miércoles, 20 de junio de 2007

ENRIQUE PROCHAZKA en España


Enrique Prochazka intentaba explicar la poca difusión de su obra literaria escribiendo en el blog Puente aéreo de Gustavo Faverón lo siguiente: “Abrigo la teoría de que uno tiene éxito porque se agita como loco, o logra que los demás se agiten como locos por uno, o bien los demás lo obligan a uno a agitarse como loco. Según esta noción a mis textos les sucede lo que les sucede porque yo no me agito”.
Aún no terminaba la universidad cuando hallé, sin proponérmelo, un libro de cuentos de Prochazka. Me encontraba en Casa Mariátegui y, mientras esperaba a unos amigos (con los que íbamos a dar vida a la revista El túnel –que apenas respiró durante dos números–), me entretuve revisando los libros que vendían en aquella pequeñísima librería llamada, si mal no recuerdo, El rincón rojo. Me llamó la atención un libro de cubierta verde que ostentaba en la carátula una pintura de un desierto. Se trataba de Un único desierto (Australis, 1997) de Enrique Prochazka. (Acabo de reparar que se cumple una década de esa publicación). Además de la erudición que insuflaban sus páginas, me fascinó aquella preocupación extrema por el lenguaje y la impronta Borgeana que yo creía ver en varios de los relatos que conforman el libro. Enrique me comentaría, muchos años después, cuando lo conocí, que en realidad la influencia es de aquellos autores que influenciaron al autor de Ficciones. “Nadie me ha creído”, me dijo, esbozando una sonrisa.
Años después, luego de una infructuosa búsqueda del editor de Lluvia para conseguir una entrevista con Prochazka, que había publicado Casa con su sello, encontré el libro en uno de los anaqueles de la librería El Virrey. Su lectura fue tan apasionante –y por momentos igual de desquiciante como debe haber sido la búsqueda del arquitecto hal por recuperar su memoria, perdida a causa de un golpe, y desentrañar los misterios de su casa–. Recuerdo que ni bien terminé de leer la última página –o ni bien terminó de cerrarse el portón de aquella vivienda inexpugnable, ya no lo sé muy bien–, aventuré algunas apreciaciones en mi blog. Me había encantado la novela, aunque el final me dejó algo insatisfecho. Comentario que Enrique me recordó milimétricamente el día que lo conocí.
¿Cómo lo conocí? Cómo casi siempre me pasa, entrevistándolo. En esa oportunidad, por la publicación de Cuarenta sílabas, catorce palabras (Lluvia, 2005), libro donde aparece esa estupenda nouvelle Test de Turing.Así, confeso admirador de la obra de Prochazka, resulta una grata noticia enterarme, gracias al Moleskine de Iván Thays, de la publicación en España de la novela Casa. Si Enrique, dado su temperamento, no va agitarse, habrá que agitarnos por él. En España ya lo están haciendo, y uno de ellos es nada menos que el escritor Enrique Vila-Matas, quien escribió un interesante artículo en El País a propósito de la publicacióin bajo el sello 451 Ediciones.

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