Ausencia de crítica
La ausencia de espacios propicios para la crítica literaria es preocupante, sin duda alguna, para aquellos que encontramos en los libros el universo mágico que nos hace tolerable la existencia (o si más que filosóficos queremos ser tangenciales, aquello que nos hace olvidarnos por un momento los disparates permanentes de nuestra clase política: Waisman, Toledo, Pacheco, y siguen nombres).
Por ello me sumo al sentir de Alonso Cueto (sustentada en su columna de Perú21) –aunque, claro, nos metió a nosotros (Correo) en el saco de los medios –que son varios, la mayoría, en realidad- que no tienen un espacio de crítica literaria. Peru21, incluso, no lo tiene, salvo por una estafeta y por algún comentario sobre una publicación que se filtra en una de sus varias columnas de opinión cultural (Alegría, por ejemplo).
Es lamentable que El dominical, salvo cuando lo hace Niño de Guzmán, con su entrañable prosa, no tenga una sección fija para los comentarios profundos –y extensos- de los libros que se publican. De Domingo, de La República, han extirpado al lúcido Agreda (aunque por suerte lo tenemos todos los sábados en la página cultural de Fama). Iván Thays tiene un buen espacio en Caretas, el problema es que quienes disfrutamos de sus juicios nunca sabemos cuando va a aparecer algún comentario suyo en aquel importante semanario de actualidad.
¿Y el fomento a la lectura? Esta demostrado que a algunos empresarios periodísticos e, incluso, directores o editores, no sólo no les importa eso, sino que son tan limitados que no advierte, como lo apunta lúcidamente Cueto, que a más lectores, no sólo se venderán más libros, sino más periódicos. ¿Será una utopía pensar en encontrar en un café a más de una persona leyendo diarios, libros o revistas?
Polémica dicotómica
La polémica, o mejor dicho, la discusión, no sólo puede ser provechosa –o hasta iluminadora, según las conclusiones que puedan sacarse– sino también estimulante. Que mayor placer para un amante de los libros que discutir, en medio del cálido aroma desplegado por una taza de café caliente, sobre literatura. Incluso, hasta aquellas manidas perogrulladas de “literatura pura” versus “literatura social”; “Literatura andina” versus “literatura criolla”. O, incluso, el escritor frente al crítico. Mas cuando el debate traspone los umbrales de la razón, todo carece de sentido. Los golpes de puño y los insultos personales de bajo nivel son sencillamente señal de barbarie. Además de demostrar total carencia de argumentos.
La casa de Szyszlo
Hace poco visité la casa de nuestro pintor Fernando deSzyszlo. Toda una obra de arte en sí misma. Pensada, sin duda, para él. Su casa forma parte, en realidad de su obra, una suerte de albergue de su universo personal y creativo y, al mismo tiempo, una pieza más. Por momentos, me hizo pensar en aquella novela de Prochazka: Casa (Lluvia editores).
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