sábado, 26 de mayo de 2007

Entrevista a FERNANDO AMPUERO


La iniciación literaria de Fernando Ampuero se legitima en 1972 con Paren el mundo que acá me bajo (Estruendomudo, reedición 2007), un conjunto de relatos dotado de inquietudes vitales que determinarían el destino narrativo del autor.
Entrevistan MANUEL ERÁUSQUIN y CARLOS M. SOTOMAYOR

Todo escritor tiene un vínculo emotivo muy fuerte con su primer libro ¿En tu caso, qué es lo más te une a Paren el mundo que acá me bajo?
Paren el mundo que acá me bajo, tiene para mí un significado muy especial. Se trata de mi primer libro entregado a la imprenta y, por lo tanto, de mi primer impulso suicida. Escribir y publicar libros, ya se sabe, tiene mucho de impudor y de ánimo auto destructivo, pero también, afortunadamente, de enorme ilusión. Me refiero a esa peregrina ilusión de creer que es posible hallar un lector que nos sintonice.

La nueva edición es bastante singular, divide los cuentos en dos bloques: lado A y lado B, como los antiguos discos.
Los editores de Estruendo mudo, atendiendo a las rockeras alusiones musicales de mis cuentos, han dividido el libro en dos partes, Lado A y Lado B, a la manera de los discos de acetato, hoy atesoradas nostalgias. El lado A reúne los textos escritos a fines de la década del sesenta, cuando yo contaba con 19 años. Esos textos vieron la luz en una edición artesanal y llena de erratas, aparecida en 1972, cuyo título fue Paren el mundo que acá me bajo. El lado B, donde figuran relatos nuevos, apareció en 1975 bajo el título Deliremos juntos y como añadido al primer volumen. Bajo este último título, y con algunas purgas de por medio, se sucederían varias ediciones, hasta que, en 1982, a 10 años de la edición original, incorporé un relato que estaba huérfano de libro, titulado "El departamento". He consignado este complejo tráfico de cuentos porque la bonita edición que presenta ahora Estruendo mudo recoge la última versión del libro, pero le restituye a todo el conjunto el título original, Paren el mundo que acá me bajo.

Sin embargo, en esta edición también se han incluido fotografías tuyas de aquella época de juventud, una especie registro de la memoria.
Cierto, a la manera de un bonus track, incluye varios interesantes anexos: dibujos y comentarios críticos sobre el libro, así como fotografías del autor que corresponden a la época de su escritura, hace 35 años, cuando el autor tenía un pelo larguísimo que como ves ya no tiene. (Risas)

¿Pero en términos creativos cómo valoras esos cuentos después de treinta y cinco años?
Esos cuentos han sido el trabajo de juventud, la obra de un muchacho que por entonces estaba por terminar la adolescencia, pero que todavía, con algunas resacas de niño, sentía que había encontrado un nuevo juguete maravilloso: el lenguaje. Un juguete hecho de palabras, de música, de bríos, de significados; un juguete que ofrecía, en su más secreto mecanismo, la posibilidad de atrapar y trastocar el universo. Las palabras, ni qué decir, me venían de todos lados. De las conversaciones en la calle, de los libros que leía, de las películas que veía en el cine y la tele, de la susurrada penumbra en algún porche durante mis trémulos asedios amorosos. Y con ellas, deslumbrado, como descifrando la luz y el color de piedras preciosas, escribí estos cuentos y relatos. Los escribí con verdadera pasión. Y los escribí, además, echando mano a todos los lujos y audacias de la juventud: utilicé diferentes técnicas narrativas, diferentes géneros y, por cierto, diferentes estilos. Me urgía probar los sonidos de cada forma.

