lunes, 31 de mayo de 2010

BLOC DE NOTAS (de Carlos Calderón Fajardo)

Leonardo Padura en su espacio creativo (Foto: Internet)

Leonardo Padura (II): Cuando la novela policial se traslada a la novela histórica. El hombre que amaba a los perros
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO

Leonardo Padura (Cuba, 1955), como vimos en la nota anterior, nos decía que la novela policial iberoamericana había pasado de la novela de enigma y de detectives a una novela del crimen y violencia. Las primeras novelas de Padura son novelas de enigma, cuatro novelas dentro de su “Cuarteto de los estaciones”, en la que un detective, el teniente Mario Conde, resuelve el enigma de un crimen. La última novela de este tipo es Adiós, Hemingway (2001), el retirado teniente Mario Conde es llamado cuando en la remodelación de la casa de Hemingway en Cuba se encuentra dentro de la casa del escritor un cadáver enterrado. En esta novela la ficción y la realidad se entremezclan. En un diálogo dentro Adiós, Hemingway Padura parece anunciar el giro que va a producirse en su posterior narrativa. Le preguntan a Conde: “¿Tú eres policía o qué coño eres?” A lo que Conde, ya retirado de la policía, responde: “No, no soy policía. Soy escritor”.

En la última novela de Padura, de casi 700 páginas, trata sobre el asesinato de Trosky. El hombre que amaba a los perros (Tusquets, 2009). La novelística de Padura pasa del policial a la novela histórico-política, donde la característica de la novela como la historia de crímenes continúa, pero ha desaparecido el detective Mario Conde, y también la mezcla entre la ficción y la realidad. Es una novela histórica realista, con una información abundante y extraordinaria. La novela está conformada por cuatro bloques, que se entremezclan: la Cuba de 1977, año en que se escribe la novela, la Unión Soviética de Stalin, el de la guerra civil española, y la de las peripecias vinculadas al asesinato de León Trosky. La novela es muy interesante porque es una crítica muy fuerte de Padura a los regímenes comunistas, sobre todo considerando que Padura vive en Cuba y escribió la novela en Cuba, y aún ahora siendo un intelectual crítico no es un disidente.

El hombre que amaba a los perros es una novela sobre un crimen, pero ya no se trata de una novela policial sino de una novela histórica, en donde todo lo que se narra son hechos históricos, y lo que diferencia a la novela del libro de historia es que Padura narra, además de relatar con una extraordinaria cantidad de información la época del estalinismo y el asesinato de Trosky, qué es lo que sienten personajes. Padura, como otras novelas históricas, cuenta sobre lo que la historia no puede o no quiere decir.

El gran tema de esta novela monumental sobre un crimen histórico es el miedo. El primer lugar el miedo de Padura de escribir una novela sobre Trosky en Cuba donde sólo mencionar a Trosky en 1977 era muy peligroso. El miedo que alcanza un nivel apocalíptico en la época de Stalin. Padura nos cuenta como Stalin mata y asesina en la Unión soviética, a todos los jerarcas bolcheviques de la guardia Lenin. Es de una gran calidad literaria como Padura narra la muerte (el asesinato) del más importante teórico de la Unión Soviética, Bujarin. El miedo de Bujarin que confiesa delitos no cometidos con la esperanza de ser perdonado por Stalin es un punto muy alto de la novela. Stalin mata a intelectuales y artistas y hasta a sus propios seguidores más leales, simplemente por sospechas en la cabeza del monstruo. El hombre que amaba… es una gran novela sobre el miedo. Pero también es Padura extraordinario al narrar lo que pasa en la mente de Ramón Mercader de Trosky, el “miedo” de Mercader, y excelente como Padura nos narra lo que Trosky siente ante el peligro de ser asesinado, el miedo de Trosky.

Si bien esta novela de Padura, es fascinante de leer, por la cantidad de información que brinda, y por la maestría que describe el miedo, sin embargo, pensamos que la novela policial pierde su valor como producto estético y se acerca al bestseller de calidad. Tanta información mata artísticamente a una novela tan ambiciosa. Es una novela realista en la que la realidad apabullante vence a la ficción, mejor dicho el arte novelístico. El exceso de información no es trasmutada en literatura, mejor dicho en una metáfora literaria que convierta la información histórica en expresión artística.

Esta novela es interesante de leer por los escritores de nuestro país, porque nos presenta un paradigma de tipo novela, a partir del cual se puede o se podría narrar personajes históricos peruanos tales como Montesinos, Fujimori, o Abimael Guzmán, todos personajes históricos que esperan ser novelados, ser personajes de novelas que de seguro algún día se escribirán.

*BLOC DE NOTAS se vuelve quincenal a partir de la fecha.

jueves, 27 de mayo de 2010

TEATRO: "Agosto: condado Osage" (en La Plaza ISIL)

Tres estupendas actuaciones: Martínez, Dammert y Valdez. (Foto: La Plaza ISIL)

"Agosto" (dirigida por Juan Carlos Fisher)
Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

La extraña y misteriosa desaparición de un hombre desencadena una incontenible crisis en el seno de una familia que bien podría ser cualquier familia. La suya, la mía, la de cualquiera. 

Destreza singular la de un mordaz y estupendo Tracy Letts, dramaturgo norteamericano que nos ofrece una desenfadada radiografía del universo filial en Agosto: condado Osage. Una obra que, a pesar de su extensión, logra secuestrar la total atención del público.

El director Juan Carlos Fisher –quien ya ha montado anteriormente una obra de Letts: Bicho– es el encargado de poner en escena, sobre las tablas del Teatro La Plaza ISIL, esta compleja obra en la que cada personaje (de los trece que aparecen) ostenta su propio drama individual. Fisher ha calibrado espléndidamente cada uno de los momentos de tensión en una pieza en la que abundan. Y para ello, entre otros aspectos, ha recurrido a un bien afiatado elenco en el que destaca, sin dudarlo, Claudia Dammert, en el papel de Violeta, la esposa del hombre que desaparece.

La trama indica que este hombre, un poeta otoñal que en su momento sorprendió con su único y celebrado poemario, ha desaparecido. Presumimos que ha huido, hastiado de su esposa, una mujer adicta a los fármacos. Y son precisamente las hijas de este matrimonio las que tendrán que enfrentar este momento difícil y traumático. El mismo que desencadena una serie de reproches y enconos guardados, situaciones grotescas e impensados secretos que salen a flote. 

