jueves, 31 de julio de 2008

Entrevista a GIOCONDA BELLI


Reconocida poeta y narradora, la escritora nicaragüense Gioconda Belli se hizo merecedora este año del Premio Internacional Biblioteca Breve con El infinito en la palma de la mano (Seix Barral, 2008), novela que ha presentado en Lima en la Feria Internacional del Libro.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de JAIRO VEGA

Usted ha tenido siempre una fascinación por Eva...
El personaje de Eva siempre me ha parecido interesante. Tan es así que durante el tiempo de la dictadura de Somoza yo escribí bajo el seudónimo de Eva Salvatierra. Salvatierra es un apellido común en Nicaragua. Y también tengo un libro de poesía que se llama De la costilla de Eva. Y esta idea de recontar el Génesis se me ocurrió a partir de que me encontré con unos libros apócrifos donde se narra lo que sucedió con Adán y Eva cuando los echaron del Paraíso. Que era algo que completaba un poco esa narración bíblica que sólo tiene 40 versículos. La historia de Adán y Eva es muy corta en la Biblia. Entonces me pareció una buena posibilidad de reimaginar esa historia haciéndola más humana. Por otro lado, investigando qué de ese mito nos podía dar luz sobre cómo nos imaginamos a nosotros mismos. Y de dónde surgen esos prejuicios contra la mujer y esa división de roles que se ha hecho entre el hombre y la mujer.

En un momento de la novela los protagonistas son conscientes de la muerte, descubren que no son inmortales...
Esa es la verdadera expulsión del Paraíso, a mi modo de ver, el hecho de que todos nos vamos a morir y que tenemos esa fecha en el calendario desconocido de nuestra existencia. Y precisamente la historia no podía empezar más que cuando se produjera este rompimiento entre esa condición angelical en la que supuestamente son llevados a la existencia estos primeros seres y la realidad. Porque mi historia cuestiona, a partir de contar otra vez el mito de Adán y Eva, las bases sobre las que está montado ese mito. Por ejemplo, el mito del creador que nos hemos imaginado es más a nuestra imagen y semejanza que lo que nosotros somos supuestamente a imagen y semejanza de un ser con esas capacidades. Y por otro lado, el mundo contado como que no empieza sino hasta que no empieza la evolución.

El tema de la mujer es recurrente en su obra literaria...
Es un tema que me interesa. La mujer entra a la literatura bien tarde. La escritura de la mujer se puede situar ya en su plenitud a partir del siglo XIX. Entonces escribir sobre la subjetividad femenina, sobre el mundo interior de la mujer, a mí me parece muy importante porque no se conoce lo suficiente. Por ejemplo, el erotismo femenino se ha contado más bien desde el sentimiento erótico que produce la mujer a partir de la visión del hombre. Pero el erotismo visto desde la mujer no se ha contado lo suficiente.

Usted también es poeta. ¿En qué medida la poesía incide en su narrativa?
Bueno, yo no soy dos personas, una que es poeta y otra que es narradora. Entonces, el lenguaje tiene sus reglas. Esta novela lo que me ha permitido es mezclar los dos lenguajes. Y eso me dio mucho gusto poder hacerlo, porque lo primigenio del ambiente en el que se desarrolla la novela no permitía el uso de referencias que no tuvieran que ver con ese momento en donde todo se va nombrando. Entonces el acto de crear se concibe allí como el acto de nombrar. Y eso es también la función de la poesía: la poesía nombra lo innombrable. Por eso la poesía era el medio que encontré para poder situar al lector dentro de ese contexto que todavía no está nombrado.

