martes, 9 de febrero de 2010

Entrevista a EDUARDO LORES


Un hombre contempla desde una ventana la majestuosidad del paisaje y, sin embargo, no logra recordar nada de su pasado. Un accidente automovilístico le arrebató no sólo la memoria, sino también a su esposa. Así se despliega la trama de En blanco (Planeta), primera novela del conocido poeta y periodista Eduardo Lores.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de GIULIANO BUIKLECE

¿Cómo surge la historia de soledad del protagonista de En blanco?
El personaje se fue perfilando solo, en todos los sentidos posibles de soledad. Estaba solo en un espacio que luego se convirtió en una clínica. Y su soledad se multiplicó por la ausencia de sí mismo, de su propia memoria. Desde esa soledad, van apareciendo esas primeras imágenes de la ventana.

El protagonista emprende una búsqueda de sus recuerdos, pero también de su identidad.
Sí, el personaje, Alfredo, no sabe lo que ha sido ni en su infancia ni en su madurez. Porque son personajes distintos. Estamos hablando de una persona con tres identidades: la identidad del niño, la identidad de Akbar, el conquistador, y la identidad de un hombre sin memoria. Entonces, en el camino de recuperar su identidad falsa, llena de máscaras, descubrirá su auténtica identidad que es la de la infancia. Habrá un momento en que tendrá que optar: o por la máscara, por la construcción de un personaje que uno tiene que hacerse o recuperar la inocencia de la infancia.

El protagonista ha cometido actos que han dañado a terceros, pero no los recuerda. ¿Hasta qué punto puede ser inocente o culpable de ello?
Claro, en ese caso él es inocente, temporalmente. Mientras no tiene su recuerdo es inocente para sí, mas no para los demás, para los que él ofendió. Entonces hay una polaridad. El no tiene culpa porque ha perdido la memoria. Pero tampoco la tenía antes, porque había amaestrado su culpa. Más bien con la infancia recupera el sentido de la culpa y trata de rescatar la culpa como algo positivo, como algo que te hace cambiar, que te hace pedir disculpas, que te humaniza.

Hay un momento clave en la infancia del personaje: cuando debe tomar la decisión de sacrificar a su caballo herido...
Allí descubre que puede tomar decisiones drásticas. Allí siente que se distancia de sus amigos, que ellos no hubiesen hecho eso, que hubiesen pasado la responsabilidad a los mayores. Pero él toma la responsabilidad. El quiere ser adulto, el quiere ser poderoso.

El personaje de la sicóloga Irene Sálomon es importante para el protagonista.
Es como una acompañante, como una Beatrice, una ayuda. Es la imagen de la mujer justa. No sé si has leído a Sandor Marai: La mujer justa. Es la imagen de la compañera, de la mujer fuerte, de la contraparte del hombre. Es una persona que quiere tu bien así tú mismo no sepas cuál es tu bien. Te lleva contra tu propia naturaleza o contra lo que tú crees que es tu naturaleza hacia lo mejor. Se convierte casi en el ángel de la guarda que él recordaba que tenía siempre a su lado en la infancia. Pero llega un momento en que ella se le hace tediosa, se le hace complicada. Porque cuando recupera la memoria ya no quiere ir por el mejor camino. El quiere gozar del poder que tiene.

En ocasiones una novela genera otra novela. En la presentación de En blanco contaste que escribirás la historia de Cristina, la esposa del protagonista.
Sí. Ya la comencé. Lo que esperaba era la presentación del libro, que es la parte final de mi participación. Ahora el libro andará solo por el mundo, con el apoyo de los periodistas y agentes culturales. Yo ya no puedo hacer nada por él, ahora puedo más bien ponerme a producir algo más. Y eso es la historia de Cristina, que me tiene en una situación muy peculiar, porque Cristina está contando su historia en primera persona. Pero es cierto, ha habido una especie de vaso comunicante.

*Entrevista publicada en Correo.

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