Iván Thays tiene una particular relación con los viajes. Si uno revisa sus novelas (Escena de caza, El viaje interior y La disciplina de la vanidad) y su libro de cuentos (Fotografías de Frances Farmer) advertirá que todos sus personajes viajan. Por ello no es extraño que bajo esa línea temática Iván pergueñe una interesante antología de cuentos de escritores peruanos: Pasajeros perdurables (Seix Barral, 2006). Aquí el pretexto para otra grata conversación con Iván, la misma que se publicó hace algunas semanas en el diario Correo.
Tiempo de viaje
Carlos M. Sotomayor
Correo: El tema de los viajes es recurrente en tu literatura. ¿Cómo nace la idea de esta antología que se articula precisamente bajo ese tema?
Iván Thays: Fue una idea que tuve con mi agente literario. El quería que hiciera una antología de autores peruanos. Y yo le dije que no estaba interesado en hacer una antología canónica. Pero que sí me interesaría mucho era hacer una antología temática. Y de inmediato apareció la idea de hacer un libro de cuentos sobre el exilio. Pues por mi interés personal, los cuentos sobre viajes son los cuentos que hablad de exilios son los que se me quedan más grabados de todos los libros de cuentos que leo.
C: La distancia te permite una mirada más objetiva del país...
IT: Yo creo que la distancia es una buena manera de ver el país. Pero también es una buena manera de verse a uno mismo. Por Porque yo creo que el tema de la identidad no puede pasar sólo por qué cosa es el Perú, sino por qué soy yo y qué cosa mía pertenece al Perú. Por eso me parece ideal el viaje, porque uno se pregunto primero por quién es y luego a dónde pertenece.
C: Confesaste alguna vez que eres, sin embargo, un mal viajero.
IT: Soy un mal viajero porque soy una persona que tiene miedo a los riesgos. Eso hace que dude al viajar. Siempre me gusta estar protegido. Y viajar es la vulnerabilidad total. Pero si me considero un buen viajero en el sentido de la curiosidad. Si me agrada caminar, buscar, encontrar. Pero la movilización, tomar un avión, hospedarse en un hotel, comer comida rara, eso si me inquieta.
C: Por eso los personajes de tus novelas viajan, trastadas a tus personajes esa sensación de vulnerabilidad...
IT: Yo creo que sí, por eso siempre mis personajes son vulnerables por eso. Pero yo envidió muchísimo y me fascina una obra como la de Sergio Pitol, que está llena de viajes, de historias de cómo pasa hambre pero que también le va bien.
C: Tienes una predilección por aquellos autores “raros”. Uno de ellos es Gastón Fernández, a quien incluyes en esta antología.
IT: Es cierto que aquellos escritores que son inclasificables me gustan mucho. Y el Perú, por supuesto, tiene muchos de ellos. Para mí el más importantes es Gastón Fernández. El cuento que aparece en la antología es un lujo. Es una reflexión sobre el viaje, sobre el movimiento, más que una historia de exilio.
C: Otro autor predilecto es Luis Loayza...
IT: Loayza no es vendría a ser raro en el sentido de Fernández, pues es un escritor tradicional, pero sí es raro porque es difícil encontrar una persona que tenga una fascinación por la prosa, por la palabra exacta, de esa manera tan notable como la tiene él. Es un escritor que sabe contar historias. Lamentablemente es un autor poco prolífico. Pero los cuatro cuentos que se conocen son todos de lo mejor que se ha escrito en el Perú.
C: En términos estrictamente literarios, uno de los hallazgos de esta antología es el de Jaime Bedoya.
IT: Jaime Bodoya es, yo creo, uno de los mejores escritores, si no el mejor, de los años noventa. Pero siempre se le ha ubicado en el terreno del periodismo, porque su labor en Caretas es muy célebre y porque es un cronista notable. Sin embargo, Kilómetro cero, que es su segundo libro, tiene para mí algunas crónicas de viaje que saltan el terreno de la mera crónica y se convierten en cuentos.
C: Esta antología tiene, definitivamente, tu sello personal...
IT: Yo creo que cuando uno hace una antología trata de reflejar su espíritu en ella. Que es más importante que colocar el cuento de uno. La típica cosa de un antologador es poner su propio cuento. A mi me interesaba que quede mi espíritu marcado como una especie de marca de agua, aunque no hubiese ningún cuento mío, salvo el prólogo.
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