Dammert se muestra notable interpretando a Violeta, una mujer que practica el destructivo arte de la honestidad brutal, de la verdad sin anestesia, de la frase venenosa y mortal. Las hijas tendrán que lidiar con ella. Las hijas que tienen cada una su propio rollo irresuelto. Bárbara (Norma Martínez) y su matrimonio en crisis (su esposo se acuesta con una alumna); Eli (Monserrat Brugué), una solterona que oculta un affaire con un primo mucho menor; y Karen (Sandra Bernasconi), una mujer que requiere aferrarse a cualquier hombre para eludir su soledad.

“Agosto: condado Osage” es una obra distinta a las anteriores de Letts. Si en Bicho, por ejemplo, nos encontrábamos con poquísimos personajes. En esta obra, el autor se ha mostrado más ambicioso en el entretejido argumental, colmándola de personajes, sin que ninguno pierda intensidad dramática. Y, sobre todo, ha logrado construir una suerte de espejo en el cual no podemos evitar sentirnos reflejados, en diversos aspectos. Si bien la trama se desarrolla en la calurosa Oklahoma, uno termina sumido en la angustiante y sofocante tensión, a pesar de nuestro frío invierno limeño.

*Se presenta en el Teatro La Plaza ISIL (LarcoMar, Miraflores)

lunes, 24 de mayo de 2010

BLOC DE NOTAS (de Carlos Calderón Fajardo)

El género policial. (Foto: Internet)

Leonardo Padura: El Miedo y la Violencia, la literatura policial en América latina (I)
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO

En una muy interesante antología del cuento policial en español Variaciones en negro de Lucía López Coll (Norma, 2003), el prólogo es del escritor cubano Leonardo Padura: “Miedo y violencia: la literatura policial en América Latina” (2001). Ya desde el título “Miedo y violencia” Padura plantea que los elementos centrales del policial latinoamericano, no son el enigma ni la narrativa de detectives, como lo fue de Poe a Raymond Chandler, los creadores de la novela policial clásica.

En Variaciones…, esta antología del cuento policial latinoamericano, figuran Manuel Vázquez Montalbán, Mempo Giardinelli, Paco Ignacio Taibo II, Ricardo Piglia, Leonardo Padura, el chileno Ramón Díaz, Rubem Fonseca y seis cuentistas más. Autores de siete países –Argentina, Brasil, México, Chile, Colombia, Cuba y España. Es decir ningún peruano–. ¿Por qué no aparecen escritores peruanos en esta antología bastante completa, algo incompleta? Por una de dos razones: o porque la narrativa policial peruana no es conocida por los cultores de este género, que son una especie de secta –se reúnen en eventos internacionales de novela negra–, figuran en premios como el “Semana negra de Guijón” o el “Premio Dashiell Hammett”, o no somos considerados porque no existen cuentos y novelas en la narrativa policial peruana con méritos como para ser considerada dentro de una antología continental. Pienso que la razón es la primera, la literatura peruana, salvo los nombres consagrados de Vargas Llosa y de Bryce, el resto de escritores no recibe la atención que merece, y menos en subgéneros como es el de la novela policial, habiendo escritores con méritos para tener mayor figuración en la llamada “narrativa negra”.

Sin embargo, a pesar de casos muy meritorios, la novela policial no es un género muy practicado por los escritores peruanos. No llegan a cinco las novelas que valen a mí parecer ser tenidos en cuenta. Esto es también extraño, este desinterés por la novela policial, porque basta escuchar los noticieros de televisión y leer los periódicos para darnos cuenta que vivimos en una sociedad “criminalizada” sobre la cual la literatura peruana no está dejando constancia, o al menos no al parecer en una cantidad significativa. Cualquiera de las historias que los peruanos seguimos con interés motivaría una excelente novela policial, sobre todo en la forma de un policial como interpreta Padura la novela policial latinoamericana, es decir, como literatura de Miedo y violencia. La respuesta a este descuido por dejar constancia de la novela policial peruana sobre el crimen en una sociedad criminalizada estaría relacionada a nuestra renuencia a ser modernos, o si se quiere a ser “postmodernos”.

En este interesante prólogo a la antología de Variaciones en negro, Padura nos ilustra sobre el nacimiento y largo viaje de la narrativa policial desde su nacimiento con Poe y Wilkie Collins hasta Dashiell Hammett y Raymond Chandler, es decir, un siglo de vida, que Padura caracteriza como “policial”, aquel cuento o novela donde existe un enigma y un personaje prototípico para develarlo. Esto que va a ser lo que caracterizó a la “novela de misterio” o “detectivesca”. Así hasta llegar a una de las obras maestras del género El largo adiós (1953) de Chandler, en donde al final de la novela el lector no recuerda quien fue el asesino de la novela. La novela policial se desplaza, desde ese momento de un misterio de difícil dilucidación a la existencia de un crimen.

La novela policial latinoamericana no nace de la novela de enigma nace de la novela negra, sobre todo de Raymond Chandler, Cain, Mac Donald, Chester Himes, que traen una propuesta estética, que el mal llamado género policial, se práctica de manera extendida en América Latina y España, pero en menor medida en el Perú –me imagino que tampoco en Ecuador y Bolivia–. La novela policial Iberoamericana coloca no al detective o al policía en el centro sino al crimen y a la violencia, que es violencia urbana, en ciudades donde “conviven el crimen y la vida y la realidad más rampante y esencial de un universo abocado a todas las crisis políticas, económicos, morales y culturales”, escribe Padura. Pero también dice Padura que este neo-policial iberoamericano, ortodoxo y multiforme, transita por caminos que van del subdesarrollo a la post-modernidad, que tomando “las armas de la novela gótica, el folletín de aventuras, y hasta las novelas de far-west… dan cuenta de sociedades cada vez más violentas, caóticas y descentradas como son las sociedades latinoamericanas”.

La relación de la novela policial latinoamericana con la postmodernidad, va a desarrollarla Padura en su libro de ensayos Modernidad, postmodernidad y novela policial (1999).