El poeta Ernesto Cardenal señaló, cuando vino al Perú, que Daniel Ortega había traicionado las ideas de Sandino. ¿Comparte esa opinión?
Sí. En 1993 fue el último congreso del Frente en el que se produjo una escisión, porque hubo una actitud muy sectaria de Daniel Ortega de no querer aceptar la necesidad de transformar el Partido Sandinista en un partido más moderno, más adaptado a las condiciones del mundo a partir de la derrota del bloque socialista. Y tratar de crear un socialismo y una visión para el país que fuera más incluyente, que no fuera sectaria y que tomara en cuenta una cosa muy importante que descubrimos con todos esos fenómenos sociales: la exigencia de la libertad. Porque realmente la izquierda ha puesto la libertad en un segundo plano. La libertad individual se supeditaba a la supuesta libertad colectiva. Pero nos dimos cuenta de que esa libertad colectiva la decidía un grupo muy pequeño. Y nos dimos cuenta de que había que replantearse esto. En el congreso de 1993 nosotros planteamos eso y fuimos totalmente excluidos.

*Entrevista publicada en Correo el miércoles 30/07/08.

martes, 29 de julio de 2008

Entrevista a ALBERTO FUGUET


Alberto Fuguet se encuentra en Lima una vez más. En esta ocasión para participar en la Feria Internacional del Libro y presentar dos títulos nuevos: Apuntes autistas (Epicentro-Aguilar) y Road story (Alfaguara), una novela gráfica basada en un cuento suyo.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de JAIRO VEGA

En Apuntes autistas, libro que escribiste en medio de constantes viajes, manifiestas tu particular mirada de los lugares. Por ejemplo, señalas que Nueva York no es para ti el Empire State, sino una librería, un restaurante ruso. En ese sentido, ¿qué lugares son Lima para ti?
Sin duda, han sido los hoteles en los que he estado, la librería La Casa Verde. Y claramente Vargas Llosa, los lugares en donde han ocurrido sus novelas. Por ejemplo, el Colegio Leoncio Prado. Recuerdo perfectamente la luz, el olor y el viento cuando estuve ahí, al lado del malecón. Un barrio bravo. Y no puedo sacarme de mi mente la entrada a Las Vegas, que es la Av. La Marina, que es horrible y fascinante. Horrible porque es patético, es kitsch; y fascinante porque demuestra que es una ciudad que está viva, que no tiene que hacerse cargo de las tradiciones y que es capaz de mutar.

Vargas Llosa ha sido importante en tu literatura. En el libro elogias la visión de la guionista Giovana Pollarolo por llamar Varguitas al protagonista de Tinta roja ...
Me parece que fue muy inteligente. Se dio cuenta de muchas cosas que los críticos y académicos no se dieron cuenta. Para mí, Tinta roja era una vuelta de tuerca a La tía Julia y el escribidor. Y además, mi lazo con el Perú es extraño porque fue el primer país que me invitó como escritor. Yo jamás pensé que mis libros pudieran salir de Santiago. Y además era tal lo que decían en Chile: que yo no era un escritor ni siquiera chileno y que no podían mis libros ser entendidos fuera de una cierta comuna, la equivalente de Miraflores. Y fue muy sorprendente que llegara alguien de Perú y me dijera: “Te hemos leído en Perú y quisiéramos entrevistarte”. Y unos meses después me invitaron a la Feria de Lima.

También aparece en el libro un texto sobre García Márquez...
Leí con mucha atención Vivir para contarla y me di cuenta de que hubiese podido hacer Cien años de soledad sin realismo mágico. Pero claro, es mucho menos comercial hacerlo sin realismo mágico. Yo creo que ese artículo me sirvió para calmar las cosas. Es mi lazo con alguien que alguna vez admiré, y que todavía admiro, supongo, y con quien he luchado y me he enfrentado. Y ahora la cosa está calmada. Pero no es una relación de devoción; admiro mucho más a su hijo, que hace cine y series de televisión como In Treatment, de HBO. Creo que está mucho más conectado al mundo y a la larga creo que él va a perdurar más.

¿McOndo surge, de alguna manera, como una reacción al hecho de que en un momento dado en Estados Unidos cuestionaran tu identidad de latinoamericano?
Yo presenté un cuento, que está en Por favor, rebobinar, y me dijeron que no les parecía lo suficientemente latino. Y a mí, que estaba en esa época muy sensible al tema porque todavía estaba terminando mi período como de transformarme en chileno, y por lo tanto en latinoamericano, me pareció súper insultante. Es como decirle a un chico de 14 años que es muy poco masculino. ¿Por qué? ¿Qué pasa?; como que te llena de dudas. Y yo creo que McOndo es un libro que dice: disculpa, yo soy latinoamericano, pero soy así.

