domingo, 31 de agosto de 2008

Entrevista a RICARDO SUMALAVIA


Tres libros de cuentos constituían la ineludible evidencia del talento literario de Ricardo Sumalavia. Además, el autor demostraría que la novela no es un territorio ajeno al resultar finalista del prestigioso Premio Herralde de Novela con Que la tierra te sea leve (Brugera, 2008), libro recientemente publicado en España.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía (cortesía): CATHERINE RICHARDS

¿Se puede decir que el tema central es, de alguna manera, la búsqueda: la búsqueda del hermano perdido, por un lado, y la del hermano literario, por otro?
Exactamente. Y en ambas búsquedas trato de establecer correspondencias, crear un tramado que articule toda la novela. Por un lado, con la historia de César y la búsqueda de su hermano, el enano Féfer, en pleno centro de Lima, de una noctámbula ciudad de Lima; y, por otro lado, la de un joven aspirante a escritor que trata de hallarse a sí mismo a través de libros, viajes y, especialmente, las búsquedas emprendidas por otros escritores. También intento en esas búsquedas establecer otras aristas, proponer un proceso en el que se construye una identidad que va mutando en su propia construcción.

Otro tema importante me parece que es el de la evocación, el de reconstruir, de alguna manera, el pasado. Sobre todo la infancia, periodo de vida que suele determinar la adultez.
Cada vez que trato de reconstruir mi pasado ficcionalmente, siempre termino mucho más antes de mi año de nacimiento, en 1968. Yo siempre quise que los recuerdos de los demás sean también mis recuerdos. De esa manera, ficcionalmente me he apropiado de la memoria de mis hermanos mayores, de mis padres, de mi entorno, especialmente por haber crecido en el centro de Lima. En cada rincón de esta ciudad han pasado tantas cosas que no pude soportar no apropiarme de ellas.

La familia es un tópico recurrente en tu obra. No es casual que uno de tus libros se llame Retratos familiares. Este tema también está presente en esta novela.
A mí siempre me ha atraído la relación que hay entre los hermanos. Mucho más, incluso, que la que hay entre padres e hijos. Los hermanos, por lo general, tienen los mismos orígenes; comparten todo, se proyectan entre sí, se construyen mutuamente y hasta se crean espacios imaginarios en común. Pero claro, no todos tienen la misma fuerza, esa complicidad duradera, y ese espacio imaginario empieza a despedazarse. Ese momento es el que me inquieta artísticamente. Todo esto lo planteo en la novela en diversos planos.

Una de las historias de la novela trata del hermano literario, de aquellos autores con los que uno encuentra coincidencias, lo que los hace cercanos... ¿Se puede decir que es una manera de rendir homenaje a tus hermanos literarios, a los miembros del grupo Centeno y también un homenaje a Carlos Calderón Fajardo?
En uno de esos planos del que te hablo es donde desarrollo mi hermandad literaria con Carlos Calderón Fajardo. Lo conocí cuando yo apenas tenía un puñado de cuentos y su amistad fue esencial en mi formación. En la novela no aparece su nombre; no era necesario. En mi libro, la hermandad va más allá de las identidades. Y si bien el grupo Centeno también fue crucial para mi formación como escritor, esta vez el homenaje no es para ellos. Creo que Iván Thays ya lo hizo magistralmente en La disciplina de la vanidad.

La novela muestra guiños con tu biografía personal. ¿Qué tan importante es la realidad dentro de tu ficción?
Te sonará contradictorio, pero me siento más seguro en el mundo de la ficción que en lo que entendemos por realidad. Por esa razón no tengo ningún inconveniente en quebrar esos posibles límites entre uno y otro. Es más, en el caso de Que la tierra te sea leve, los capítulos supuestamente más autobiográficos se nutren y discuten mucho más de la propia literatura, de la ficción; digamos que son más metaliterarios. Mientras que los otros capítulos, los que transcurren en Barrios Altos o el Centro, están poblados de personajes esperpénticos, carnavalescos, en una ciudad de Lima ficcionalizada a mi gusto. Este juego de difuminación entre lo real y lo ficticio creo que hace de mi libro una novela ezquizofrénica.

*Entrevista publicada en Correo el domingo 31/08/08.