En la siguiente semana, en la segunda parte de esta nota, nos ocuparemos de la última novela de Padura: El hombre que amaba a los perros. En ella veremos un caso prototípico de los desplazamientos de la actual novela policial latinoamericana, centrada en el crimen, la violencia y el miedo.

viernes, 21 de mayo de 2010

ENRIQUE VILA MATAS en Lima: confirmado

EVM (Foto: elmundo.es)

Confirmado. El celebrado escritor español Enrique Vila Matas estará en Lima entre el 1 y el 5 de julio. Autor de importantes libros como El mal de montano o Doctor Pasavento, Vila Matas presentará su nueva novela Dublinesca. Como recordarán, la editorial Planeta sorprendió a todos al fichar a uno de los autores más importantes de Anagrama. Es por ello que Dublinesca se ha publicado bajo el sello Seix Barral. Esperamos que la novela llegue pronto a nuestras librerías.

jueves, 20 de mayo de 2010

Entrevista a JAVIER ARÉVALO

Javier Arévalo en la editorial Norma (Foto: CMS)

Su primera novela de corte juvenil resultó un éxito insospechado. Tanto que se volvió un pequeño clásico del género en nuestro país. Inubicable hasta hace poco en librerías, Vértigo sobre la luna (Editorial Norma, 2010) acaba de ser reeditada. Qué mejor pretexto para charlar con Javier Arévalo, su autor.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Me contaste en cierta oportunidad que Vértigo sobre la luna la escribiste en poco tiempo…
Sí, en siete días. Nació de una llamada en la que me preguntaron si tenía novelas juveniles. Y yo respondí que no tenía novelas ni juveniles ni pornográficas. Sólo tenía mis novelas. Pero que si quería una a lo mejor podría hacerlo. Y así fue. Me senté y yo tenía en la cabeza la historia de un danzante que había conocido en Huancayo. Y pensé que iba a escribir sobre él. Pero al final lo que conté fue completamente diferente a la primera imagen que tenía. Pero la imagen del danzante quedó.

Igual terminó siendo un personaje importante en la novela…
Sí, claro, es un personaje importante, es el coprotagonista de la novela. Aunque los personajes se van repartiendo las responsabilidades del libro, sí es un personaje importante: se cuentan muchas cosas de su vida y de su drama. Y además, su drama también alimenta el título de la novela.

El danzante posee, además, una sabiduría particular, ancestral…
Claro, es un danzante como cualquier danzante con el que te podrías relacionar ahora. Porque es una novela muy contemporánea. Y es un hombre con unas creencias religiosas, con unas creencias culturales que se alimentan de una tradición vieja en el Perú. Pero también es un hombre que trabaja vendiendo helados en la calle, que ve televisión, como cualquier hombre de esta época. Como cualquier danzante de esta época.

El protagonista, Marcelo, es un chico curioso, inteligente y un lector. Y de alguna manera no encaja en ese universo mediocre de su salón de clases. ¿Se puede decir que hay una crítica al sistema educativo?
Sí, también. Bueno, una de las cosas que hago en mi vida es dirigir un proyecto que se llama Recreo, que precisamente en contraposición a una perversa escuela que nos aburre y que nos obliga a estar rodeados de chicos que no tienen la culpa de haber sido convertidos en esos orcos que un sistema incompetente e ineficiente genera. Este chico, como tú dices, es un chico lector y tiene, obviamente, otras curiosidades que no puede satisfacer en un ambiente tan triste como el de un salón de escuela. Entonces, sufre este problema de incomunicación. Que no encuentra como salvar. Y además crece en un ambiente tan sórdido. Y sí, es una crítica a un sistema que produce la educación peruano. Y no sólo peruana. El continente entero tiene este problema.

Marcelo no termina de la manera en la que termina su hermano, Edián…
Yo creo que el drama de esa casa es complicado. El drama va más allá de una relación directa entre un niño y una apertura hacia estímulos que lo pueden salvar de la calle. Porque quien en parte lo educa es el hermano que muere, él es quien lo protege. Además, él es un líder de pandilla, es fuerte y no quiere que su hermano vaya por allí. Y la presencia de la madre también es importante. La madre tampoco es una mujer pandillera, es una profesora. Y eso abre una alternativa. Pero el hermano mayor además es hijo de un delincuente. Y allí está todo servido para producir otro delincuente. Pero con esta situación en la que tira para uno y otro lado. El hermano menor, finalmente, lo tiene más claro. Y lo tiene más claro porque el hermano mayor, el delincuente, le ha creado situaciones para que le sea más claro: él es el que pelea, el que vigila, el que va a robar… no es el hermano menor.

Así, el personaje logra salvarse, de alguna manera…
Se da cuenta que siendo parte de los “pastrulos”, metiéndose con esta gente no va a tener ninguna posibilidad y va a tener la misma porquería en la que crecen esos chicos. Y eso es una práctica cotidiana en el medio social en que crecemos. Yo crecí rodeado de drogadictos y delincuentes juveniles, que han sido amigos míos, que han muerto acuchillados. Y de alguna manera el ser capaz de gozar un libro, de gozar de la música, de la pintura, salva a algunas personas. Y si bien no se sabe si el personaje va a salvar su vida, sí tiene momentos en que no está reducida su vida a vender drogas o ser parte de una pandilla: hay otras cosas en las que puede entretenerse. 

El hermano mayor, Edián, aparece también en una novela posterior, en El cazaba halcones. ¿Cómo se da esto?
Sí. Yo no lo tengo claro. Porque en mis novelas de adultos, también están conectadas porque algunos personajes van apareciendo en todas ellas. Y yo no lo puedo explicar. No sé por qué se fijan como con adhesivo a mi práctica creativa. Será porque los conozco, porque es un mundo en el que estoy investigando, será porque algo quieren decir. Pero eso es también una maravilla, porque es un misterio. Si no tuviera misterio lo que hago, no podría hacerlo. Si yo sigo escribiendo es porque siento que hay cosas que no sé, y que voy a descubrir al escribir. Y a veces no las descubro. Y al terminar la novela tengo como un residuo de esa búsqueda. Pero cuando la leo siento que el residuo de esa búsqueda tiene un sentido, y se puede empaquetar en un libro y ofrecérsela a los lectores. Para que ellos también inicien su propia búsqueda.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Rocío Gold presenta "Un rosa intenso" (Alfaguara) hoy en el Jazz zone

Santillana y su sello editorial Alfaguara presentan esta noche Un Rosa intenso, la nueva novela de la escritora Rocío Gold. La cita es a las 8:00 pm., en el Jazz zone ((Av. La Paz 646 -Pasaje El Suche-, Miraflores). Los comentarios estarán a cargo del poeta Jorge Eslava. También estará presenta, como invitada especial, NaiaraE.

lunes, 17 de mayo de 2010

"1Q84" de Murakami aparecería en español durante el primer trimestre del 2011

Ya aparecieron en Japón las dos primeras partes (Foto: Internet)

Una noticia para los incondicionales y apasionados lectores de Haruki Murakami (entre los que me incluyo, obvio): la primera de las tres partes de su reciente y extensa novela 1Q84 aparecerá en español, siempre bajo el sello de Tusquets, durante el primer trimestre del año 2011. Así lo anuncia la prestigiosa editorial española en su cuenta de Facebook. Habrá que esperar.  