Está por aparecer un libro de Caicedo preparado por ti. Y, cosa curiosa, tú lo descubres a él como autor precisamente en Lima...
Yo estaba en Lima, en este mismo hotel, y como tenía que entregar la habitación me fui a la librería La Familia y me llamó la atención un libro que llevaba la palabra “cine”. Y lo tomé pensando que era un libro de un europeo. Y me di cuenta de que el tipo era colombiano, que era joven, que estaba muerto. El libro era carísimo, pero lo compré igual. Y en el avión lo devoré. Y encontré básicamente lo que ando buscando, y que se encuentra poco: un aliado. Son muy pocas personas con las que yo podría conversar en el avión todo el camino. Por ejemplo, contigo podemos conversar cosas privadas, pero hay otras personas con las que no me interesa hablar, a pesar de que seamos humanos y tengamos la misma nacionalidad. A mí me parecen mitos, eso de que “somos chilenos, somos peruanos, somos de la misma generación”. ¿Qué tiene que ver? Creo que la verdadera hermandad radica en otro lado, y encontré en Caicedo a alguien que me hubiese gustado conocer, y sentí que era muy parecido.

Y ahora estás por sacar un libro que es como un tributo.
Creo que parte de la labor de un escritor no sólo es atacar escritores sino ayudar a promover y dar a conocer a otros. E hice un libro sobre Caicedo, que en realidad es una autobiografía. El cuenta su vida y yo lo ayudo, porque él ya no está acá.

Adoptas un rol como de documentalista...
Claro, de hecho lo voy a firmar como “dirección, montaje y recopilación”.

*Entrevista publicada en Correo el martes 29/07/08.

lunes, 14 de julio de 2008

Entrevista a CARLOS GERMÁN BELLI


Carlos Germán Belli es, sin duda, el poeta vivo más importante que tenemos. El reconocimiento en el exterior de su obra poética es innegable: no hace mucho obtuvo el Premio Pablo Neruda de Poesía y su más reciente poemario El alternado paso de los hados apareció en España en una bonita edición de la editorial Pre-textos. Hace algunos años conversé con él a propósito de la publicación de El imán (PUCP-Serie Ficciones), un libro que reunía sus crónicas de viaje. Ahora la charla gira en torno a su producción poética, nuevamente en la hospitalidad de su morada sanisidrina.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

En su poesía se percibe la importancia de dos autores: Góngora y Petrarca. ¿En qué sentido lo han influenciado?
En el caso de Petrarca yo creo que la forma de sus canciones. Y eso me ha servido como un estímulo para escribir, imitándole solamente la forma. Y en el caso de Góngora, su estilo barroco, igualmente me ha estimulado. Ahora, en esa línea barroca de nuestra lengua, he leído con más ahínco a un poeta sevillano del siglo XVI que es Francisco de Medrano, un poeta de estilo manierista y de obra muy breve. Lo he leído con más detenimiento y recuerdo que copiaba sus poemas a mano, tratando de imitar en ese momento el léxico, algunas palabras o el hipérbaton. Siempre lo tengo presente y algún día quisiera hacerle un homenaje poético.

¿Y en el caso del surrealismo?
Esa etapa en que estuve interesado por el surrealismo me marcó. En general estaba interesado por la vanguardia. A estas alturas de mi vida no reniego de mi etapa juvenil. Agradezco al destino literario haberme interesado en las vanguardias, en el surrealismo. Porque si no hubiese sido por las vanguardias, por mi afición a la poesía, a la pintura vanguardistas, hoy día sería un poeta decimonónico. Ahora, qué me deja el surrealismo, qué me dejan las vanguardias: el humor negro, la vena erótica. De estas vocaciones que usted me ha señalado: Góngora, Petrarca, hay otro gran estímulo literario que es Darío, él ha sido para mí el punto inicial de todo. Comencé a escribir poesía leyendo a Darío, leyendo Azul o Prosas profanas.