En cado uno de los relatos se evidencia un afán por explorar, por acercarse a nuevas formas de lenguaje.
El afán de experimentalismo es quizá el signo más relevante en esta época de mi escritura. Escribí relatos de tono intimista, relatos fantásticos, relatos metafísicos, relatos existenciales, relatos negros endeudados sin ambages con la novela policial, el cine noir y el cómic (incluso en la nouvelle "Irse por las ramas" echo mano a las onomatopeyas del cómic), relatos transidos de poesía y pavor, como "Muchacho de la playa", que está en las lindes de la prosa poética, lo que me permitiría una aproximación a las angustias alucinatorias de las drogas, y relatos, en fin, donde se muestra a jóvenes en diversas actitudes vitales, y donde por primera vez, según se comentara en los diarios de aquellos días, haría su debut literario en el Perú la marihuana, la mescalina y el LSD, tres trampolines de la mente por donde se lanzaban los muchachos de los viejos tiempos. Tan variado menú, por cierto, me proporcionó la felicidad de ser, en un mismo libro, cinco o seis escritores distintos en trance de reunificación, es decir, en vías de definir la opción de mi futura autonomía expresiva.

Un aspecto interesante es que tu libro siguió un camino distinto, no siguió la línea del realismo social, género muy en boga por aquellos años.
Paren el mundo que acá me bajo irrumpió en un contexto donde el realismo social y lo que se llamó por entonces “literatura comprometida” llevaba la voz cantante. Mis primeros cuentos, en ese contexto, no tenían cabida. Y es que éstos, respecto al tema literario, querían reflejar otro tipo de marginalidad, porque mostraban a adolescentes de las clases media y alta en situaciones inéditas. El mochilerismo, el hippismo, la presencia de güiros de marihuana y drogas psicodélicas, el tráfico de cocaína (tengo por ahí un dealer de primera generación), la liberación sexual, el ludismo retorcido de ciertos especimenes y muchas otras cosas que ya se veían por las calles del Perú a fines de los sesenta, no habían tenido por entonces un registro literario. Y este fue, en efecto, el contexto que a mí me interesó, y en el que, de una u otra manera, también participé. A los 19 años yo tenía el pelo largo, pero en mi caso al menos no se trataba de una simple moda. El pelo largo era, para muchos, una señal de cambio, una respuesta a los convencionalismos y una manera contestataria de salir al mundo, un mundo en el que casi todos lucían el cabello recortado y vestían saco y corbata. No hay que olvidar que el uso del smoking, entre otras formalidades, recién se perdió como hábito en 1968, tras el gobierno militar revolucionario del general Juan Velasco Alvarado, y que los Beatles, los primeros pelilargos, vestían saco y corbata en su primera etapa. Las melenas desaforadas vendrían solo entre fines de los sesenta y principios de los setenta.

En tus años de juventud, te sentías identificado con las ideas de izquierda
Yo era un joven con claras simpatías de izquierda, pero que evidenciaba serios problemas de compatibilidad. Y es que no militaba en ningún partido y, para colmo, sospechaba de la dictadura militar. Para decirlo en breve, andaba solo como un perro. Así que cogí una mochila y me mandé mudar. Como izquierdista, digamos, cultivaba un corazón romántico. Cuba era entonces la conciencia romántica de mi generación, como la Guerra Civil Española lo había sido para la generación de mi padre. En mis viajes, me iría luego a vivir a Hungría, un país comunista, y a recorrer otros países detrás de la cortina de hierro. Y después, claro está, sobrevendría el desencanto, pero en esa época mis simpatías estaban muy arraigadas. Ello, sin embargo, no impidió que me abriera a otras opciones. Y así, tanto en Perú como en el exterior, conocí a gente que exploraba simultáneamente tres, cinco o más opciones. Entre Paren el mundo y Deliremos juntos, yo pasé una larga temporada en la islas Galápagos, cosa que me hizo conocer a la fauna más diversa de la juventud de aquellos tiempos. Así, conocí a gente que se declaraba de izquierda, pero tomaba drogas, hacía yoga, practicaba el budismo zen, comía solamente verduras y eran fanáticos de Marcusse, un filósofo que buscaba conciliar el marxismo y el psicoanálisis. Conocí a militantes de la marihuana, que despreciaban a quienes bebían licores. Conocí a sesudos lectores de Jean Paul Sartre y Albert Camus, cuya máxima aspiración en la vida era montar una tienda de bicicletas. Conocí a antropólogos estructuralistas, dedicados a estudiar a los brujos de la selva, y que, por las vías del ayahuasca, aseguraban tener frecuentes contactos con extraterrestres. Varios de esos discípulos de Levi – Strauss, por si fuera poco, eran comunistas recalcitrantes. Conocí a un ecologista de la primera hornada, famoso lector del Tarot y médium, y que fumaba marihuana para espantar los malos espíritus. Este último, aun cuando no se reconocía de izquierda, pensaba que la magia de Fidel Castro provenía de una gran carga magnética concentrada en su barba.