BLOC DE NOTAS (de Carlos Calderón Fajardo)

Escritor Mario Levrero (Foto: Internet)

MARIO LEVRERO. El discurso vacío (La novela imposible de ser escrita)
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO

Mario Levrero, cuyo nombre completo era Jorge Mario Verlota Levrero, nació en Montevideo en 1940 y murió en la misma ciudad el 2004. Además de novelista era fotógrafo, librero, guionista de cómics, redactor de una revista de perfil inclasificable. Escritor de 7 novelas y 7 libros de cuentos y dos libros con sus artículos periodísticos. Fue el tipo de escritor que comparte con Clarice Lispector y Julio Ramón Ribeyro, el privilegio de haber vuelto a nacer después de muerto. Estos escritores que vivos fueron casi clandestinos, después de muertos crecen más y más. Sus obras se reeditan y reciben los aplausos y la consagración que en este mundo se les negó. Probablemente esa consagración no les importaba mucho y no hicieron nada para conseguirla. Como dijo José Emilio Pacheco en su discurso al recibir el Premio Cervantes, “escribieron como mendigos” -que es la condición del escritor para Pacheco-, pero sin mendigar nada a nadie. Lo más importante que une a estos tres escritores es su gran calidad literaria, su densidad humana y su profunda capacidad reflexiva.

No sabía sobre cuál de los libros de este uruguayo escribir una nota, uno es mejor que el otro. Su París fue muy difícil eludirlo. Levrero tuvo su propio París, y muy especial. Es un libro altamente recomendable para lo que quieren viajar a París, se van a llevar una tremenda sorpresa al leerlo.

Me decidí finalmente por su novela El discurso vacío. Como todas las novelas de Levrero, siempre toca un tema muy seductor. En El discurso…de lo que trata es de la historia es de un escritor que inicia un cuaderno con ejercicios para mejorar su caligrafía. Los ejercicios están matizados por anécdotas sobre el vivir, la convivencia, la escritura, el sentido y no-sentido de la existencia. El discurso vacío está estructurada a partir de dos bloques, uno es el titulado: “Ejercicios”. El otro lleva el título de “El discurso vacío”. Un bloque, como veremos, se relaciona con el otro.

La novela comienza con un prólogo que en sus primeras líneas a la letra dice: “Aquello que hay en mí, que no soy yo y que busco. Aquello que hay en mí, y que a veces pienso que también soy yo y no encuentro”. En estas primeras líneas está la cifra de esta extraordinaria novela: estamos ante una novela sobre la búsqueda de uno mismo. ¡Vaya qué desafío! Es muy difícil, sino imposible, intentar saber quién es uno mismo. ¿Es la escritura -que Levrero disimula bajo la forma de “ejercicios de caligrafía”- la desesperada y vana búsqueda de intentar saber quién es uno mismo? Cualquier intento de elaborar un texto escrito sobre uno mismo llevará indefectiblemente a un “discurso vacío”.

Los sueños y ensueños se mezclan dentro del relato. Empieza la novela de la manera siguiente: “Soñé que era un fotógrafo”. El relato prosigue pero ya no estamos en la realidad, sino dentro del sueño. Este recurso de narrar sueños como si fueran reales abunda dentro de la novela. Al volver a la realidad, el escritor nos cuenta sus avances en sus ejercicios de caligrafía. En la novela se dice: “La profunda relación entre la letra y los rasgos de carácter y del presupuesto conductista de que los cambios de la conducta pueden producir cambios a nivel psíquico. Cambiando, pues, la conducta observada en la escritura, se piensa que podría llegarse a cambiar otras cosas en una persona”. La intención de la novela se hace evidente, la escritura, que en el fondo no es otra cosa que ejercicios grafo-lógicos, debería producir un mejor discurso, o un contacto con la realidad más efectivo.

La escritura se sigue perfeccionando a través de los “Ejercicios”, pero lo que se va formando es un discurso vacío; sin embargo, tras la apariencia vacía hay demasiadas cosas. En la novela, que como dijimos está escrita en forma de diario, el 25 de noviembre el narrador escribe: “Por eso me pongo a escribir, desde la forma, desde el propio fluir, introduciendo el problema del vacío como asunto de esa forma, con la esperanza de ir descubriendo el asunto real, enmascarado de vacío”. ¿Qué es lo que se esconde tras el discurso aparentemente vacío? La vida.

Ya cerca al fin de la novela, nos percatamos que hemos leído una novela donde nada importante pasa, un inexorable “discurso vacio”. Ahí está lo excepcional, el resultado final es un discurso vacío y al mismo tiempo una novela: El discurso vacío con la fuerza que le confiere la imposibilidad de lo que en teoría no podía ser narrado, y sin embargo llegó a ser una novela. 

La novela en la realidad la empezó Levrero en 1990 y terminó de ser escrita en 1993. El discurso vacío, escrita en forma de diario, inicia el relato un 10 de septiembre de 1990. Al parecer la novela de Levrero fue escrita día a día en la ciudad uruguaya de Colonia, como una especie de diario. Lo que obtuvo en concreto fue lo que el narrador de la novela dice: “Esto fue solo un ejercicio caligráfico y nada más. No tiene sentido preocuparse por darle un contenido más preciso, sólo llené hojas de papel con mi escritura”. En otras palabras, el único sentido en la vida es participar de una escritura, que aparentemente será siempre un discurso vacío, y al mismo tiempo no, por lo menos no para mí. Soy un lector que al terminar de leer El discurso vacío sintió que la vida había sido expresada en esta novela por un gran narrador, vivo, en el mejor sentido de la palabra. 

En el epílogo de la novela se lee: “No podemos salir porque al mismo tiempo no queremos salir, y no queremos porque no sabemos hacia dónde salir, porque la selva es uno mismo, y una salida implicaría alguna clase de muerte. Y si bien hubo un tiempo en que se podía morir cierta clase de muerte de apariencia inofensiva, hoy sabemos que aquellas muertes eran las semillas que sembramos de esta selva que hoy somos”.

martes, 11 de mayo de 2010

Entrevista a ALONSO CUETO

Escritor Alonso Cueto en el Urban Café (Foto: CMS)

