso, algunos mencionaron que un extraño mal lo aquejaba. Me di por vencido. Sin embargo, el destino me traería poco tiempo después una inesperada sorpresa.
Una tarde de agosto. Una tarde cualquiera, en realidad, al llegar a la redacción encontré sobre mi escritorio un sobre manila en cuyo interior descansaba un libro. Tardé en reaccionar. Se trataba de La segunda visita de William Burroughs, una nueva novela de Carlos Calderón Fajardo. Y dentro del libro una tarjeta del autor con su teléfono y dirección. Tras 6 años de silencio y una rara dolencia, Calderón Fajardo reaparecía revitalizado. Así lo conocí, con el inevitable pretexto de una entrevista. Y así surgió una amistad que valoro tanto como sus libros, de los que me volví un entusiasta lector: desde los primeros, que él muy gentilmente me facilitó (entre los que destaca la espléndida La conciencia del límite último), hasta el último, El viaje que nunca termina, que adquirí hace poco, en la sección de novedades de una librería.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Entrevista a JOSÉ DE PIÉROLA


José de Piérola es, sin duda, uno de los más interesantes escritores peruanos de las últimas décadas. Summa caligramática (Norma, 2009), su más reciente novela, nos muestra a un autor en pleno dominio de sus recursos expresivos.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía: VÍCTOR VÁSQUEZ

La novela luce una estructura compleja. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
Sí, la estructura fue quizás lo más difícil de la novela. La novela empezó hace varios años. Recuerdo que en el año 2002 tomé notas sobre esta noción del niño prodigio, del niño genio, que siempre me ha parecido interesante para hacer una ficción. Sobre todo porque tiene algunas implicaciones que he tratado de desarrollar en la novela. Y después, en el 2005, no sé si recordarás, apareció una niña norteamericana de 9 años cuyos padres firmaron un contrato por 150 mil dólares por su primer libro de poesía. Y eso me dejó pensando. Y recordé también el caso en el Perú de Mirko Lauer, que de muy joven era considerado un niño prodigio. Ese es uno de los ingredientes de la novela.

¿Y el otro?
El otro ingrediente es una conversación que tuve con un poeta peruano, quien me ha pedido que no mencione su nombre, y que tuvo un episodio de pérdida de la razón. Y dentro de ese episodio se encontró con Alejandra Pizarnik y habló con ella. Y tuvieron un diálogo muy intenso. Obviamente, todo en su imaginación, pero con ese fenómeno de ilusión que le hizo pensar que era real. A partir de allí, ambos ingredientes empezaron a juntarse y se convirtieron en una sola narración.

¿Cómo articulaste la novela?
El primer borrador lo escribí en primera persona, desde el punto de vista del niño prodigio ya adulto. Y había algo que no funcionaba en esa narración en primera persona. Entonces, me pareció interesante el reportaje clínico. Sin embargo, me pareció demasiado clínico para contar la historia. Porque me interesaba mucho entrar más en el personaje, tener la posibilidad que tiene la novela de entrar en la mente y en la emoción del personaje. Así que al final encontré este camino intermedio que es un narrador que reelabora un texto escrito en tercera persona. Eso es lo que crea los tres niveles de voces narrativas que hay en la novela.

En el caso de los niños-prodigio la figura del padre juega un rol particular. Pienso, por ejemplo, en casos como el de Mozart...
Por supuesto. Y siempre hay este padre que reconoce el potencial en el niño y quiere en ese niño, supongo yo, lograr algo que él no pudo lograr. Y eso es muy frecuente: padres que tratan de que su niño gane un premio o se vuelva una estrella. Y esa relación es muy difícil de entender. Porque por un lado es posible que al niño le encante ese mundo adulto al cual es sometido o es posible que no le guste ese mundo.

Otro tema que se aborda en la novela es el de la identidad...
Sí, la idea de la identidad. Cuánto de nuestra memoria y nuestra forma de pensar viene en ese proceso de vida y cuánto de nuestra identidad depende de ese proceso. Qué pasaría si en un momento perdemos la memoria, por ejemplo. Cuánto de nuestra identidad se mantiene. Hay una novela de Umberto Eco que se llama La misteriosa llama de la reina Loana en la que el personaje principal pierde la memoria biográfica o memoria episódica, pero mantiene la memoria semántica. Entonces él va a la casa de su infancia y empieza a revisar lo que leía de niño y encuentra muchas referencias fascistas. Y se dice: ¿seré yo un fascista viejo y amargado? Y en esa búsqueda de recuperar su memoria intenta recuperar su propia identidad. Y está entonces el tema de la responsabilidad. Qué pasa cuando tú ignoras haberle hecho un mal a alguien. ¿Tienes responsabilidad o no? Qué pasa cuando, después, sabes que tu acción ha producido un efecto negativo en otra persona. Esos eran los temas que me fascinaban para explorarlos en esta novela.

Otra idea que me hace reflexionar a partir de la novela es esta relación tan estrecha entre la genialidad y la locura.
Sí, ese es otro de los temas que me interesaban. Y que aparece con mucha frecuencia. Y una de las nociones que aparece implícita en la novela es qué pasa cuando eres un poco diferente a los demás. En la Edad Media todas esas personas, entre las que podríamos considerar genios o locos, estaban en la misma categoría. Y seguramente esa relación tiene que ver con ese miedo, temor o ansiedad que produce aquello que no podemos entender. Y como la genialidad y la locura están fuera es fácil conectarlos en términos de cultura popular. Y debido a que esta relación existe es muy fácil hallar la correlación. Y es posible que alguien sea empujado a una forma de locura.

Esta novela es distinta a las anteriores...
Lo que ocurre con muchos escritores es que uno tiene un tema que aparece en un momento, y reaparece, y está allí como esperando su oportunidad para aparecer en libro. Y es sólo una noción, ni siquiera es un tema elaborado. Pero es una noción básica que después se va a desarrollar. Y gran parte de la fascinación de escribir para mí es ver hacia dónde me puede llevar este tema.

*Entrevista publicada en Correo el viernes 11/12/09.

jueves, 10 de diciembre de 2009

ENRIQUE PLANAS presenta reedición de su primera novela


Orquídeas del Paraíso, la primera e inubicable primera novela de Enrique Planas, ha sido reeditada –con gran acierto– por la Editorial Norma. Con ilustraciones –en la carátula e interiores– de Christian Bendayán, la reedición será presentada hoy, a las 7:00 pm. en el auditorio Julio Ramón Ribeyro de la Feria del Libro Ricardo Palma (en el Vértice del Museo de la Nación, en San Borja). Los comentarios estarán a cargo del publicista y escritor Gustavo Rodríguez.
Para quienes no la leyeron en su momento es una gran oportunidad de sumergirse en la trepidante historia de Aquiles, quien tendrá que travestirse en Orquídea para salvar su vida y, de paso, buscar vengar la muerte de su padre.