MURAKAMI por NIÑO DE GUZMÁN


Leí Sauce ciego, mujer dormida (Tusquets, 2008) de Haruki Murakami hace ya varios meses con el febril entusiasmo de un devoto lector de este notable escritor japonés. Había leído –y disfrutado–, con anterioridad, algunas de sus novelas más celebradas y, sin embargo, me resultaba ajena su narrativa breve. Confieso que no había tenido la ocasión de apreciarlo en esa faceta. Por ello, Sauce ciego, mujer dormida, conjunto de cuentos del autor, resultaba, como lo ha señalado Guillermo Niño de Guzmán hoy en El Dominical: una “novedad”. Y si bien coincido con Willy en que Murakami posee mayores bríos en “una maratón” y no en distancias cortas (quién mejor que él para acotarlo, siendo uno de los más deslumbrantes exponentes del cuento en nuestro país), arriesgo a decir que muchos relatos del libro me parecieron estupendos (por ello no dudé en recomendárselo hace algún tiempo a Alberto Isola, quien también ha disfrutado de las novelas del japonés).
Escuchar hablar de literatura a Niño de Guzmán es para mí siempre un inmenso placer. Tanto como leer sus artículos que aparecen en El Dominical y que evidencian a un erudito y diligente lector. Por ello recomiendo su más reciente artículo, precisamente sobre el comentado libro de Murakami.

viernes, 29 de agosto de 2008

Presentación: Ulises Gutiérrez


REVUELTA EDITORES
presenta
The Cure en Huancayo
de ULISES GUTIÉRREZ
Hoy a las 7:30 p.m.
Lugar: Pescados Capitales
(Av. La Mar 1337, Miraflores)
Presentan:
IVÁN THAYS y MARCO GARCÍA FALCÓN

miércoles, 27 de agosto de 2008

Entrevista a RAÚL TOLA


Tras dos novelas publicadas, el escritor Raúl Tola reaparece en el escenario literario con Toque de queda (Planeta, 2008), un libro de relatos que intenta retratar la atmósfera opresiva que se vivió en la primera mitad de los ochenta.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de PÁVEL UGAZ

Tengo entendido que el libro se gesta paralelamente a la escritura de una novela...
El libro se fue construyendo al margen de mi voluntad. Porque yo me enfrasqué hace casi ocho años en un proyecto muy ambicioso, en una novela larga, compleja. Y como en todos los grandes proyectos tenía muchas dudas. Y esas dudas fueron surgiendo a lo largo de la construcción de la novela. Y eran dudas tan intensas que simplemente dejaba de escribir la novela por períodos de dos o tres meses.Y en esos meses, para oxigenarme, escribía relatos.Y cuando terminé la novela y pasé a pulirla descubrí que no funcionaba. Y la dejé archivada. Pero descubrí también que lo que sí funcionaba, los que sí tenían un lenguaje propio y una estructura común eran los relatos.

La violencia, presente en tu primera novela, reaparece en este libro.
Lo que pasa es que vivimos en una sociedad sumamente violenta. Y no me refiero solamente a los asaltos, a los asesinatos a los cambistas, me refiero todo, desde las relaciones que van construyendo nuestra vida en la escuela nos damos cuenta que estamos rodeados de una gran carga de violencia. Pero yo creo que hay una distancia entre la primera novela y este libro.En la novela la violencia era juvenil, y además esa novela la escribí lleno de rabia, pues en esa época tenía 20 años y estaba en un momento complicado. En cambio este libro es un texto más racional, más controlado. Si hay algo de lo que estoy orgulloso en este libro es que por fin siento haber encontrado mi propia voz.

Se advierte un avance cualitativo con respecto a tu primer libro. ¿Lo consideras así?
Sí, yo creo que la literatura es un oficio para tercos, para reincidentes. Y que más que un oficio es una vocación, es algo que uno tiene incrustado y que no se lo podrá arrancar nunca.Y lo que he hecho es insistir, y creo que la persistencia ha sido fundamental. Cada uno de los textos que parecen escritos muy fácil ha sido producto de un proceso muy doloroso y complejo de limpieza, de corrección.

Observando tus libros en conjunto, encuentro, entre otras recurrencias, que tu literatura es muy visual, llena de imágenes...
Sí, creo que es una virtud, pero también puede ser un defecto. Algo que he logrado en este libro ha sido acercarme a la interioridad de los personajes, con dos o tres frases, pero dándole consistencia a los personajes.Antes estaban simplemente pintados en la pared. Lo que he tratado de sumar a eso es otros elementos que le dan más consistencia. Y que he logrado porque soy mayor, he leído más, he escrito más...