Luego de la celebrada El susurro de la mujer ballena, Alonso Cueto reaparece con La venganza del silencio (Planeta, 2010), una novela en la que su autor se vale de los elementos del policial para sumergirnos en una lograda exploración de las sinuosidades y oscuridades de la condición humana. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Si bien la novela tiene elementos del policial es también la radiografía del universo familiar…
El tema del policial me interesa especialmente como pretexto para una exploración en la conducta de los personajes. La presencia de la muerte, del crimen, de la violencia y también del amor, es decir, la presencia de lo inesperado, estimula conductas que responden a una identidad secreta. Nosotros somos quienes somos a la largo del día, pero en las situaciones excepcionales nos revelamos como somos de verdad. En ese sentido, no me interesaba tanto descubrir quién era el asesino, sino que la presencia del crimen sea un estímulo para que las personas se revelen como son de verdad. Y yo creo que la narrativa es eso: explorar cuáles son los límites de nuestra experiencia, de nuestra conducta, de nuestros hechos. Ver hasta dónde podemos llegar frente a la muerte, frente al amor y frente a lo inesperado. En ese contexto, el tema de la familia es un tema que siempre me ha fascinado. Las familias creo que son instituciones definidas por sus pactos de afectos, que son como destinos, ¿no? Uno puede dejar de ser esposo o amigo, pero no hijo, padre o hermano. Y en ese sentido, las familias forman algo así como religiones. En cierto sentido gran parte de la literatura universal es la historia de una familia, desde los clásicos griegos hasta Faulkner, digamos. Lo que me interesa de ese mundo familiar es cómo siempre hay heridas secretas, ocultas en la historia de la familia. Y que hay que mantener ocultas para que la familia siga funcionando. Hay, entonces, unos guardianes de estos secretos, que los preservan y que los mantienen ocultos. Y me interesaba que un personaje dentro de una familia perturbara ese orden y quisiera abrir esa caja de Pandora que todas las familias encierran.

De alguna manera la orfandad temprana del protagonista le permite tener una mirada particular de los acontecimientos terribles que va descubriendo…
Claro, exactamente. La orfandad de Antonio lo hace un exiliado, en cierto modo, lo que le da una distancia suficiente para ser un observador. No es un miembro de la familia normal, sino que sus lazos directos se han cortado y está en una situación de soledad. Es un solitario. Con lo cual abusa de su poder de observación. Al mismo tiempo tiene una cierta intimidad con el chofer, con Venus, que también le da una perspectiva distinta al resto. Entonces, él se convierte en el motor de esta búsqueda de la verdad que hay detrás de las apariencias. El es un escritor y quiere saber quién ha matado al tío. Pero quiere saber también en el fondo cuál es la verdad detrás de todo lo que sabe, que ya es bastante. Y en cierto sentido creo que la función del narrador y la función del escritor son parecidas, porque los dos no se contentan con las apariencias de lo que ven, sino que buscan detrás de esas apariencias algo diferente.

Uno de los aciertos de la novela es la lograda descripción psicológica de los personajes. Por ejemplo, el de la tía Adriana, la matriarca de la familia…
Sí, la tía es un personaje que quise componer como una suma de contradicciones y contrastes. Y ese es un tema de la novela: nadie es nunca quien parece. Detrás de su apariencia de lideresa, de persona moralmente intachable, hay una serie de otras identidades que están allí y que son, quizás, más fuertes que esa. Y que aparecen tarde o temprano. Y creo que los personajes que me interesan a mí son especialmente esos personajes que son un paquete de secretos, de contradicciones y de contrastes. Yo creo que la literatura nunca da respuestas sobre quién es tal o cual personaje, sino que siembra nuevas dudas sobre quiénes son los personajes y quiénes somos nosotros.

Una de las escenas más intensas es, para mí, aquel diálogo de confrontación que tiene Antonio con su primo Claudio. Me parece que allí surge una revelación: la verdadera personalidad  de Antonio que, como dices, surge en momentos críticos. Y que luego, hacia el final de la novela, la tía se lo hace notar cuando le dice: “Te pareces a mí… tienes fibra de acero”.
Sí, porque el narrador parece un personaje blando y pasivo. Y allí, en cierto modo, hay una respuesta, una reacción, un intento por aparecer. Es algo que no había pensado, pero te agradezco que me lo digas porque ahora me doy cuenta de que es así. Es una respuesta a su pasividad. Y efectivamente uno ve eso mucho en la vida, que las personas más pasivas y silenciosas pueden ser a veces las más decididas e incluso, a veces, las más violentas. Mientras los más encopetados pueden ser los más vulnerables. En esa escena que tú mencionas me interesaba especialmente el juego de los diálogos. Es un tema en el que yo he trabajado mucho: hacer una representación dramática de dos personalidades. Y ese es un sistema para el cual me ha ayudado mucho la lectura de Henry James. El tenía lo que se llama “método escénico”. Es decir, lograr que sus personajes puedan interactuar a través de diálogos cruzados. Y revelando sus identidades en el cruce de los diálogos. Siempre me ha interesado mucho definir a los personajes por lo que dicen. Pero también por lo que ocultan.

Algo que es constante en varias de tus novelas y que está presente en esta novela es la idea del padre ausente…
Sí, eso siempre está presente. Yo creo que uno escribe de aquello que no sabía que le preocupaba. Y evidentemente me doy cuenta de que en otras novelas y en ésta siempre hay un personaje masculino distinto que de alguna manera desaparece o muere. Y eso crea una reacción y unas consecuencias en el narrador. Entonces, seguramente estoy poniendo en juego, creo yo, mi nostalgia por la muerte de mi padre que ocurrió cuando tenía 14 años, tema del que ya hemos hablado antes. Sin que signifique, claro, que alguno de estos personajes represente a mi padre. Pero sí está el tema de la pérdida. Y en cierto sentido creo que si yo me dediqué a la literatura mucho tuvo que ver esa muerte. Porque creo que la novela es una de las pocas ocasiones que tenemos los seres humanos de recuperar lo perdido, de afirmarlo en un lenguaje que aspira a ser eterno o tener una cierta permanencia. Y que es un instrumento contra el paso del tiempo, contra la muerte y contra la sensación de lo efímero que es algo que siempre nos persigue.