Hay dos ejes temáticos recurrentes en su poesía: el amor y la familia…
El amor a Eva, desde siempre. Desde mis primeros poemas ha estado el tema amatorio. Y el tema del amor familiar. A mí me ha marcado la realidad dolorosa de haber tenido un hermano que nació discapacitado. En mis poemas de amor filiar cubro casi todo el universo familiar. Quiero escribir sobre mis tíos y me falta algún poema dedicado a mi abuela paterna.

Usted define la poesía como una catarsis…
La experiencia estética me sirve para expulsar ideas fijas, mis experiencias dolorosas. Tiene un sentido catártico. Pero además de eso, a la literatura la asumo también como una disciplina, como un desafío estilístico.

Usted trabajó durante varios años en el Senado, ¿cómo hizo para salvarse y no convertirse en un político?
Debe ser mi carácter el que me ha salvado, mi temor a hablar. Ahora estoy hablando con más soltura, pero antes era muy parco.

Entre los poetas de la generación del 50 a quiénes conocido de joven…
Algunos los conocí en la universidad, como a Romualdo, pues ambos ingresamos a San Marcos el mismo año. A Bendezú lo veía de lejos. A Sologuren no lo conocí en la universidad porque era un poco mayor que yo, además después viajó a México y luego a Suecia. Y cuando retornó se instaló en Chaclacayo y ya era escritor, profesor y editor. Y tuve la osadía de ir en su busca con los manuscritos de mi segundo poemario Dentro y fuera. Y luego me publicó dos o tres poemarios más bajo el sello de La rama florida.

¿A qué se debe que haya sido una generación tan importante?
Habría que preguntarle a los estudiosos de la generación del 50, como Miguel Gutiérrez o José Antonio Bravo. Bueno, yo creo que se debe a la diversidad de voces. Además, me parece que en general es una época propicia para el florecimiento literario, porque la generación hispanoamericana de mitad de siglo es también notoria.

*Entrevista publicada el domingo 13/07/08 en Correo.

ANDRES CAICEDO: El cuento de mi vida


Existen lecturas que estremecen. El cuento de mi vida: memorias inéditas de Andrés Caicedo –reeditado por la editorial Norma en su serie “Verticales de bolsillo”– es una de ellas. Caicedo, quien ha devenido con el tiempo en un autor de culto, se quitó la vida a los 25 años, el mismo día en que recibió el primer ejemplar impreso de su novela ¡Que viva la música!

El cuento de mi vida reúne una selección de textos tomados de sus cuadernos y dos cartas escritas el mismo día de su muerte: una de ellas dirigida a un amigo, el crítico de cine español Miguel Marías; y la otra, a Patricia, su amada Patricia que, según se desprende de la desgarrada epístola, acababa de abandonarlo.

Material invalorable, sin duda, que permite acercarnos un poco a esa atormentada alma, a la cotidianidad de un autor prolífico (escribió innumerables artículos sobre cine, guiones, obras de teatro, cuentos) y de un talento innegable que ha traspasado las fronteras de su país. Imprescindible. (CMS).

viernes, 11 de julio de 2008

La CPL y la censura a ALPE

Aún no me repongo de la noticia a todas luces inaudita que me acaba de contar mi amigo Lucho Zúñiga sobre la censura de la Cámara Peruana del Libro en contra de la Alianza Peruana de Editores. Les dejo la Nota de prensa que me ha hecho llegar.