Aunque no se menciona de manera explícita, los cuentos están vinculados de alguna manera por los años de violencia política. El terrorismo está en el libro como una presencia, como una atmósfera de miedo...
Sí, claro. Estuvimos conversando previamente sobre el cuento La víspera, que es el único relato en el que los subversivos tienen voz e imagen. Es un poco como en El silencio de los inocentes, que creo basó su éxito en que Aníbal Lecter apareciera diez minutos en toda la película. Más que un personaje era una presencia que flotaba encima de los demás personajes. Entonces, claro, la violencia subversiva en el libro es algo parecido a eso, más un ambiente, más una sensación, que un hecho concreto.Cada vez era más difícil salir a la calle, tanto que se nos robó la noche. Ese es el sentido que le he querido dar al título del libro: el Toque de queda significó para mi generación que la noche se volviera un territorio ajeno, alejado, donde ocurrían cosas fantasmagóricas y acontecimientos de guerra entre dos ejércitos de hermanos, finalmente; unos equivocados, seguramente, pero finalmente peruanos. De allí el epígrafe: Ninguna guerra es guerra hasta que el hombre mata a su hermano.

¿Qué tal la experiencia de ver filmada tu primera novela?
Me parece que los ajustes que se le hicieron a la novela fueron muy precisos, sirvieron mucho para la película. Y es bien raro, porque ahora los personajes que antes imaginaba de otra manera, ahora no puedo dejar de imaginármelos como los vi en la película.

*Entrevista publicada en Correo el miércoles 27/08/08.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Entrevista a JOSÉ DE PIÉROLA


El cuento no es un género ajeno al escritor José de Piérola. Hace algunos años obtuvo el Premio Internacional Max Aub con su relato "En el vientre de la noche". Ahora acaba de reunir en Sur y norte (Norma, 2008) nueve relatos que comparten un vínculo temático.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de PÁVEL UGAZ

En Sur y norte están presentes temas como la violencia y la migración...
Es un proyecto que empecé más o menos en el 2000 o 2001. Y me interesaba esa idea de explorar el tema de la inmigración y el tema de la violencia tanto política como económica, que son las dos violencias que empujan esa migración. Y en qué medida esa migración depende también de lazos afectivos. Pero, por otro lado, quería que el libro fuera no sólo una colección de cuentos sino un libro más integrado, que cada cuento tuviera un lugar más o menos específico y que hubiera una cierta disposición que plantee también automáticamente de qué es el libro.

Un libro sobre los desplazamientos forzados, ya sea dentro o fuera del Perú.
Es uno de los grandes temas que va a lo largo de todo el libro. Y he tratado de mantener también una cierta relación cronológica. Por ejemplo, el primer cuento es de un inmigrante andino que llega a Lima, y el último, es un hijo de inmigrantes peruanos en Estados Unidos. Y lo más difícil para los cuentos ha sido encontrar la forma de narrar que más se adecúe al relato.

¿Por ello cada cuento está abordado estilísticamente de manera distinta?
Claro, por eso los nueve cuentos son totalmente diferentes en la forma o la estructura narrativa. Eso también me parecía importante para hacerlos más individuales.

Y sin embargo, todos están emparentados...
Claro, lo más difícil era tratar de tener nueve cuentos originales que al mismo tiempo estén integrados. Y espero haberlo logrado, porque esos temas: desplazamiento, inmigración, violencia, lazos afectivos son, digamos, los hilos que los unen de manera indistinta.

En el cuento En el vientre de la noche se produce una confrontación ética en el protagonista.
Es una confrontación ética, sí. Una posición en la que han estado no sólo los militares, sino también incluso civiles, en la época de la violencia. Y que los obliga a confrontar la responsabilidad con la posición ética. Y en muchos casos uno no se da cuenta que hay una cierta postura ética hasta que esa postura ética entra en conflicto con la responsabilidad. Y es algo que me interesaba explorar en los cuentos, porque no se puede resolver eso satisfactoriamente. Por ejemplo, en el segundo cuento de la tercera parte (Mañana lo buscamos) el personaje siente que ha debido hacer algo diferente a lo que hizo, y se ha quedado con eso pendiente, sin resolver, a pesar de que ahora vive en los Estados Unidos.