La novela surge, según has mencionado con anterioridad, de un paseo que hiciste por el Olivar en el que viste a una familia aristocrática. ¿Cómo fue el proceso de escritura? 
Esa es la ventaja de vivir en el Perú, la cantidad de injusticias, de desigualdades, de abusos, de conflictos. Cuando uno vive aquí es una permanente escuela. La literatura vive de los conflictos, de las peleas. Entonces, a lo largo de los años uno está educado en esta experiencia cerca de conflictos sociales, culturales, étnicos, de clase. Y me interesaba situar la historia en una casa de una familia aristocrática. La novela inicialmente iba a llamarse Crímenes en la familia, porque generalmente ninguna familia acepta que hay crímenes en su interior. Y es perturbador que los haya. Por eso, en cierto sentido es un intento por introducir la novela de detectives y la novela policial al interior del mundo familiar. Meter a los criminales en una mesa de domingo mientras almuerzan.

lunes, 10 de mayo de 2010

TEATRO: "Extras" (Teatro MVLL)

Ciccia y Galliani con "cara de desposeidos" (Foto: Plan9)

Extras (Dirige Alberto Isola)
Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

Cada quien persigue sus sueños a su manera. Algunos de ellos arropados de una fe ciega que, sin embargo, les permite seguir en la brega. Otros, a contraparte, terminan abandonándolos, rendidos ante la inclemencia de una realidad que los golpea. Extras, la estupenda pieza teatral de la mexicana Sabina Berman (adaptada de Stones in his pockets de Marie Jones) es, en el fondo, una reflexión sobre los “grandes sueños” de dos aspirantes a celebridades hollywoodenses. Escrita, por supuesto, en un tono de comedia que la torna irresistible.

La historia nos presenta a dos hombres, Charlie Colón y José Rodríguez, quienes logran conseguir empleo de extras en una película “gringa” que se está filmando en su pequeño pueblo mexicano. Y nosotros, los espectadores, somos los privilegiados asistentes al backstage de dicha filmación. Así, podemos deleitarnos con las disparatadas situaciones que se van sucediendo a través de toda la obra. Y, al mismo tiempo, conmovernos del drama humano que subyace en la trama. Ese cambio de registro se aprecia de manera clara en la puesta en escena que, bajo la estupenda dirección de Alberto Ísola, se presenta en el Teatro Mario Vargas Llosa (en el local de la Biblioteca Nacional del Perú en San Borja). Y en gran medida, también, gracias a las notables actuaciones de Giovanni Ciccia y Sergio Galliani, quienes interpretan, ellos solos, a todos los personajes de la obra. En esta oportunidad, a diferencia de El misterio de Irma Vap (dirigida por David Carrillo), no requieren vestuario distinto para marcar los cambios de personajes. Y son cambios que revisten complejidad de género, de timbre y de acento.

Si bien la obra requiere de una mirada atenta, para no dejar escapar ningún detalle importante, Ísola ha logrado darle –apelando a los estupendos textos y, por supuesto, a la respuesta de sus actores– una dinámica envolvente. Los diálogos fluyen con naturalidad y los cambios de personajes son asimilados rápidamente por un público que, si bien no para de reír durante toda la obra, enmudece en los momentos dramáticos con los que esta pieza nos enfrenta a una realidad que traspasa los linderos del escenario. Se trata, finalmente, de un montaje imprescindible dentro de la interesante oferta teatral de estas semanas. Están avisados.

DATO
La obra Extras se presentará hasta el 18 de julio en el Teatro Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional del Perú (Av. Javier Prado Este 2465, San Borja), de jueves a lunes a las 8pm. El precio de las entradas es de S/. 15 y S/. 40

*Publicado en Expreso.

BLOC DE NOTAS (de Carlos Calderón Fajardo)


Escritor Don DeLillo (Foto: http://www.actualidadliteratura.com/)



Don DeLillo, el narrador diferente (Cosmópolis)
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO

Siempre me he preguntado por qué el novelista norteamericano Don DeLillo (1936) dada su calidad literaria de maestro indiscutible, autor de una obra de lectura imprescindible en la novela contemporánea: Submundo, no goza en el Perú de la audiencia de lectoría como sí la tienen un Philip Roth o un Paul Auster. He intentado buscar una respuesta. DeLillo ha ganado premios muy importantes, sus obras están en español, traducidas el mismo año que aparecen en inglés, ¿qué pasa entonces? Me he dicho si no será que Philip Roth y Paul Auster son escritores del siglo XX y Don DeLillo lo es del tiempo sin siglo, es más, del camino que va haciendo el mundo desde el siglo XX al siglo XXI y a un infinito tecnológico al que jamás accederemos. Don DeLillo es el narrador del capitalismo tardío al que nunca llegaremos, y nos es ajeno por esa razón, porque su mundo nos es ajeno.

Como nosotros estamos aún en nuestro siglo XIX literario: Flaubert, Víctor Hugo, Dostoievski nos son aún atractivos. Y continuamos empleando los esquemas normativos de la novela europea del siglo XIX, que se repiten como quien obedece a un esquema obligatorio. Es razonable pensar que es muy difícil que podamos asimilar a un tipo de escritor como Don DeLillo. Ha escrito varias novelas entre las que destaca la sobresaliente Submundo (1997). Quizás una de las cumbres de la novela moderna, novela histórica, narra cincuenta años de la vida norteamericana a partir del 3 de octubre 1951, de un partido de beisbol jugado en Nueva York. Acaba de publicar Point Omega (Febrero, 2010). Que es la historia de Richard Elster, un intelectual out-sider que en el desierto de Arizona imagina un punto omega más allá de la evolución humana. Pero la novela sobre la que vamos a intentar decir algo en esta nota es Cosmópolis (Seix Barral, 2003). 

Cosmópolis ocurre en un solo día del año 2000. Una perturbación en el valor del yen, elemento reiterado en la novela que nos sujeta a la narración de un solo día, a diferencia de los 50 años que abarca Submundo. El personaje central es Erick Packer, un multimillonario de 28 años que recorre la ciudad en una limusina acompañado de su guardaespaldas, cual Quijote y Sancho. Desde el título sabemos que estamos en una novela en la que la ciudad, que puede ser Nueva York, por algunos indicios, es el verdadero personaje. Cosmópolis es un paseo imaginario por la superficie de una urbe edificada con la tecnología ultra moderna. Del punto de vista de estrategia narrativa DeLillo desecha el psicologismo a favor de la abundante descripción de superficies, claro como el narrador las ve, recreándola verbalmente. DeLillo construye un relato sin historia. Está hecho de fragmentos, de visiones desconectadas, de las peripecias fugaces en un día de su anti-héroe Erik Parker. De cuando en cuando surgen inserciones, con reflexiones contundentes. Por ejemplo cuando en medio de un incidente disparatado el narrador omnisciente comenta: “El dinero ha perdido sus cualidades narrativas, tal como sucediera en la pintura hace tiempo. El dinero habla solo para si mismo”. Pensamiento que empata con el epígrafe de la novela: “la rata deviene moneda de curso legal” (Zbigniew Hebert). Se abandona la linealidad por la descripción como forma preponderante, es el narrar de un presente que fluye, que no deja de fluir.