NOTA DE PRENSA

La Cámara Peruana del Libro obstaculiza la participación de veinte editoriales peruanas, en la Feria Internacional del Libro FIL-LIMA 2008. Entre las editoriales, agrupadas en la Alianza Peruana de Editores (ALPE), se cuentan Ediciones PEISA, Jaime Campodónico, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Asociación Cultural Antares, Sarita Cartonera, Estruendomudo, Matalamanga, entre otras.
Ediciones PEISA había asumido la distribución de las publicaciones de ALPE en un stand dedicado a la producción editorial independiente del Perú. Sin embargo, más de diez días después de la suscripción del contrato de arriendo de dicho stand, el Consejo Directivo de la Cámara Peruana del Libro (CPL), institución encargada de organizar la FIL-LIMA 2008, decidió despojar a PEISA de los espacios alquilados para la distribución de los libros de ALPE.
El Consejo Directivo de la Cámara Peruana del Libro se ha negado a responder formalmente a los pedidos de restitución formulados tanto por ALPE como por Ediciones PEISA, y ha pretendido descalificar a ALPE aduciendo falsamente que se trata de una “asociación informal”.
Los editores de ALPE declaran sentirse vulnerados en su derecho a la libre asociación y en su derecho a ser distribuidos y comercializar sus libros a través de los circuitos disponibles en el Perú. Asimismo declaran haber respetado el reglamento interno de la Cámara Peruana del Libro con respecto a su participación en la feria.
Aparentemente el Consejo Directivo de la Cámara Peruana del Libro siente recelo ante la existencia de cualquier otra forma asociativa que tenga que ver con la producción de libros.
Ante esta situación, importantes asociaciones de editores tales como la Alianza Internacional de Editores y la Asociación Editores de Chile, han declarado su solidaridad con ALPE y han puesto en duda su participación en la feria si el consejo directivo de la Cámara Peruana del Libro no restituye los espacios alquilados

lunes, 7 de julio de 2008

Entrevista a MICAELA CHIRIF


Detrás de las ventanas, el atardecer cubre la ciudad con un halo grisáceo, producto del invierno limeño. Micaela Chirif acaba de publicar su segundo poemario, Cualquier cielo (Mundo ajeno, 2008), un libro que confirma su talento poético.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Este es tu segundo poemario. ¿Cómo lo sientes con respecto al primero?
Bueno, han pasado siete años desde el primer poemario. Me gusta más éste, quizás porque lo acabo de escribir. Siento que este poemario está más estructurado que el anterior. Tiene subyacente un hilo narrativo. Pero también siento que la forma de escribir no ha variado mucho, siguen siendo poemas breves. Hay un poema del libro anterior que está también en éste, con una ligera variación. Pero bueno, eso significa también que sigue habiendo un vínculo. Siento que hay más de mí en este poemario que en el anterior.

¿Qué otra diferencia encuentras?
Creo que en el poemario anterior tenía un mayor miedo de decir ciertas cosas. Siempre cuando se escribe hay un miedo de ser demasiado explícita, por caer en cosas demasiado obvias. Yo creo que antes tenía más ese miedo. Ahora sí siento que no hay que tener tanto miedo de decir las cosas de una manera más directa.

¿Cómo así estructuraste el poemario?
Al principio me costó ordenarlos. Sentía en un momento que tenía un montón de poemas sueltos pero que no constituían ningún conjunto. Me ayudó mucho un amigo al que le di a leer los poemas; él me dijo que era un solo poema y no varios, pues los había leído en Word y como que se habían desconfigurado. Y ahí me dije por qué no plantearlo como un solo poema.

El libro se inicia con una serie de poemas que remiten a la infancia...
Claro, hay como una narración. Hay unos poemas que tienen que ver con una infancia. Y luego vienen otros que tienen que ver con una relación de pareja y luego con una pérdida, con una muerte, y luego con un proceso posterior a esa pérdida. Entonces, de algún modo, sí hay una historia.

¿Fue difícil escribirlo?
Fue extraño. Algunos de estos poemas son más viejos y otros, más recientes. Y es que durante un montón de tiempo no escribí o escribí muy poquito. Pero después de la muerte de José (Watanabe) empecé a escribir mucho. No sé, quizás supongo fue parte del proceso de tratar de lidiar un poco con la pérdida, con el dolor. Y para mí fue una manera de lidiar con ese dolor pero sin quedar solamente en el dolor sino salir de él. Y escribirlo era una manera de procesarlo.

