jueves, 21 de junio de 2007

Entrevista a CARLOS THORNE


La generación del 50 y el periodismo (Escuela de C.C. de la UPSMP, 2007) es el libro en donde Carlos Thorne, novelista y miembro de dicha generación, nos ofrece una selección de textos que resaltan la presencia de una serie de ilustres personajes –entre los que destacan Vargas Llosa, Ribeyro, Salazar Bondy– en la prensa peruana.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

La generación del 50 constituyó todo un hito en nuestro país...
La generación del 50 es una generación histórica, que ha dejado huella, en estos últimos cincuenta años. Es la que empezó a dejar su impronta en la vida nacional a partir de los años cincuenta. Es una generación representativa de la cultura peruana.

Fue muy importante, por ejemplo, en el campo literario.
En el campo de la narrativa ha superado al indigenismo social en la novela peruana del siglo XX con la novela urbana, la novela cosmopolita y la novela histórica, que yo he cultivado, y se ha abierto nuevos espacios. Estábamos todos encerrados en una visión indigenista. El logro de la novela urbana es que a través de la vida del ciudadano, del mestizo que vive en la ciudad, del campesino en la ciudad, del criollo que sueña con Europa, nos da una visión integral; cosa que no había antes. Y, además, con nivel técnico.

Por supuesto, se empezaron a utilizar las técnicas narrativas modernas.
Claro, con recursos literarios a la altura de nuestro tiempo, a la par que las grandes literaturas europeas.

En este libro que acaba de publicar, hace hincapié en la actividad periodística de muchos miembros de esa generación.
Unos han incursionado ocasionalmente como Javier Sologuren, Washington Delgado o Julio Ramón Ribeyro. Y otros cotidianamente como Carlos Germán Belli, Sebastián Salazar Bondy, Mario Vargas Llosa, por ejemplo. Seguían pues algo que ya había hecho la generación anterior, como Ventura García Calderón o Abraham Valdelomar.

El periodismo ha estado siempre muy cercano a la literatura ¿no?
El escritor siempre ha oficiado de periodista, sino veamos el caso de Rubén Darío. El periodismo lo ayudaba a sobrevivir. También ha hecho periodismo Borges, y otros escritores de renombre. Es un oficio cuasi-paralelo. Lo que diferencia al periodismo de la literatura es que el periodismo busca informar sobre hechos de la realidad. Pero ambos manejan la lengua. Ambos tienen la misma preocupación por hacer de la lengua un instrumento eficaz de comunicación. Eso es lo que une y, de alguna manera, entrelaza ambas profesiones.

En su libro rescata un poco la figura de Felipe Buendía.
He rescatado el nombre de Felipe Buendía, cuentista que cultivó la literatura fantástica, amante de la Lima cuadrada, esa Lima cuyo pasado colonial y republicano había que rescatarlo; sus costumbres, su arquitectura, sus calles. El buscó retratar eso en sus crónicas del diario Expreso, bajo el título de “La ciudad de los balcones en el aire”.

No sólo narradores incursionaron en la prensa. El pintor Fernando de Szyszlo también lo hizo.
Fernado de Szyszlo es pintor pero también escribe, es una persona culta. En el libro recojo un artículo suyo sobre Goethe publicado en el suplemento El Dominical de El Comercio, en 1982.

*Fotografía de PAVEL UGAZ.

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