La novela prescinde de los elementos fundamentales de la novela clásica: psicología de los personajes, no hay pasado que antecede los hechos, no se espera un futuro porque ya se está en él y si el tiempo es abolido por el presente, por lo tanto estamos ante una novela sin una historia que pueda ser reducida a una fábula; no existe una trama identificable sino un tejido de sucesos desconectados. En ese suceder permanente todo aparece y se desvanece. De Lillo no es un realista cásico como lo es Roth, ni un realista-fantástico como lo es Auster. Cada incidente que les sucede a los personajes de esta novela no tiene consecuencias, desarrollo, ni antecedentes. Eric Packer se pasea, y nos recuerda al flaneur de Benjamin, pero es el paisaje el que ha cambiado. Pero si todos los recursos del realismo decimonónico son abandonados, entonces por qué nos sentimos ante un escritor profundamente realista. En DeLillo no hay la densidad que hallamos en Philip Roth ni la sugerencia de lo no dicho del primer Paul Auster. A diferencia de su novela Submundo (Underwoold), DeLillo reinventa no el pasado sino el presente, que al leerlo hace que nos sintamos casi ya en el futuro. Infinidad de personajes aparecen descritos de una manera muy peculiar para desaparecer tragados por la gran megalópolis que es un cosmos. Todas las frases de la novela parecen estar en lucha con las frases envejecidas por el uso excesivo. Don Delillo es un prosista brillante pero al mismo tiempo trasgresor, a veces hasta procaz, de lo que le interesa de la realidad de los tiempos fractales de una ciudad ultra-moderna que vive su majestuosidad asentada sobre el caos. De Lillo llama a las cosas de una manera diferente para hablar del sexo, la violencia, la muerte, el mercado global, el terrorismo y la relación entre el poder y la alta tecnología. Es el novelista de la híper-modernidad, pero su lección para los autores peruanos está en su extraordinaria capacidad para recrear pequeños incidentes de la vida narrándolos en un nuevo arte de narrar que se manifiesta por una constante reinvención del lenguaje y de la no aceptación de las frases hechas con la se arman la mayoría de nuestras novelas actuales y en el mundo. Es un rasgo de toda la novela, que el lector no se imagine qué va a leer en el párrafo siguiente, y de frase en frase, es impredecible la forma cómo en cada situación DeLillo resuelve una situación narrativa y como la expresa nos sorprende por su originalidad e invención y diría yo de manera magistral.

Don DeLillo es un gran narrador histórico en Submundo. En Cosmópolis es el novelista imaginativo del presente, por su manera ver el que verbaliza lo que los demás no ven. El narrador diferente. Hay que leer Point Omega, que acaba de publicarse en febrero. ¿Es en esta novela corta de 160 páginas la que narra el futuro? 

Cosmópolis está dedicada a Paul Auster. Las últimas líneas con la que termina la novela muestran el estilo, la prosa de DeLillo: "Está muerto dentro de la esfera de cristal de su reloj, pero aún está vivo en el espacio original, a la espera que suene el disparo".

jueves, 6 de mayo de 2010

El Congreso de la República distinguirá a ESTUARDO NÚÑEZ, el martes 11 de mayo

Merecido homenaje (Imagen: Congreso)

Rafael Espinoza me traslada una buena noticia: El Congreso le otorgará la Medalla de Honor a nuestro entrañable y longevo intelectual Estuardo Núñez. Adjunto la Nota de prensa.

"Estuardo Núñez recibirá la Medalla de Honor del Congreso el próximo martes 11 de mayo en la sala Grau (6:30 p.m.). En la ceremonia Carlos Eduardo Zavaleta y Marcel Velázquez hablarán sobre la obra del celebrado hombre de letras, uno de los fundadores de la crítica literaria moderna en el Perú. 

Estuardo Núñez (Lima, 1908) entró en contacto muy pronto con creadores a los que se debe el nacimiento de una tradición poética propiamente peruana. Fue compañero de estudios de Martín Adán y Emilio Adolfo Westphalen y frecuentó con ellos a José María Eguren. Precisamente acerca de la obra insular de este último escribió, todavía muy joven, su libro La poesía de Eguren (1933). En esa época, posó asimismo la atención en César Vallejo. Sus reflexiones sobre el poeta de Santiago de Chuco aparecen en su siguiente publicación, Literatura peruana en el siglo XX (1937).

Estuardo Núñez enseñó muchos años en La Universidad de San Marcos, en la cual se había doctorado en Letras (1932). Se encargó ahí de las cátedras de Teoría Literaria y Literatura Comparada así como de la dirección del Programa de Literatura y Lingüística Comparada. También fue nombrado director de la Biblioteca Nacional con el fin de reorganizarla después del incendio de 1967. Núñez volvió a publicar libros, esta vez interesados en la confrontación de culturas, como El Perú visto por viajeros (1980) y España vista por viajeros hispanoamericanos (1985), a los que siguió Los tradicionalistas peruanos (2001).

Por su labor como docente y activo divulgador literario, Núñez recibió en 1957 el Premio Nacional de Fomento de la Cultura. Años más tarde fue director de la Academia Peruana de la Lengua (1988-1991) y pasó a integrar la Academia Nacional de la Historia".

martes, 4 de mayo de 2010

MESA DE NOCHE (libros)

ANDRÉS NEUMAN
Bariloche
(Anagrama/compactos)

No se trata, obviamente, de lo último del escritor argentino/español Andrés Neuman. Bariloche (Anagrama) es su primera novela, aquella que resultó finalista, en 1999, del prestigioso Premio Herralde (como parte del jurado estuvo el desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño). Se trata de una novela protagonizada por Demetrio Rota, un recogedor de basura de un barrio de Buenos Aires. Una novela estupenda que fácilmente uno puede recomendar. Y ahora se encuentra en Lima en la edición de Compactos de Anagrama.

JULIO HEREDIA
Libro de los muchachos chinos
(Lustra editores, 2009)

El poemario Libro de los muchachos chinos apareció, por primera vez, en 1989. Su autor, el destacado poeta Julio Heredia, nos presenta esta nueva edición (la tercera, pues la segunda apareció en París, en 1995), una edición conmemorativa por los veinte años de la primera edición. Podemos advertir en el libro el yo poético trashumante, que busca, en su recorrido, el amor humano. Cabe resaltar el gran cuidado de la edición que ha realizado Víctor Ruiz, quien añade las singulares ilustraciones de David Kamt Fupuy. 

HARUKI MURAKAMI
El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas
(Tusquets, 2009)

Se trata de un nuevo título del japonés Haruki Murakami traducido al español. El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas nos vuelva a mostrar el gran talento narrativo de esta autor, célebre por libros como Tokio blues, Sputnik, mi amor o Afetr dark. En este caso, la novela nos presenta dos historias paralelas: una acontece en un lugar amurallado conocido como “Fin del mundo” y la otra, en Tokio del futuro. Si ya es un lector entusiasmado por la obra de este genio japonés –como quien esto escribe– este libro es imprescindible.

