Escribe RODOLFO HINOSTROZA
He leído con consternación que el cardenal Cipriani pide la renuncia del Ministro de Salud Oscar Ugarte por haber autorizado la distribución de “la píldora del día siguiente” entre las mujeres de escasos recursos. Es increíble que un individuo sea tan desatinado para tratar de imponer por todos los medios una doctrina que emana de El Vaticano, en el momento mismo en que la iglesia católica es denunciada por doquier a causa de la pedofilia institucional que su jerarquía protege desde siempre, apañada por el Papa de turno, llámese Juan Pablo II o Benedicto XVI. Que una secta que ampara a los pedófilos, autores de cientos de miles de violaciones de niños católicos en el mundo entero durante los últimos 1000 años, reclame para sí el control de la moral sexual en nuestro país y el mundo entero, es absolutamente aberrante, por decir lo menos. Cipriani pretende ignorar que el escándalo ruge en todo el mundo occidental, y una tras otra las iglesias son denunciadas por los mismos abusos: Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Irlanda, México, y sin duda todos los países del orbe católico han sufrido este horrendo flagelo perpetrado por sus “maestros de moral” sobre niños inocentes y crédulos. Y la cascada de denuncias continúa, y no se va a detener, porque muchísima gente en el Perú y la católica América Latina ya le perdió el miedo a los curas y a las llamas del infierno medieval que ellos mismos han inventado para manejar a su grey, y tienen mucho que contar sobre estos degenerados que suelen morir en su propio lecho, cubiertos de honores por la jerarquía, y no en una fría y sucia celda como bien se lo merecen.
Recién se está levantando la tapa de este inmenso caldero que ha hervido durante dos milenios, porque no hay que olvidar que fueron los curas los encargados de educar a la mansa y obediente grey católica, desde tiempos medievales, cuando detentaban el poder absoluto. Lord Acton decía: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, y si en estas épocas democráticas, de fiscalización ciudadana, los curas siguen cometiendo impunemente sus asquerosos crímenes, no quiero ni imaginar lo que hacían con los niños cuando manejaban la Inquisición.
Hay voces de personalidades católicas que piden la renuncia del Papa Benedicto XVI por haberse probado que él protegió a curas y obispos violadores desde la diócesis de Munich, y es la primera vez que esto ocurre en los últimos siglos. Es signo de los tiempos que vivimos, en que exigimos transparencia de las autoridades que nos gobiernan, y de los que se autoerigen en conciencia moral de nuestra sociedad. Y sería desde luego más lógico que el esperpéntico Cipriani renuncie a su cargo, si al propio Papa se le pide su renuncia, y sería hasta oportuno que lo hiciera ya, antes que comiencen las denuncias de pedofilia en nuestro país, y los ciudadanos exijan que se investigue lo que ocurre en conventos y en colegios católicos, lo que sin duda ya no debe tardar. Cipriani pues, en lugar de propuestas indignantes, haría bien en tener presente el refrán que dice: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.
31 de marzo del 2010.