miércoles, 6 de julio de 2005

Comentarios

Estimado Carlos:

Comparto contigo el sentir de que no haya espacios dedicados a la crítica literaria. Pero eso no quiere decir que se siga persistiendo en el mismo error del escritor Alonso Cueto al no mencionar espacios claramente dedicados a la crítica literaria y la literatura en los medios, como el suplemento identidades del diario El Peruano. Sin duda, también cumplen una labor de difusión las revistas literarias, principalmente la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, fundada por Antonio Cornejo Polar, que curiosamente muy pocos comentarios recibe en los medios impresos convencionales.

Otra confusión que subyace al intercambio de opiniones que se ven en los medios concierne a la definición de la actividad crítica. Una cosa es la crítica literaria, un ejercicio de estilo que motiva a la reflexión y el análisis de las obras; y otra muy distinta es la actualidad literaria: los comentarios (como las columnas que mencionas) o las entrevistas a escritores. Te invito a revisar mi artículo publicado en El Hablador (http://www.elhablador.com/debate7_5.htm) acerca de estas confusiones y las distorsiones que motivan. Entre ellas, las de algunos periodistas provocadores que ven en estos intercambios (no podemos hablar de debate aún) una fantasmal "magalización" de la literatura peruana. La lógica es la siguiente: como todo está podrido, "magalizado", entonces me posiciono como el que no se mancha. En realidad, cuando se proponen estas "categorías", también el que lo hace no es puro, como quisiera creer, sino, por el contrario, está más "magalizado" que los otros (la entrevista como estrategia del chisme y el ampay).

La crítica es, ante todo, una posición frente al discurso. Es un lector que, por una cuestión incidental, asume este rol. Si se quiere, también puede ser asumido como contrapoder: el poder del autor frente a su obra, el poder del lenguaje (el lenguaje es fascista, según Roland Barthes), que ahora le pertenece al goce del lector especializado. La crítica es, debería ser, el placentero ejercicio de la comprensión. Ahora, tampoco se pueden asumir posturas inflexibles, como si la crítica fuera un argumento de Torquemada, con tintes clasistas, como lamentablemente muchos periodistas avenidos a críticos practican.

El crítico tiene todo el derecho a polemizar una temática a partir de la obra, pero no a agredir gratuitamente. En esa circunstancia, pierde sus credenciales de crítico y se convierte en un antagonista que responde a una ideología (derecha o izquierda) determinada. O es un histérico desalmado que hace todo lo posible por llamar la atención. En todo caso, el crítico literario no puede escapar a su función pedagógica, sobre todo en un país como el nuestro: si se trata de fomentar la cultura del libro, y sabiendo que muy pocos pueden acceder a este mercado debido a las condiciones endebles de la industria editorial, entonces con mayor razón se debe dar este trabajo a personas responsables con el texto y los lectores. El crítico viene a ser así un intermediario, un filtro, entre la industria cultural y sus receptores. Por lo tanto, es una posición valiosa, porque es quien "traduce" los productos simbólicos de la cultura. No se puede ser mezquino, pero tampoco excesivamente democrático. Es una búsqueda de antecedentes y consecuencias, sino se cae en el hecho de disparar juicios; y esa labor le compete sólo al lector, en su intimidad, en el encuentro consigo mismo que es el instante de la lectura. Veamos si los que reclaman ahora por una crítica más atenta pueden llegar a pasar la prueba de la calidad literaria.

Atentamente,

Giancarlo Stagnaro

1 comentario:

saguiere dijo...

Responsabilidad Política de la Intelectualidad Crítica. Beatriz Sarlo soslaya su propia culpa en la gestación del Kirchnerismo al no caracterizarlo como herencia de un Decisionismo Schmittiano cultivado en el Club de Cultura Socialista

por Eduardo R. Saguier
http://www.er-saguier.org

El sábado 22 de julio de 2006, La Nación-Tribuna de Doctrina, publica un
extenso escrito de la intelectual argentina Beatriz Sarlo, referido a la
naturaleza setentista del Presidente Kirchner. En su medular exposición,
Sarlo señala que ".se necesitaron años para romper con estas convicciones
[setentistas]", que por otro lado, significaron una "equivocación".

