Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Un autor como Paul Auster siempre genera expectativa. Invisible (Anagrama, 2009), su más reciente novela –que ya puede encontrarse en librerías limeñas– no sólo ha colmado las expectativas de sus seguidores: las ha superado ampliamente. Auster ha urdido así una muy lograda novela: deslumbrante en su armazón estructural, inquietante en su argumento y provista de personajes fascinantes que se van sucediendo en una trama trepidante.
La novela arranca en 1967 con el relato de Adam Walker, un joven estudiante y aspirante a poeta, quien conoce en una fiesta a una singular pareja francesa conformada por el inefable Rudolf Born y la bella Margot. Walker se ve inmerso, casi sin darse cuenta, en el misterioso universo personal de Rudolf, quien le ofrece financiarle una revista literaria. Esta inusual propuesta de mecenazgo resulta, sin duda, desconcertante. Pero no es nada comparado con el hecho criminal que Walker presencia días después y que definirá su postura respecto a Rudolf.
Al llegar al segundo capítulo advertimos que lo que hemos leído es la primera parte de un libro autobiográfico que escribe Adam Walker y que, varias décadas después, le envía a su amigo James Freeman, un escritor reconocido y antiguo compañero de estudios. Aquí hay, pues, el primer cambio de narrador. Es Freeman el que toma la palabra y el que, luego de cartearse con Walker, comparte con nosotros la segunda parte del libro de su viejo amigo, titulada “Verano”.
Y es precisamente gracias a los consejos de Freeman que Walker logra escribir aquel capítulo, cambiando el enfoque y narrando los hechos desde la segunda persona gramatical. Así, desde la distancia del “tú”, Walker logra superar las autoimpuestas ataduras morales y nos cuenta: desde aspectos cruciales de su infancia –la muerte de su hermano, por ejemplo– hasta las relaciones incestuosas con su hermana.
Lo que viene luego no pierde interés. Reaparecerá Rudolf Born y Margot. Aparecerá, además, Cecil Juin, hija de una acaudalada viuda francesa. Y, sobre todo, irrumpirá Gwyn, la hermana de Walker, con quien se comunicará Freeman a propósito de los escritos de su hermano.
Resulta inevitable que uno compare lo nuevo de un autor con sus mejores obras. Situación que podría, para muchos, ser injusta. Sin embargo, en este caso, Auster sale airoso. Repaso sus libros y confieso que situaría Invisible al lado de La trilogía de Nueva York o El libro de las ilusiones. El mejor Auster está de regreso.
*Publicado el sábado 20/03/10 en Expreso.
1 comentario:
¿Ahora chambeas en Expreso? ¿Hace cuánto?
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