Qué significó esa época de juventud para ti, donde te iniciaste en la literatura, y empezaste a abrir los ojos frente a la vida.
Creo que mucho de aquella juventud, locuras aparte, no quería perderse de nada. Y que semejante entusiasmo, sin duda, me fascinó. Finalmente, quisiera agregar que, para un joven como yo, el mundo lucía entonces más rico y pintoresco, y que a lo mejor por eso me entraron unos irrefrenables deseos de escribir, y que ponerle a mi cuentos el título de Paren el mundo que acá me bajo, más que un simple alarde de época, que sin duda lo fue, sería también mi manera de decirle a quien quisiera oírme: “Hola, muchachos, aquí estoy”. Y aquí estoy, también ahora.
* Fotografía de EDUARDO CAVERO.
** Entrevista completa. Una versión editada apareció en el diario Correo el 27/05/07.

viernes, 25 de mayo de 2007

TEATRO: Un matrimonio de Boston


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

David Mamet no es un autor cualquiera. Su estilo desenfadado e irreverente lo ha situado en un lugar de preferencia en la escena teatral norteamericana. Apenas conocido en Lima gracias al montaje de Edmond –realizado por el desaparecido José Enrique Mavila hace más de una década–, Mamet vuelve a escena esta vez con la obra Un matrimonio de Boston, bajo la estupenda dirección de Alberto Isola.


Ambientada bajo el conservadurismo del siglo XIX, Un matrimonio de Boston nos presenta a dos mujeres que han mantenido una larga relación sentimental, protegidas por el siempre ostentoso velo de las apariencias: evidente crítica a la doble moral de ayer, hoy y siempre. Contrariamente a lo que uno podría suponer, el tema de la homosexualidad no es el protagónico en esta pieza. Mamet no ha caído, por suerte, en exhibicionismos estériles; por el contrario, el autor parece dejar sentada una especie de normalidad que aún hoy causa urticaria en la delicada epidermis de muchos sectores del conservadurismo duro. Para ello ha enfocado la tensión dramática en otra dirección, en una verdaderamente relevante y universal: la de aquellos enigmáticos hilos que mueven a diestra y siniestra toda relación sentimental. Los chantajes viles que una persona puede endilgarle al sujeto amado. Los extremos a los que uno se rebaja enfebrecido por aquel sentimiento desquiciante y, al mismo tiempo, de incandescente fulgor.

Los diálogos lucen ese filo deliciosamente iconoclasta y de evidente impronta wildeana (poseen la inteligencia de los parlamentos de La importancia de llamarse Ernesto). Y claro, el efecto de éstos resulta eficaz no sólo por la atenta dirección de Isola (quien ostenta el mérito adicional de haberse encargado de la traducción), sino también por el talento desplegado por las tres actrices. Mención especial para Sofía Rocha, cuya caracterización resulta, a todas luces, soberbia. Mamet nos cautiva con ese humor insuflado de ironía y de esa manera nos introduce en el drama existencial de sus personajes. Una vez adentro no hay marcha atrás. La confrontación con uno mismo es inevitable.