*Publicado el lunes 07/07/08 en Correo.

domingo, 6 de julio de 2008

Entrevista a LUIS NIETO DEGREGORI


Luis Nieto Degregori no sólo es un autor de irrefutable calidad literaria sino que, además, ha conseguido el reconocimiento de su obra sin abandonar su Cusco natal. De paso por Lima, aprovechamos para charlar con él a propósito de la aparición de El guachimán y otras historias (Alfaguara, 2008).

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de VÍCTOR VÁSQUEZ

¿Cómo decide agrupar estas tres historias?
Las fui escribiendo a lo largo de bastantes años, a raíz de una temporada que viví en Lima a fines de los noventa. Y están publicadas en el orden en que fueron escritas. Primero fue La mala conciencia, entre el 2000 y el 2001; la novela corta Ninochka, entre el 2003 y el 2004; y El guachimán, en el 2006. Y también escribí otras cosas. Pero estas tres historias decidí agruparlas porque me parecen que tenían un hilo en común. Está el tema del sexo como sucedáneo del amor, pero también un sexo en el que se juegan muchos conflictos, un sexo que viene a ser una herramienta de ascenso, de adquirir estatus. Por eso agrupé las tres historias en un solo libro.

Y vuelve el tema del amor y del sexo, muy presentes, por ejemplo, en Cuzco después del amor
Sí, yo veo un lazo estrecho de este libro con Cuzco después del amor, porque en realidad es lo mismo. En esa novela se da, en cierto sentido, el aprendizaje sexual de un personaje, pero en un triángulo amoroso con la ciudad del Cusco y una chica que no es de su condición social. Acá como que vuelvo al tema, pero me traslado a Lima. Una Lima que en estos momentos es el reflejo de todo el Perú. La nueva Lima, que está preñada de conflictos. Y a espacios como los hostales, los casinos, donde me parece que se puede rastrear estos conflictos. Porque es también el sexo como dominación social, el sexo desde el poder que te da tu estatus económico, tu estatus social.

El sacerdote, personaje del primer relato, inicia una relación con la muchacha por un exclusivo deseo de satisfacción sexual, pero luego aparecen otros sentimientos, como la culpa…
Ella ha vivido más cosas, ha sufrido más cosas, y por eso el sacerdote termina involucrado en una relación mucho más compleja que el juego de seducción, donde entran esos factores que tú has señalado: los sentimientos, la culpa, “la mala conciencia” que es el título del cuento. Es una historia que refleja bien lo que puede ser el sexo y el amor cuando el varón y la mujer no están en una relación de igualdad.

¿Cómo abordó la segunda historia del libro?
Me interesaba explorar lo mismo en Ninochka, pero tomando el punto de vista de la mujer, y centrarme en estas dos muchachas, una de clase media y otra de sector popular, hija de migrantes, que durante el día intercambian papeles, pero superficialmente, sólo en apariencia. La muchacha de clase media se va a un pueblo joven de desplazados ayacuchanos, y la chica de sector popular se va a trabajar a una boutique en Miraflores. Y es este intercambio de roles el que produce el conflicto, el encuentro con el personaje masculino que simplemente hace de catalizador de este conflicto.

En esta historia está presente la infidelidad y el machismo del personaje masculino.
Sí, efectivamente, en el caso del personaje masculino me interesaba ese tema de la infidelidad y el tema del machismo, que es un tema recurrente en lo que escribo sobre temática actual y que es otro de los temas importantes en Cuzco después del amor. Porque el machismo en nuestra sociedad le concede muchas ventajas al hombre. En una infidelidad el hombre suele ser el trofeo por el que las mujeres pelean, como que está por encima de las mujeres con las que se relaciona. Suele ocurrir casi siempre en el Perú machista, y es lo que me interesaba explorar en el caso de él.