Tus dos novelas anteriores forman una trilogía que se completaría con una próxima a aparecer. ¿Este libro de alguna manera no es complementario a esa trilogía?
Sí, está dentro de esa temática. Camino de regreso está ambientada en el año 1992; y Un beso de invierno está situada después del año 93; y la tercera novela se sitúa antes del 92. Pero paralelamente estuve escribiendo cuentos. Y como dices es complementario porque está en torno a la misma época, con algunas preocupaciones semejantes; pero también abre un poco el espacio a otras preocupaciones, como el desplazamiento y la migración. Y creo que forma parte de un conjunto.

*Entrevista publicada en Correo el miércoles 20/08/08.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Entrevista a PATRICIA DE SOUZA


Patricia de Souza, conocida escritora peruana radicada en Francia, estuvo hace unas semanas en México para ultimar detalles con respecto a la aparición de un nuevo libro: Erótika (JUS, México, 2008). De paso por Lima, De Souza comparte algunas reflexiones –en exclusiva– sobre este conjunto de cuentos que giran en torno al placer.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de PÁVEL UGAZ

El placer suele estar intrínsecamente ligado a la libertad...
Sí, a partir del momento en que se habla de lo sensorial, del cuerpo, se habla del deseo, y el deseo es, digamos, el catalizador o el indicativo de nuestra libertad. Es decir, saber dónde está tu deseo es saber dónde está tu libertad. Hay una relación directa entre deseo y acción. En realidad, el deseo contrariado es lo que el sicoanálisis describe como neurosis: hasta qué punto el deseo puede ser satisfecho o no.

En tu blog reflexionabas sobre el consumo. Y el sexo no escapa a eso.
Me da la impresión de que estamos viviendo una época de consumo. El sexo se ha convertido también en una industria. Mira todas esas tiendas de sexshop. Hay una actitud consumista; consumes sexo, consumes afecto, todo se consume. Pero no importa el porqué, es ir hacia eso sin hacerte la pregunta. Todo el mundo habla de libertad sexual, pero ¿es libertad realmente? ¿Hay elección o es simplemente porque está de moda hablar del tema? La desinhibición, la bisexualidad... Eso puede ser consumo y no necesariamente una actitud de libertad. Más bien puede haber una presión.

¿Erótika puede leerse como una reivindicación del placer y el sexo a partir de la libertad?
Este texto trata de reivindicar el sexo y el deseo a partir de la libertad, a partir de una presencia de la persona en sí misma, por eso es que los personajes deciden, actúan, se mueven, pero están conscientes también de que hay una dimensión que se les escapa. Por eso el epígrafe es de Pascal Quignard y dice que El hombre es aquel animal al cual una imagen le hace falta. Porque yo creo que el sexo hace que nos relacionemos con los estados más primitivos. Yo creo que hay una dimensión que es metafísica en la relación incluso corporal, sensual.

Gioconda Belli me decía hace poco que el erotismo en la literatura siempre estaba tratado a partir de la mirada del hombre...
Exactamente. Si te pones a hablar de los clásicos, son los hombres los que han hecho literatura erótica. Y después las mujeres lo han hecho desde el punto de vista más lésbico, por ejemplo Anais Nin. Yo creo que toda escritura es política. Pascal Quignard, que tiene un libro precioso que se llama La noche sexual, decía que la organización de la sociedad y del placer está destinada a controlar a la mujer y la maternidad. El poder político significa hacer que las mujeres se neutralicen, y en el manejo del cuerpo y del placer eso obviamente es una cuestión política. ¿Por qué las mujeres no hablan de los hombres? Porque ningún hombre quiere verse en tanto que objeto. Lo aceptan, pero no desde el punto de vista formal que viene con la escritura.

¿Cómo se insertaría este libro dentro de tu obra?
Claro, tiene que ver porque si ves los personajes de Electra en la ciudad, podrían ser personajes de este libro. Ninguno de mis personajes van a ser conservadores, y generalmente están en conflicto, no están amansados, están en guerra. Esa es una constante.