Obra: Un matrimonio de Boston
Autor: David Mamet
Teatro: CCPUCP De jueves a martes (20.00 horas)

* Fotografía de GISELA SAN MIGUEL

jueves, 24 de mayo de 2007

Entrevista a REINHARD HUAMÁN


La génesis de la ópera prima de Reinhard Huamán se halla en un breve poema que se fue extendiendo, incontenible, hasta exigir su propia autonomía. El resultado: El árbol (tRpode editores, 2007), poema río que ha sido publicado en una muy bien cuidada edición.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

El árbol es un solo poema largo, lo que se llama poemario. ¿Lo concebiste así desde un inicio?
Yo estaba trabajando un libro y dentro de éste apareció la idea de este poema, pero para que lo integre. El poema se fue alargando. Primero pensé hacerlo una sección dentro del libro. Pero siguió creciendo y llegó un momento que, al compararlo con lo demás, eran completamente distintos. Es ahí cuando decidí hacerlo como un libro independiente.

El poema evidencia un gran tema: El origen...
La idea es captar el origen en su estadio primigenio. Captar el origen cuando parte, aun cuando se vea que el árbol crece y todo. Me interesaba más ese momento de creación, de luz. Y un poco emparentarlo con esa idea mítica del nacimiento.

¿Por qué la figura del árbol?
La figura del árbol me interesó mucho porque es un arquetípico mitológico muy fuerte, está presente en todas las culturas de diversa manera. Por ejemplo, en la cultura andina es el nexo entre el mundo de arriba y el mundo de abajo. Para los escandinavos era la visión de la sabiduría, para los celtas igual, era un dios para ellos. Y juegas también con la idea del árbol genealógico.

Si bien algunas partes del poema pueden parecer oscuras, lúgubres, hay también una gran dosis de luminosidad y esperanza…
Claro, lo que pasa es que juego con esta idea mítica del caos-cosmos, de la vuelta siempre a la oscuridad-luz. Esta lucha constante muy dinámica y propia del pensamiento mítico.

Hay un tono medio profético...
Tiene un tono bíblico muy tenue, medio asolapado, que te va diciendo las cosas que van a venir. Pero que es al final de cuentas todo origen mitológico tiene la forma de un sueño, del abrir y cerrar los ojos del dios. Obviamente aquí no hay dioses, es simplemente la génesis de la naturaleza. Es prehumano, al menos eso intenté.

¿Quiénes son tus referentes, tus ángeles tutelares, como decía Borges?
Leo mucha poesía, pero hay poetas a los que siempre vuelvo. Me gusta mucho los poetas herméticos italianos. Para mí son geniales Montale, Quasimodo, Ungaretti. Me gusta mucho la poesía griega del siglo XX como Odiseo Elytis, Constantino Kavafis.

¿Y poesía peruana?
También. Me gusta mucho Varela, Eielson o el mismo Oscar Málaga.

¿Cómo ves la poesía peruana última?
Lo que yo estoy viendo en mis coetáneos es que cada uno escribe a su manera, hay mucha diversidad. Lo que es bueno, pero a la vez es malo porque no te permite agruparlos. Ahora con las cosas nuevas que han aparecido, la internet, los blogs, cualquiera puede acceder a muchos referentes que te diversifican más. Libros que antes no llegaban acá ahora los puedes encontrar en internet.

*Fotografía de LUIS IPARRAGUIRRE.

martes, 22 de mayo de 2007

Presentación


Gabriel Rimachi me acaba de informar, vía mail, que la presentación de la reedición del libro de relatos Amores bizarros de Max Palacios se realizará el jueves 24 de mayo, a las 7:00 p.m. en el Jazz Zone (Pasaje El Suche, Alt. Cdra. 4 de Alcanfores, Miraflores). El libro ha sido publicado por Casatomada editores y ARSAM editores. Los comentarios estarán a cargo de: Oswaldo Reynoso, Javier Arévalo y Leonardo Aguirre.

