martes, 26 de enero de 2010

Entrevista a ALINA GADEA


Obtener el Copé de bronce en el 2006 resultó un auspicioso ingreso en los predios literarios locales. Sin embargo, es con Otra vida para Doris Kaplan (Borrador editores), su primera novela, que Alina Gadea evidencia que estamos frente a una autora que transita a paso seguro.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de GIULIANO BUIKLECE

Si bien en la novela uno puede percibir el drama colectivo, el principal drama es el personal...
La violencia en el país es sólo el telón de fondo. Pero en realidad es una trama personal, que curiosamente también encierra dentro de la vida personal de la protagonista, una violencia casera, personal, sicológica. En la trama del libro la protagonista tiene una vida muy atormentada, muy enclaustrada. Y este enclaustramiento y estas situaciones de frustración y de violencia son una metáfora de la violencia que hay afuera. Porque paralelamente se va a desenvolver la historia de una persona allegada a ella, pero de otro circuito social, va a llegar por otro camino a involucrarse en lo que es la violencia política.

El desmoronamiento familiar de la protagonista empieza con la muerte del padre.
Así es. La muerte del padre tiene que iniciar el libro porque eso da pie a que ella pueda contar su historia de una manera como incorpórea. Es un lenguaje especial el que usa y un tono extraño en realidad, como el que podría tener una voz en off que mira desde afuera de su cuerpo todo lo que está pasando. Y el porqué se va a saber hacia el final del libro. Además, la muerte del padre trae consigo toda la decadencia de la casa, que va emparejada con la decadencia de un país entero.

Un aspecto importante en la novela es la relación tortuosa entre la protagonista y la madre.
La madre también es una metáfora de la violencia. Porque es una relación sumamente conflictiva. Y yo creo que el conflicto es importante. A veces uno quisiera contar cosas muy bonitas. Pero lo que atrapa a un lector es precisamente los conflictos que conlleva la historia. Y esa relación conflictiva con la madre se va a ir desarrollando cada vez con mayor intensidad hasta llegar a tocar muchas pasiones humanas como los celos, la envidia, el sojuzgamiento de una persona a otra. Es un personaje complejo que encierra esa violencia y es símbolo de la decadencia.

A pesar de ejercer violencia hacia su hija, la madre la necesita como para asirse a algo y no terminar de caer...
Así es. Es como un náufrago que se agarra de lo que tiene al costado para no terminar de hundirse. Hay una complejidad aquí. No son simplemente personajes como los de algunos textos que no llegan a tener calidad, en donde o son totalmente villanos o totalmente buenos. Porque esto es como es la vida: los seres humanos somos muy complejos.

Uno de los aspectos que disfruté más es el manejo de atmósferas...
Sí, a mí me gusta mucho el tema de las atmósferas. Yo he hecho inventarios de casas antiguas. Y las casas antiguas encierran una atmósfera especial que así no más no la puede tener una construcción moderna. Y dentro de esa atmósfera yo quise plasmar lo fantasmal, un cuarto dentro de otro, un hombre de sombrero negro que aparece en la madrugada, un hermano muy nervioso al cual la "mama" le da agua de claveles para curarlo del mal del susto.

*Entrevista publicada en Correo el 26/01/10.
*Versión en vídeo gracias a ROSA MARÍA PUGA.

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