*Entrevista publicada en Correo el miércoles 13/08/08.

jueves, 7 de agosto de 2008

Entrevista a ENRIQUE PROCHAZKA


Al poco tiempo de publicarse, Un único desierto de Enrique Prochazka se convirtió en un libro de culto y, al mismo tiempo, en un libro inubicable. La editorial Matalamanga celebra los diez años de la aparición de la ópera prima de Prochazka con una bien cuidada reedición que contiene, además, un estupendo texto del español Enrique Vila Matas alusivo al autor.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de JAIRO VEGA

Han pasado diez años de la publicación de Un único desierto, ¿cómo tomas la aparición de esta reedición?
Es una prolongación de la misma maldición que ha tenido Un único desierto durante toda su existencia. El libro está hecho de cuentos que fueron de taller, cuentos muy tempranos y que yo no pensé que estaban constituyendo un libro. Por lo tanto, se demoraron mucho en alcanzar forma de libro. Entre la fecha de Taylor, que es el primero de los cuentos, y la publicación, pasan 17 años; que cuando tienes 34 es toda tu vida (risas). Es un libro demorado. Y a mí me ha parecido que ese es su destino.

¿Por qué demoró en publicarse la primera vez?
Aquella vez se demoró producto de un error: Alex Forsyth me estaba esperando a mí y yo lo estaba esperando a él. No nos comunicábamos. Y eso nos tomó un año y medio. Y lo que ha pasado con esta edición de Matalamanga es lo mismo, un poco a escala menor. Pero también con la misma sensación de voy a dejar que salga a su ritmo, pero a su ritmo nunca salía. Los amigos de Matalamanga, que están aprendiendo el oficio, lo hacen bien, pero seguimos afectados de informalidad, por aquí y por allá. Y yo decía: Si no me agito, nada sucede (risas), y no me agité, entonces las cosas se demoraron mucho. Enrique Vila Matas me escribió para decirme oye, Enrique, el texto que te escribí no veo que lo estés usando y te pido permiso para hacer otra cosa con él. Le dije no, sí lo estamos usando, ahorita sale. Y de allí hasta que salió pasó un año.

Tras la primera edición, Un único desierto se convirtió en un libro de culto, inhallable...
Creo que los primeros lectores entusiastas del libro fueron mi tía y mi prima; y algunos amigos del círculo entre los que estaba Limache. Pero luego ha ido ganando espacios, principalmente, yo diría, en las facultades de literatura. En San Marcos y en la Católica comenzó a circular el libro de mano en mano. Pronto hubo en el piso, afuera de San Marcos, fotocopias de Un único desierto. Pero nadie encontraba el libro impreso. Entonces empieza a formarse la leyenda negra de libro inhallable. Y lo mismo le ha pasado a Casa y a Cuarenta sílabas, catorce palabras.

Con el tiempo el libro ha cobrado importancia...
Sí, ahora veo que lo celebran como un libro importante de los noventa, un libro un poco inclasificable. Pero los noventa se caracterizaron por eso. Está Mario Bellatin, algunas cosas de Fernando Iwasaki, Oscar Malca, Iván Thays; abriendo género cada uno.

En tu literatura advierto dos características principales: el extremado cuidado del lenguaje y el entramado complejo de las estructuras...
La primera no sé si es tan importante como la segunda. La pondría en otro orden. Yo fundamentalmente hago estructuras. Creo que el lenguaje es una capacidad que no puedes dejar una vez que la tienes. Entonces, ya no cuesta tanto esfuerzo. Recuerdo que cuando hacía algunos de los cuentos de Un único desierto me proponía escribir un par de palabras difíciles. Pero no era para fastidiar a nadie, era porque me gusta el lenguaje, me gusta la precisión. Si tienes una llave inglesa de 3/16 en vez de una llave inglesa de 5 mm. prefiero usar la llave inglesa de 3/16 si es exactamente el formato. De manera que las palabras exactas me dan un gusto enorme. Pero ya está, no lo estoy trabajando, dejo que fluya. Lo que sí estoy trabajando más son las estructuras.

No hace mucho hiciste una nueva versión, para una editorial española, de un clásico de Shakespeare: Romeo y Julieta...
Claro, por no decir un remake, porque no es un remake. La experiencia fue interesante. Lo que buscaba era ver qué se podía hacer con un argumento tan manido. Entonces, me vino a salvar el nombre, porque yo le puse Averno a mi historia antes de escribirla. Y me di cuenta que al trasponer las letras de Verona a Averno, sucedían ciertas cosas en el orden de las letras que me parecía muy interesante desde el punto de vista circular. Entonces me propuse hacer con las secciones de la obra lo mismo que le estaba pasando a las letras del libro. Traté de hacer eso. Al final incluso eso lo trastorné. Pero el proyecto salió como un proyecto estructural.