JOSE DONAYRE anuncia nuevo libro


Pepe Donayre anuncia nueva publicación. Estupenda noticia, sin duda, para quienes hemos disfrutado sus libros anteriores (especialmente, en mi caso, La trama de las moiras). Se trata de Horno de reverbero, un conjunto de cuentos y reflexiones breves que, como cuenta Pepe en un email, empezó a publicar en un blog homónimo. Pepe Donayre cuenta además que ha retomado dicho blog (http://hornoderreverbero.blogspot.com/).
Esperemos que pronto retome Esta boca es mía, interesante blog en el cual compartía sus impresiones sobre algunos libros publicados en Lima.

lunes, 21 de mayo de 2007

ESTAFETA


Libros que han aparecido últimamente y que han tomado por asalto mi mesa de noche:

JOSE SARAMAGO, Las pequeñas memorias (Alfaguara)
ARTURO PEREZ-REVERTE, Corsarios de Levante (Alfaguara)
CARMEN OLLE, Retrato de mujer sin familia ante una copa (Peisa)
RUBEM FONSECA, Mandrake, la biblia y el bastón (Norma)
MANUEL CADENAS, Patio de bestias (Casatomada editores)
GERMAN CARNERO ROQUE, Uru Shalim y otros poemas peregrinos (Arte/Reda)
*Imagen: Cuadro de Fernando Botero

miércoles, 9 de mayo de 2007

Ganadores del Premio Nacional PUCP 2007


Poesía
Ganador Los ríos en invierno, José Miguel Herbozo Duarte
Mención especial El habitante y su sombra, Selenco Vega Jácome
Mención especial Rueca del insomnio, Dany Erick Cruz Guerrero

Narrativa (Novela)
Ganador
DESIERTO
Mención especial Agonía, Juan Carlos Galdo Marín
Mención especial Diario escolar, Harol Gerzon Gastelú Palomino

Ensayo
Ganador Buscando un rey, Eduardo Luciano Torres Arancivia
Mención especial El barril de los amotinados, Fernando Armas Asín
Mención especial El desafío de la vida en altura, Jorge Luis Lossio Chávez
Mención especial Inclusiones inconclusas, Alberto Vega Paniagua

Jurados
Poesía:
Marco Martos, Ricardo Silva Santisteban, + José Watanabe
Novela: Luis Jaime Cisneros, Edgardo Rivera Martínez, Marcel Velásquez
Ensayo: Manuel Burga, Max Hernández, Salomón Lerner

domingo, 6 de mayo de 2007

Entrevista a JORGE PIMENTEL


La aparición de un nuevo poemario de Jorge Pimentel es todo un acontecimiento. Al poeta, uno de los miembros más emblemáticos de Hora Zero, no le invade la obsesión por publicar; sus libros se van gestando durante muchos años antes de ver la luz. En el hocico de la niebla (Ediciones El Nocedal, 2007) rompe un silencio editorial de diez años.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

¿En qué momento deciden fundar Hora Zero?
Cuando vimos que la poesía peruana estaba estancada y había que darle mayor movimiento. Lo que hicimos fue darle una identidad nacional a nuestra poesía, alejarla de una frondosa hierba inglesa, francesa. Y meternos en lo nuestro, en nuestros mitos, nuestras leyendas, nuestra calle, nuestro lenguaje, nuestras provincias. Y a partir de allí, ser universales.

¿Qué significó “Palabras urgentes”, aquel mítico manifiesto?
“Palabras urgentes” es el acta de liberación de la poesía peruana. Creo que a partir de allí la poesía se libera. Nosotros nunca hemos pretendido ser un partido político, sólo hemos trabajado en la poesía. Liberar la poesía peruana es proyectarla, hacer que avance. Y creo que con Hora zero la poesía avanza, avanza en lenguaje, en naturaleza, en la manera de interpretar la poesía.

