lunes, 17 de setiembre de 2007

Entrevista a ALONSO CUETO


La novela de Alonso Cueto, El susurro de la mujer ballena (Finalista Premio Planeta-Casamérica 2007), profundiza la relación entre dos mujeres que buscan, cada una, un sentido a sus vidas. Sin embargo, asuntos irresueltos del pasado las volverán unir, pero en un permanente conflicto.

Entrevistan MANUEL ERÁUSQUIN y CARLOS M. SOTOMAYOR

La novela, entre múltiples lecturas, aborda el tema de las heridas que deja la infancia, sobre todo en el colegio. Niños que humillan a otros niños.
Este es un tema que me ha interesado mucho, porque en las aulas de clase se forma una minisociedad, donde hay una serie de estamentos. Están los alumnos que mandan, que son líderes y están los alumnos que obedecen, que son los marginados o los excluidos. Y en cierta manera, los salones de clase son las primeras experiencias de socialización que tienen los niños y es una especie de anticipo al tipo de sociedad de la que van a formar parte en la adultez.

Claro, y lo que ocurre en esos salones determina en gran parte el tipo de persona que va a ser ese niño en la adultez.
Es interesante cómo el pasado se convierte de alguna manera en un pronóstico o anticipo del destino y cómo en la vida de una persona se producen una serie de mensajes del pasado. Y en el caso de la novela, esto está representado en una persona que llega del pasado, una emisaria que va a confrontar a una de las protagonistas.

Siempre has tenido en cuenta a la memoria o el pasado como un elemento crucial en tu narrativa.
Sí, siempre, y creo que la armonía o la felicidad de una persona depende en gran parte de las relaciones que tenga con su pasado, porque de cierto modo la memoria es fuente de un permanente conflicto, pues es confrontarse con lo irreparable, con lo que ya ocurrió y no se puede transformar. Hay incluso una frase de uno de los personajes de la novela que dice: “La memoria es un campo de concentración”, ahí se reafirma la idea de que la memoria es una zona espinosa, de conflicto permanente.

Habías comentado que a partir de esa idea también se desprende el tema de la culpa en el ser humano.
Mira, estas son ideas que pienso después de haber escrito los libros, pero creo que en esta novela y en La hora azul existe la noción de una culpa asumida directa o indirectamente por los personajes respecto de situaciones que los desbordan. Y en el contexto de la historia de El susurro de la mujer ballena, que es el contexto de esta mujer, gorda y desproporcionada, tiene que ver también con algo que podríamos denominar como la religión del siglo XXI, que es el culto al cuerpo. Eso uno lo puede ver en los anuncios publicitarios de la televisión o de los periódicos.

Cierto, ahora existe una sacralización del cuerpo.
Y hay gente que ahora tiene esta categoría de iconos por poseer un cuerpo perfecto, como el futbolista inglés David Beckham. Entonces, me parece que hay una serie de aspectos de lo sagrado que se transforman y se dirigen hacia este nuevo culto. De cierto modo, los nuevos templos vendrían a ser los gimnasios, las penitencias se han convertidos en las dietas y los milagros en la cirugía plástica.

En cuanto a la novela, ¿tuviste una idea predeterminada para que la historia girara alrededor de dos mujeres?
En su inicio iba a ser la historia de dos hombres, después pensé en un hombre y una mujer. Sin embargo, yo quería desterrar todo el tema romántico y finalmente decidí concebir la historia con dos mujeres. Y la razón es clara: porque en general las mujeres viven sus relaciones de una manera más plena, más intensa y más compleja. Creo que la mujer tiene mayor capacidad de entregarse a una relación y también de exigir que se entregue la otra persona.

¿Cómo ha sido el tipo de relación que has tenido con tus personajes, algo clave en todo escritor?
Cuando uno escribe un libro, uno debe pensar en los personajes como si fueran seres reales y conocerlos lo más posible. Incluso, en una ocasión escuché a un escritor decir: “Un novelista debe por lo menos tardar dos años en escribir un libro. El primer año será para redactarlo. El segundo para conocer a sus personajes”. Y tiene razón: uno tiene que conocer a sus personajes como si fueran amigos íntimos. Además, siempre he tenido la idea de que el escritor debe ser un sirviente de los personajes y no al revés.

*Fotografía de ERICK ELCORROBARRUTIA.

1 comentario:

Antonio dijo...

Alonso Cueto es un gran escritor. Lo he leido. Con premios en su haber ¿Ya podria candidatear al Nobel? Nada se pierde con preguntar.
Antonio