*Publicado el jueves 07/08/08 en Correo.

domingo, 3 de agosto de 2008

Entrevista a ANTONIO ORLANDO RODRÍGUEZ


El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez –quien reside desde hace años en los Estados Unidos– aterrizó en Lima para presentar, en la Feria Internacional del Libro FIL-2008, su premiada novela Chiquita (Alfaguara, 2008).

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de VÍCTOR VÁSQUEZ

¿Cómo ha tomado el tema de la promoción, los innumerables viajes, las seguidillas de entrevistas?
Es toda una experiencia, porque implica recorrer casi toda América Latina a un ritmo a veces vertiginoso. Pero en mi caso particular es un reto, porque habitualmente soy una persona que vive muy encerrada en su casa. Tengo fama de ermitaño. Entonces ha sido un esfuerzo para mí esta exposición, pero muy gratificante.

¿Qué fue lo que le atrajo de Chiquita?
Lo que me atrajo es que era diferente y la forma cómo supo manejar su condición de diferente, sacándole partido, logrando que su singularidad física no le impidiera triunfar profesionalmente, ser una celebridad y vivir una vida amorosa muy intensa; todo eso fue lo que me apasionó del personaje. Y más allá de eso, lo que me resultó muy atractivo y terminó por decidirme a convertirla en heroína de una novela fue la época que ella recorre, que va desde los inicios de la guerra de independencia en Cuba hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. Todo ese tránsito de finales del siglo XIX a inicios del siglo XX me parece el más apasionante de la historia de la humanidad. Hay muchos cambios sociales, políticos, descubrimientos tecnológicos, modificaciones en las normas morales. Estaba todo: un personaje seductor y una época que representaba un reto poner en escena en una novela.

Podría decirse que Chiquita fue una adelantada a su época. En pleno siglo XIX mantiene una relación sentimental con un hombre mucho menor que ella...
Más que eso, en aquella época era muy difícil que una mujer tomara las riendas de su carrera, y más tratándose de una liliputiense. Porque generalmente todos aquellos personajes, que hoy conocemos como freaks, tenían empresarios que guiaban sus vidas y tomaban decisiones por ellos como si fueran marionetas. Ella fue una mujer autónoma, lo que la convierte en una mujer atípica para su época. Yo no diría que fue una feminista ni mucho menos, porque en esa época no existía ese concepto. Pero digamos que para ser mujer en el siglo XIX vivió la vida de una manera bastante transgresora.

¿Qué sucesos de la vida de Chiquita le llamaron más la atención?
Mira, no todo lo que descubrí lo utilicé en la novela. Lo que no me pareció atractivo para una novela lo deseché. Porque no estaba haciendo una biografía, no estaba obligado a ser fiel a la realidad. Lo que quería era hacer un reflejo literario de un personaje real. De los episodios documentados de su vida, los que más me atrajeron fueron: primero su visita al Presidente de los Estados Unidos, de la cual existe material periodístico, y también esa etapa en la que ella es la principal atracción de la Exposición Panamericana de Búfalos en 1901. Eso también está documentado. Entonces fue muy rico porque pude usar muchos detalles de la vida real e incorporarlos al libro.

¿Puede decirse que la novela reivindica la condición de ser diferente?
Yo creo que es una de las lecturas que admite la novela. En los distintos países por los que he pasado me he encontrado con personas que me revelan nuevas interpretaciones. Pero lo curioso es que no son antagónicas. Ahora, yo creo que puede funcionar como un recordatorio de que todos somos diferentes, de que lo normal es ser diferentes. El día que dejemos de ser diferentes debemos empezar a preocuparnos, porque precisamente lo que nos hace únicos es esa diferencia.

Algunos dicen que la novela es una metáfora política de lo que pasa en Cuba...
Yo creo que es una interpretación interesante. No estaba en mi ánimo de manera consciente cuando la escribía. En mi caso, casi siempre escribo muy concentrado en los personajes, las peripecias, la acción y me olvido un poco de los significados que pueden construirse a partir de esa historia. Entonces, quizás de manera involuntaria pueda ser que Chiquita resulte una metáfora sobre el destino de Cuba y su voluntad de ser diferente a lo largo de la historia. Pero, le voy a ser sincero, Carlos, más que hacer una analogía implícita con Cuba me interesaba proponer una reflexión sobre el ejercicio del poder y las relaciones que el poder establece entre grandes y pequeños.

*Entrevista publicada el domingo 03/08/08 en el diario Correo.