¿Cómo surge El guachimán?
Parte de unos sueltos de periódico que leí hace unos años. Leí que un guachimán había escapado del lugar donde trabajaba con una bolsa llena de dólares, con unos 20 mil dólares. Y a los tres días leí, en el mismo periódico, el desenlace de la historia: habían capturado a este guachimán y habían descubierto que con el dinero se había comprado un colchón nuevo, un televisor a colores y una camioneta de segundo uso. Entonces me pareció tan simbólico lo que había comprado con ese dinero, que decidí ficcionar, sin indagar más, por supuesto, sobre este personaje. Lo que quise fue contar esta historia de un guachimán que al tener dinero se blanquea y adquiere estatus por unos días.

Han pasado un poco más de veinte años de la publicación de su primer libro. ¿Cómo ve a la distancia su obra en conjunto?
Mi trabajo ha estado alternando dos temas importantes, por un lado la actualidad del país, el momento de cambios que vive el Perú, los problemas que nos inquietan. Tuve una etapa dedicada al tema de violencia, de marginación, de machismo, de cómo somos los peruanos el día de hoy. Y hubo otro componente que fue la indagación al pasado, para tratar de entender el día de hoy. Porque la visión que tengo del Perú es la de una sociedad muy fragmentada todavía, que está avanzando hacia su integración pero con muchas pérdidas, de manera muy dolorosa. Eso es finalmente lo que alimenta mi literatura a lo largo de los últimos veinte años.

*Publicado en el diario Correo el domingo 06/07/08.

"Tomando té" de SHEILA ALVARADO


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de PÁVEL UGAZ

No sólo es una conocida artista plástica e ilustradora de libros infantiles. Sheila Alvarado posee además una antigua afición por la escritura. El año pasado publicó un libro para niños escrito e ilustrado por ella titulado Pelilargo (Alfaguara). Ahora, retomando esa alianza creativa entre el dibujo y el relato, Alvarado ha urdido una interesante historia ilustrada,Tomando té, (Altea, 2008) en la que dos personajes aparecen encaramados en dos cubos de azúcar navegando sobre las calmas aguas de una taza de té.

Siendo una artista plástica que escribe, ¿qué aparece primero –le pregunto–, la imagen o el texto? “Nunca lo sé, la verdad –me responde–. A veces aparece uno o a veces aparece el otro. Lo que tengo claro es que los dos van juntos. Puedo, por ejemplo, escribir cuatro líneas y dos de ellas tienen dibujos. Y normalmente siempre los tienen. Mis textos son mis bocetos, en cada frase yo ya tengo una imagen”, confiesa. La charla fluye amena en medio de la calidez de la librería sanisidrina Ksa Tomada mientras Alvarado recuerda el origen de la historia que acaba de publicar. “La escribí hace muchos años. Tenía las imágenes en la cabeza, pero no la quería ilustrar porque sentía que mi dibujo no era suficientemente bueno para ilustrar mis propios cuentos. Soy de las personas que no tiene apuro en sacar libros, quiero sacarlos bien y quiero sacarlos como los había planeado”, me dice.

Tomando té plasma los encuentros y desencuentros de una muchacha y un joven. “Es una historia de amor, pero es una historia de amor muy abierta. Podría ser una historia entre amigos o entre novios. Y es que para lograr algo hay que arriesgar algo. Es parte del juego. Pierdes un amigo pero ganas un novio, o pierdes un novio y ganas un libro”, señala la artista-escritora mientras compartimos dos tazas de té. “En mi casa siempre ha habido una jarra de té –me explica Alvarado–. Mi familia es de ascendencia china, de la cual pocas cosas han sobrevivido: una de ellas es la comida y el té. Mi abuela nos enseñaba a mis primas y a mí a servir el té. Y siempre me gustó mucho la idea que tienen los chinos de que tomar té es una ceremonia, un momento que no se vuelve a presentar, un momento único”. En Tomando té, Sheila Alvarado ha trazado una historia de fuerte contenido simbólico y emotivo, una historia, en resumen, para atesorar en el recuerdo.

*Publicado en Correo el viernes 04/07/08.