domingo, 3 de agosto de 2008
Entrevista a ANTONIO ORLANDO RODRÍGUEZ
El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez –quien reside desde hace años en los Estados Unidos– aterrizó en Lima para presentar, en la Feria Internacional del Libro FIL-2008, su premiada novela Chiquita (Alfaguara, 2008).
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de VÍCTOR VÁSQUEZ
¿Cómo ha tomado el tema de la promoción, los innumerables viajes, las seguidillas de entrevistas?
Es toda una experiencia, porque implica recorrer casi toda América Latina a un ritmo a veces vertiginoso. Pero en mi caso particular es un reto, porque habitualmente soy una persona que vive muy encerrada en su casa. Tengo fama de ermitaño. Entonces ha sido un esfuerzo para mí esta exposición, pero muy gratificante.
¿Qué fue lo que le atrajo de Chiquita?
Lo que me atrajo es que era diferente y la forma cómo supo manejar su condición de diferente, sacándole partido, logrando que su singularidad física no le impidiera triunfar profesionalmente, ser una celebridad y vivir una vida amorosa muy intensa; todo eso fue lo que me apasionó del personaje. Y más allá de eso, lo que me resultó muy atractivo y terminó por decidirme a convertirla en heroína de una novela fue la época que ella recorre, que va desde los inicios de la guerra de independencia en Cuba hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. Todo ese tránsito de finales del siglo XIX a inicios del siglo XX me parece el más apasionante de la historia de la humanidad. Hay muchos cambios sociales, políticos, descubrimientos tecnológicos, modificaciones en las normas morales. Estaba todo: un personaje seductor y una época que representaba un reto poner en escena en una novela.
Podría decirse que Chiquita fue una adelantada a su época. En pleno siglo XIX mantiene una relación sentimental con un hombre mucho menor que ella...
Más que eso, en aquella época era muy difícil que una mujer tomara las riendas de su carrera, y más tratándose de una liliputiense. Porque generalmente todos aquellos personajes, que hoy conocemos como freaks, tenían empresarios que guiaban sus vidas y tomaban decisiones por ellos como si fueran marionetas. Ella fue una mujer autónoma, lo que la convierte en una mujer atípica para su época. Yo no diría que fue una feminista ni mucho menos, porque en esa época no existía ese concepto. Pero digamos que para ser mujer en el siglo XIX vivió la vida de una manera bastante transgresora.
¿Qué sucesos de la vida de Chiquita le llamaron más la atención?
Mira, no todo lo que descubrí lo utilicé en la novela. Lo que no me pareció atractivo para una novela lo deseché. Porque no estaba haciendo una biografía, no estaba obligado a ser fiel a la realidad. Lo que quería era hacer un reflejo literario de un personaje real. De los episodios documentados de su vida, los que más me atrajeron fueron: primero su visita al Presidente de los Estados Unidos, de la cual existe material periodístico, y también esa etapa en la que ella es la principal atracción de la Exposición Panamericana de Búfalos en 1901. Eso también está documentado. Entonces fue muy rico porque pude usar muchos detalles de la vida real e incorporarlos al libro.
¿Puede decirse que la novela reivindica la condición de ser diferente?
Yo creo que es una de las lecturas que admite la novela. En los distintos países por los que he pasado me he encontrado con personas que me revelan nuevas interpretaciones. Pero lo curioso es que no son antagónicas. Ahora, yo creo que puede funcionar como un recordatorio de que todos somos diferentes, de que lo normal es ser diferentes. El día que dejemos de ser diferentes debemos empezar a preocuparnos, porque precisamente lo que nos hace únicos es esa diferencia.
Algunos dicen que la novela es una metáfora política de lo que pasa en Cuba...
Yo creo que es una interpretación interesante. No estaba en mi ánimo de manera consciente cuando la escribía. En mi caso, casi siempre escribo muy concentrado en los personajes, las peripecias, la acción y me olvido un poco de los significados que pueden construirse a partir de esa historia. Entonces, quizás de manera involuntaria pueda ser que Chiquita resulte una metáfora sobre el destino de Cuba y su voluntad de ser diferente a lo largo de la historia. Pero, le voy a ser sincero, Carlos, más que hacer una analogía implícita con Cuba me interesaba proponer una reflexión sobre el ejercicio del poder y las relaciones que el poder establece entre grandes y pequeños.
*Entrevista publicada el domingo 03/08/08 en el diario Correo.
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1 comentario:
Felicidades por esta magnífica entrevista, Carlos. Me encantó poder saber más sobre el autor de CHIQUITA,una novela que me leí de un tirón, con mucho gusto. Sin duda, uno de los más merecidos premios Alfaguara.
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