lunes, 12 de julio de 2010

BLOC DE NOTAS (de Carlos Calderón Fajardo)

José María Arguedas (Foto: Internet)

LA NOVELA MODERNA NO EUROPEA: Arguedas, Kundera, los zorros
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO

El día que se suicida José María Arguedas en la universidad Agraria, minutos antes había almorzado con Luis Alberto Ratto. Cuenta Ratto que en ese almuerzo, el escritor había comentado con entusiasmo sobre el Gargantúa y Pantagruel de Rabelais, al parecer el último libro que Arguedas leyó en su vida. Curiosamente, Gargantúa y Pantagruel, es para Milán Kundera, el libro con que se inicia la novela europea moderna.

Para Kundera novelas escritas por escritores no europeos son novelas europeas escritas fuera de Europa por escritores no europeos. No estoy de acuerdo con esta afirmación. Existe una novela moderna no-europea, escrita por novelistas con una identidad no europea, una sensibilidad surgida de una cultura y un paisaje que no es el europeo, y que enfrentan problemas históricos que no son europeos. 

La idea que la novela es la expresión artística por excelencia de la modernidad europea es también debatible. ¿Si no hubo modernidad en América Latina, entonces de dónde salió nuestra novelística auténticamente moderna? Una respuesta posible es que en América Latina se produjo otro tipo de modernidad, una que generó un tipo de novela moderna no-europea. Rulfo, Asturias , García Márquez y Arguedas, entre otros, crearon una novela no europea de un nivel estético original y de alcance universal.

Arguedas es un escritor moderno de este tipo. Él se llamaba a sí mismo: un hombre “quechua moderno”. El Zorro de arriba y el zorro de abajo no solo es una gran novela sino testimonio novelesco de la crisis de la novela no-europea en su intento de representar la realidad en los márgenes de occidente. Arguedas no elige al azar a Chimbote para escenario de su novela. Había viajado a ese puerto norteño a efectuar un estudio antropológico por encargo de la Universidad Agraria. Encontró en el puerto norteño el escenario perfecto para lo que deseaba expresar en su última novela: las consecuencias que ocasiona la gran industria moderna en la destrucción de la identidad y la cultura andina pre-moderna. Al insertar Arguedas su diario en la novela, donde narra como se procesa su suicidio, el novelista nos cuenta sobre la rajadura en su sensibilidad y en su inteligencia, y da testimonio de la crisis final que produce la imposibilidad de la forma novelesca para enfrentar a la realidad social y a los problemas personales. En su última novela José María Arguedas parece decirnos no que la novela como género no sólo ya no puede dar cuenta de la realidad destruida, devastada por la modernidad sino que la novela ya no sirve para realizar el que fue su sueño personal, su proyecto de vida: el encuentro de la cultura occidental y la cultura andina en una misma forma expresiva.

2 comentarios:

Manuel Aguirre dijo...

Querido, Carlos,
Muy interesante tu comentario sobre la novela. No pretendo discutir contigo, sabes cuanto te aprecio. Pero me voy a permitir emitir una opinión, amateur, en este mundo académico que está fuera de mi alcance.
Pienso que la llamada “modernidad”, en todos los ámbitos, es una fuerza motriz que usualmente nos sobrepasa porque nos resistimos al cambio. La mejor vacuna contra el cambio vertiginoso que nos va arrinconando con el paso del tiempo, es la adaptabilidad. Al fin y al cabo es la cualidad más importante de la especie humana. Pero entendamos bien esto de adaptarse. No es rendirse, tampoco someterse. La flexibilidad es tan sólo el arte de negociar, de conceder en lo que razonablemente debemos y en imponer lo que sabemos es mejor. Sin prejuicios, sin complejos, sin sentimientos de culpa o cargos de conciencia.
La novela no tiene territorio geográfico ni pertenece a una raza o a una cultura. Africanos, asiáticos, europeos, sudamericanos y norteamericanos escriben novelas. Los seres humanos somos casi idénticos en cuanto a procedimientos. Todos dormimos, comemos, procreamos, defecamos, tenemos sentimientos y morimos, más o menos de la misma manera. En lo específico, más bien, somos diferentes. Yo lloro ante ciertos detonantes que para otros son motivo de risa. Alguien decide quitarse la vida de manera racional y calma porque cree no encontrar la clave de la existencia. Otros entregan una vida de estudio y ardiente lucha hasta que mueren en la lucha por hallar la misma clave de la existencia. Al final, querido, Carlos, todos nosotros, los que escribimos. Tratamos de expresar, de una manera lo más extraordinaria posible, nuestra angustiosa percepción de la realidad. La idea transmitida por el novelista puede ser cínica, sentimental, estoica, humorística, satírica, poética y dulce o cruda y agresiva. Y el escritor puede muy bien ser gringo, como Palahniuk o francés como Camus. Indio como Salman Rushdie o portugués como Saramago. Peruano como Arguedas o Carlos Calderón Fajardo, o algún viejo hechicero aymara en el altiplano peruano que cuenta historias en la oscuridad de la noche, un esquimal el Polo Norte contándole a los niños del clan cómo es que él un día cazó la morsa más grande del mundo. Todos tratamos de captar la atención de nuestra audiencia, tratamos de sorprenderlos y dentro de esa mezcla de verdades y mentiras, de cosas reales e imaginadas, vamos dejando nuestra percepción de la realidad. Ese peculiar y verdadero, para nosotros, mundo exterior a nuestra mente, a nuestra conciencia, a nuestro secreto universo. Las novelas son escritas en diferentes idiomas, sobre diferentes paisajes, climas y situaciones, pero al final son todas lo mismo. Claro está, unas son mejor escritas de otras, pero yo empecé a hablar asumiendo que todos los escritores de que hablábamos son buenos escritores. Necesito este postulado para poder expresar mis ideas de modo coherente.
Un abrazo grande, querido amigo.

Carlos Calderon Fajardo dijo...

Querido Manuel
Si es cierto lo que tu dices, y mucha gente piensa como tu, entonces estariamos en una epoca en que habrian acabado los escritores que representan a colectividades, sobre los escritores nacionales. Y ya no existisria una literatura "peruana", sino escritores nacidos en el Peru que no se diferencian en nada de los nacidos en otra parte del mundo. Las consecuencias de este cambio son incalculables. De otro lado, en mi articulo me refiero a la novela de Arguedas "Los Zorros de ariba y los zorros de abajo", y lo que esta representa. Chimbote es emblematica por el boom de la pesca sobre los efectos de la modernidad industrial en la vida de la gente y Arguedas da sobre ella una vision apocaliptica. En los diarios insertados en la novela, Arguedas reflexiona sobre el escritor, sobre la novela; polenmiza con Cortazar. El diario insertado en Los Zorros... termina con el suicidio de Arguedas. ¿Como se puede leer todo esto? Eso me interesa, Manuel.
CCF