Más luego, Sarlo explicita la naturaleza del setentismo, describiendo su
desprecio ".por las instituciones republicanas, afirmación de la política
plebiscitaria que conduce a una ciudadanía adormecida". En ese desprecio
por las instituciones y por las formas deliberativas de la política, Sarlo
apunta que ".Kirchner está por encima de las reglas, como aquel que
establece la ley". Finalmente, Sarlo concluye que Kirchner puede hacer muy
poco ".para cambiar estos automatismos de la ideología", pues las
espontaneidades ideológicas ".son algo difícil de revertir, excepto a
través de fuertes transformaciones intelectuales".

Correcto, Sarlo ha dado puntualmente en el clavo. Para revertir este
prolongado proceso autoritario se precisan profundas e irremediables
"transformaciones intelectuales".

Pero lo que Sarlo no dice y oculta meticulosamente es en que consisten
dichas necesarias "transformaciones intelectuales". Tampoco Sarlo delata la
filosofía política que estuvo detrás de dichas "equívocas" convicciones
ideológicas. En efecto, Sarlo no menciona la filosofía estructuralista
Althusseriana que estuvo detrás de los delirios setentistas. Pero tampoco
Sarlo cita el ideario Schmittiano que alimentó la aventura decisionista,
tanto del Alfonsinismo del Grupo Esmeralda (Portantiero, De Ipola) como
luego del Menemismo (Jorge Castro), del Aliancismo (Chacho Alvarez) y hoy
del Kirchnerismo.(1)

¿Porqué entonces ese terco afán por ocultar el trasfondo ideológico
Schmittiano (Hernando, 2001) que alimentaron los capituladores discursos
Alfonsinistas de la "Economía de Guerra" y de la "Casa está en Orden" y su
claudicante legislación (Obediencia Debida y Punto Final); los contubernios
ideológicos anti-radicales del Pacto de Olivos y de la Reforma
Constitucional del 94; y finalmente, la vergonzante justificación teórica
de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) y de los Superpoderes. Por
una sencilla razón, porque la usina desde donde dicha ideología Schmittiana
-que convierte a la excepción en regla abrevándose en Hobbes y que se había
originado inicialmente en el primer Peronismo (Díaz de Vivar en contrapunto
con Amílcar Mercader, en Dotti, 2000, 95-121)-- fue procesada, fermentada y
aggiornada tres décadas más tarde, tuvo lugar en el propio Club de Cultura
Socialista (Sarlo, Aricó, Nun, Altamirano, Dotti, Gramuglio, Sábato, Jelin,
Leis, et. al.), y en sus órganos periodísticos Punto de Vista y Ciudad
Futura, co-administrados por la autora del artículo que comentamos.

¿Porqué ese obstinado desvelo por ocultar una "pena extraordinaria" y por
eludir las responsabilidades propias? ¿Qué es lo que pretende Sarlo con
estas sigilosas y agazapadas escondidas y esta premeditada fuga Deleuziana?
Debemos concluir, por ende, que lo que se impone en la postrada Argentina
de hoy es un profundo destape y un reconocimiento de culpas y
responsabilidades, como las que recientemente inaugurara el filósofo
cordobés Oscar del Barco (Portela, 2006), ya no sólo por parte del actual
Presidente de la República, "inocente" reproductor de esa anti-democrática
teoría, sino más precisamente, por los autores intelectuales de dichas
oportunistas adaptaciones ideológicas.(2)


Notas

(1) Burgos, 2004, 315-321.

(2) Debo estas reflexiones al novelista Carlos Tobal y a la lectura
de la nota 768 del libro de Dotti.


Bibliografía

Burgos, Raúl (2004): Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la
experiencia de Pasado y Presente [Buenos Aires, Siglo XXI, noviembre de
2004].

Dotti, Jorge Eugenio (2000): Carl Schmitt en Argentina (Buenos Aires: Ed.
HomoSapiens),

Hernando, Eduardo (2001): Entre la Excepción y la Regla. El Decisionismo
Jurídico frente a la Escuela de Frankfurt, Isonomia, n.14, abril 2001
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02405076436240507976613/i
sonomia14/isonomia14_07.pdf

Portela, Oscar (2006): Oscar del Barco. Una Ética más allá de la Ética
http://www.boulesis.com/foros/debate/476/