Carlos M. Sotomayor
Con la aparición de Efecto invernadero marcaste de alguna manera un hito en una literatura peruana encorsetada en un realismo gastado, a través de una nueva forma de entender la literatura. ¿cómo se da el proceso de encontrar esa voz particular?
Influenciado por lo que “debía ser” la literatura, me apoderaba de formas y espacios narrativos que luego me daba cuenta de que me eran ajenos. Fue de ese modo que ideé construirme una suerte de sistema de escritura que se basaba en una serie de reglas inflexibles que me fui inventando, y cuando lo que comenzaba a escribirse bajo ese rigor comenzó a aparecer me di cuenta que de cierta forma las palabras señalaban un espacio determinado, limitado a sus propias reglas.
En tus textos hay una presencia de lo no dicho que motiva al lector a completar la idea. ¿Es un artilugio premeditado? ¿Cómo querer llevar al lector quizás en una dirección, haciéndole creer que él está tomando tal decisión?
Creo que esa sensación se debe a que el fin propuesto al decidir compartir un texto con lector, es que mi interés se centra sólo en lograr que ese lector ingrese en un espacio de ficción y una vez allí decida, de acuerdo a sus características propias, lo que quiera encontrar.
¿Es cierto que escribes muchas páginas y que luego las vas reduciendo?
Cada vez la reducción me preocupa más. Principalmente porque me doy cuenta que esta reducción, si extrema mejor, me da de una manera más clara la sensación de escribir sin escribir. De hacer libros donde la esencia de los textos no esté en la palabra escrita.
Pienso en cada uno de tus libros como partes importantes de “una obra única”. En la que todas las partes son importantes para el conjunto. ¿Lo percibes así?
Me parece que Lecciones para una liebre muerta lo evidencia de una manera más clara. Después de trece libros publicados y de infinidad de textos sueltos advertí que existía todo un universo, igual de falso que el creado por otros, del cual podía extraer los elementos que me hicieran falta para hacer las siguientes obras. La regla para hacer este libro fue que todo el material del que está hecho tenía que haber sido escrito con anterioridad. El trabajo de edición para hacer coincidir en un solo cuerpo las cientos de partes fue demoledor. En este proceso advertí lo que siempre había sospechado: que lo que dijera un libro es lo menos importante, se trata de simples pretextos.
Una vez leí que en una entrevista dijiste que estudiaste cine y filosofía para seguir escribiendo. En qué medida es importante para los escritores beber de otras fuentes?
Estudié ambas cosas para que me dejaran escribir en una relativa tranquilidad. Lo hice no con un interés en ninguna de las dos disciplinas como fin sino solo para contar con un marco referencial. Lo que no debe hacer un escritor es tomar otras disciplinas como ajenas sino enfrentarles haciendo de cuenta que también se tratan de literatura.
A veces pienso que la presencia del cuerpo como eje temático en algunas de tus novelas es un señuelo que tiendes a algunos críticos para despistarlos.
Los textos están llenos de pistas falsas y creo que la labor de un escritor está en advertir la mayor cantidad posible de lecturas y salirle al frente a cada una de ellas. Los libros, además, deben tener todos los elementos para sostener determinada interpretación y también su contraria. Mostrarse y ocultarse, estar a la luz y a la sombra, decir y no decir, preguntarse y sacar conclusiones, pero nunca revelarse como textos definitivos.
Luego de Lecciones para una Liebre muerta ¿Qué viene?
Estoy tratando de despojarme de muchos de los elementos que se han visto como constitutivos de mis libros. Con formas, tonos e intenciones que de alguna manera se han presentado como parte de una propuesta narrativa. Ahora, al verlos me doy cuenta que son ciertos, que están allí, presentes, pero en la mayoría de las ocasiones no es cierto que cumplan un rol importante, o no lo sé, tal vez sí desde un punto de vista externo pero no desde el mío. Es por eso que estoy experimentando con nuevas formas de aproximación al acto creativo, para lo cual exploro cada vez con mayor entusiasmo y sorpresa en el pensamiento y experiencia sobre todo de una serie de místicos, especialmente musulmanes.
(Entrevista aparecida en el diario Correo)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario