martes, 19 de diciembre de 2006
Entrevista a Oscar Málaga
Oscar Málaga se define como un poeta que escribe narrativa. Así, cual verdadero orfebre del lenguaje, ha urdido El secreto de la trapecista (Alfaguara, 2006), una novela atiborrada de singulares personajes cuyas extravagancias van de la mano con una ternura inapelable.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Los personajes de tu novela son seres peculiares, portadores de una locura blanca. ¿Cómo surgieron?
Creo que es muy difícil plantear cuál es la génesis de una novela. Creo que hay una serie de factores que se van acumulando, juntando. Y que un día encuentran una vertiente de salida, una especie de disparador. Ese disparador fue un sueño. Un sueño en donde yo miraba, de una manera extraña, toda la vida de un circo, la vida cotidiana del circo.
La novela nos ofrece un fresco de un país que podría ser, al mismo tiempo, el Perú de ayer, de hoy y, posiblemente, de mañana...
La novela no es histórica. Eso quiero dejarlo en claro. No he hecho ninguna investigación para la novela. A pesar de que doy datos precisos en algún momento, no son reales, son inventados, ficción pura. Pero yo soy peruano, me he nutrido de lecturas y realidades peruanas. La ficción es el resultado de eso. La novela se torna como una gran metáfora sobre lo que es la construcción de un país que parece que nunca terminará de construirse. Por eso la novela es atemporal.
La novela presenta dos mundos, diríamos, antagónicos: el del circo y del lugar al que arriban...
Creo que como resultado de la ficción me fui dando cuenta de que estaba enfrentando dos mundos diferentes. Conforme iba escribiendo la novela me fui dando cuenta que había dos mundos con particularidades diferentes. El mundo del circo era un mundo solidario, coherente. Y el mundo exterior al que ellos habían llegado era un mundo entrado en confusión permanente, donde nada era claro, donde nada se sustentaba.
También es una novela que presenta romances singulares...
Es un mundo en el cual suceden muchas cosas. Y una de las cosas que más suceden son las relaciones afectivas. Hay una relación afectiva extraña entre Don José y La trapecista, una relación afectiva apasionada entre La trapecista y El tragafuego, una pasión desesperada entre La mujer barbuda y El hombre más fuerte del mundo.
Son personajes que inspiran ternura...
Sí, es una novela que está llena de objetos tiernos, de personas que en el fondo son bastante puras. La sensación que tienes al leerla es una situación de frescura. Pero esta frescura no tiene donde desarrollarse de manera natural, salvo en el circo.
¿Qué vínculos tendría esta novela con la anterior?
El lenguaje. Creo que el lenguaje sigue siendo un lenguaje cargado de poesía. Blues de un gato viejo está más circunscrita a la vida personal de dos personas. Esta trata un mundo un poquito más complejo, con mayores vinculaciones.
El protagonista de la novela anterior era aficionado a recortar de los diarios las noticias extraordinarias. En esta novela los personajes son extraordinarios.
Es un hecho que no lo había visto, pero es verdad. Pero en este caso todos estos personajes extraordinarios tienen un mundo extraordinario donde se desarrollan como seres extraordinarios.
Hinostroza decía que a pesar de dominar la narrativa y el teatro, él se consideraba esencialmente un poeta. ¿Te sucede lo mismo?
La poesía para mí es el arte del lenguaje por excelencia. No hay momento en que la palabra adquiera tal valor que en la poesía. Yo creo que la poesía puede atravesar todos los géneros literarios. Creo que la poesía debe invadir todos los géneros de la literatura, pero no para hacerla más compleja, sino para hacerla más rica de sonoridades, de lenguaje, de significado. Yo me considero fundamentalmente un poeta que escribe narración.
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