Existe una anécdota conocida de un duelo poético entre Antonio Cisneros y tú en el INC, con simulacro de asesinato incluido...
Cisneros venía de Europa y nosotros habíamos sacado “Palabras urgentes”. El dijo que no le interesaba, que ese manifiesto estaba escrito con los pies. Vino entonces el duelo verbal a través de la prensa. Y yo lo reté a un duelo poético que se realizó en el INC que dirigía José Miguel Oviedo. Yo tenía debajo de la camisa un tomate y le dije a un amigo, a quien le compré una pistola de fogueo, “mira, cuando yo diga tal verso, tú te paras entre el público y me disparas”. Entonces yo, en ese momento, aplastó el tomate y me tiro al suelo. Y la gente creía que era verdad, porque era una época muy jodida, era la época de Velasco.

Era un contexto movido el que enfrentó Hora Zero en los setenta...
Nos hemos peleado, nos hemos trompeado, agarrado a silletazos, a patadas y puñetes, nos hemos peleado con manifiestos. Porque los partidos de izquierda querían tener poetas en sus filas, pero que escriban una poesía panfletaria. Y utilizaban a los jóvenes poetas para que escriban panfletariamente. Y Hora Zero jamás atracó con eso. Y eso la gente debe reconocerlo.

¿Eres un obsesionado de la corrección? Lo pregunto porque tus libros tienen intervalos muy largos.
Mis libros los escribo en dos o tres meses. Los guardo dos años y luego los reviso, y si el lenguaje está acorde lo guardo un año más. Al tercer año lo saco para empezar a corregirlo, y eso dura más o menos cuatro años. No me preocupa publicar, me preocupa escribir, esa es la aventura maravillosa.

¿Cómo ubicas En el hocico de la niebla en relación a los anteriores?
Siempre he escrito presionado por hacer un gran libro. Pero este libro, que ha salido publicado en una edición tan cuidada y estética por el editor Walter Noceda, lo escribí sin presión, de manera tranquila. Busqué un estado de niño para mirar las cosas con más calma, como el agua que discurre por un riachuelo.

¿Qué plantea este libro?
Es un libro de sobrevivencia y trinchera frente a las miserias humanas, frente al vacío y a la muerte. Se trata de un libro de honestidad, de creatividad, que busca la verdad del poema. Un libro de aventura del lenguaje.

Se trata de un libro en donde a pesar del paisaje sombrío el yo poético irradia esperanza...
Es la resistencia frente a un momento de soledad, donde todo muere, donde no hay fe, donde parece que todo está marchito. Entonces el poeta resiste con la poesía, con esas ansias de vida y amor desde su propia fragilidad y temblor. Y el poeta sigue caminando.

Finalmente, ¿cómo recibiste la inesperada desaparición de José Watanabe?
Pepe Watanabe, gran poeta y gran amigo. Con estos días que están pasando se me hace más difícil no tenerlo, aunque sea al otro lado del teléfono. Pero su poesía es la que nos va a mantener siempre unidos con él.

MAS DATOS
Jorge Pimentel reeditará Ave soul, incluyendo diez poemas inéditos de aquella época y un prólogo del desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño.

*Fotografía tomada por PAVEL UGAZ.

viernes, 4 de mayo de 2007

WATANABE en Caretas

En la última edición de la revista Caretas aparece una estupenda y algo extensa entrevista (inédita) realizada por Maribel de Paz al entrañable poeta José Watanabe. Paolo de Lima ha colocado en su blog Zona de Noticias la entrevista de Maribel, así como los sentidos testimonios de algunos escritores y poetas, como Pepe Adolph, Fernando Ampuero, Toño Cisneros, José Carlos Yrigoyen, entre otros, sobre el autor de El guardían del hielo. Desde acá pueden acceder al blog de Paolo.