P.C. CAST Y KRISTIN CAST
Marcada
(Trakatrá)

Una nueva saga de novelas de vampires: La casa de la noche. Se trata de una saga, urdida por las escitoras P.C. Cast y Kristin Cast, que ha sido todo un éxito de ventas en Estados Unidos, España y México. En Lima, gracias al grupo Océano, puede encontrarse ya la primera novela de la saga, titulada Marcada (Trakatrá). La crítica ha señalado que se trata de “lo mejor del género para adolescentes”. Las autoras combinan con acierto magia, mitología y vampiros. Para la legión de lectores de la saga de Crepúscula, esta serie de novelas les encantará.

lunes, 3 de mayo de 2010

Entrevista a GUSTAVO RODRÍGUEZ

Gustavo Rodríguez y las letras (Foto: CMS)

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Si con su primera novela, La furia de Aquiles, Gustavo Rodríguez evidenció que se trataba de un interesante autor a tener en cuenta, es con La risa de tu madre, novela finalista del Premio Herralde, que ratifica su talento narrativo. Ahora nos presenta La semana tiene siete mujeres (Planeta, 2010), una novela que, además de resultar finalista del Premio Planeta-Casamérica 2009, lo consolida como un autor importante. 

¿Cómo surge La semana tiene siete mujeres? ¿Cuál fue el disparador?
Me imagino que en toda novela hay un disparador coyuntural y una razón sumergida. Empezaré por la razón sumergida. Y es que esta novela trata de un blanco empobrecido y de un cholo enriquecido. Entonces, de alguna forma en la novela busqué evidenciar dos aspectos que habitan en mí también, como parte de una sociedad mestiza, en la que hay una enorme cantidad de personas que conviven entre dos orillas. En esta sociedad donde uno es más blanco o más cholo según el espacio en donde se mueve, según los referentes que se tienen de él y según quién tiene al frente. Entonces, el disparador que yo recuerdo se da cuando me imagino que, producto de estas divagaciones que he tenido a lo largo de mi vida sobre esta condición, un día, hace varios años, me acordé que mi esposa en ese momento, quien es blanca y rubia, hija de español y norteamericana, había tenido cuando era más chica un noviecito que también venía de una familia extranjera. Entonces yo me pregunté: ¿qué habrá sentido ese chico cuando tiempo después la vio conmigo (y en esa época éramos una pareja desigual, al menos del punto de vista visual)? Y allí creo que fue donde empezó a nacer este personaje blanco empobrecido…

Allí decides que la novela debía ser narrada por ese personaje…
Me parece que sí. En paralelo, un buen amigo mío me había contado una historia, una anécdota relacionada a la muerte de su padre. Cuando su padre fallece, se da el velorio, van sus alumnos de la universidad a darle el pésame a la viuda. Y cuando le señalan a la viuda ellos dudan y dicen “pero esa no es la señora que conocemos”. Entonces les señalan a otra mujer y dicen que tampoco es. Te imaginarás el desconcierto de mi amigo cuando se enteró que su padre había tenido más aventuras de las que él presumía. Entonces, yo creo que ambas anécdotas o puestas en escena que se dieron en mi cabeza contribuyeron a que esta novela se disparara finalmente teniendo como fondo las preocupaciones que todo mestizo suele tener en un país como el nuestro.

¿Cómo así decides la estructura de la novela? ¿En qué momento decides no sólo que este personaje narra la historia sino que, además, escriba estos informes sobre su investigación (él debe investigar, a pedido de la viuda, a las amantes del fallecido marido), en donde incluso ficcionaliza situaciones que no ha presenciado, como una especie de Truman Capote sentimental…
Sí, bueno en realidad no me acuerdo cómo decidí eso. Empiezo a acordarme o a inventar que me acabo de acordar. Yo empecé esta novela sabiendo cómo iba a terminar. Cuando uno escribe una novela, hay dos momentos de escritura, la escritura en la mente y la escritura en el papel. Yo recuerdo que antes de escribirla en el papel yo ya tenía una estructura de cómo iba a suceder el conflicto entre estos dos personajes principales, cómo las mujeres iban a dar su testimonio y cómo iba a terminar la novela. No tenía claro cómo iba a ser la investigación. Lo que sí me acuerdo es que cuando este narrador empieza a contar cómo nació el pedido de su ex amor de investigar a estas mujeres, yo me dije: este pata está narrando el tema con mucha visceralidad pero también con mucha claridad narrativa. Este pata debe escribir bien. Entonces, allí decidí que el personaje debía ser un escritor frustrado que se ha visto reducido por las circunstancias a ser un profesor de literatura en un colegio parroquial. Y sí, se alucina un Capote en algún momento.

¿Se puede decir que es la novela que más te ha costado escribir? 
Sí, yo creo que por el tema. Porque creo que es la novela más visceral que he escrito. Me refiero que tocan dos temas que para mí siempre han sido de preocupación: el prejuicio racial en el que estamos inmersos siempre y la infidelidad como un tema poco hablado en sus razones, en sus fuentes. Porque se habla como chisme, pero no como un fenómeno que tiene como nacimiento en alguna parte de la vida de la gente. Creo que es una novela muy sincera que recoge no sólo cosas que me pueden haber pasado a mí, sino cosas que he visto que le ha pasado a mucha gente. Por eso es que ha sido más complicada.

En la presentación señalaste también que temías que la novela pudiera teñirse de cierta impronta sociológica, teniendo en cuenta que vienes de escribir un libro en el que abordas el ensayo…
Hacia el final de la novela, cuando terminé el primer borrador le di una leída y me dije: ¿no estaré siendo demasiado ingenuo al traducir mi preocupación por la emergencia social en el país? ¿No estará contaminada de ensayo la novela? ¿No estoy llevando mi trabajo a la novela? Le di una segunda revisión tratando de quitar lo que a mi juicio podría ser panfletario o solemne con las observaciones con la sociedad en la que vivimos. 

¿Consideras que en el tema del racismo hay un avance? Es decir, hace unas décadas atrás, el que un cholo le quitase la novia blanca a un "pituco" era impensado...
Yo he dicho que si bien esta novela es ficción, hace treinta años hubiese sido ciencia ficción. Yo no creo que el prejuicio racial haya disminuido en el país, necesariamente. Pero lo que sí hay es una mayor aceptación de cómo estamos constituidos como país, finalmente. Ya no hay una negación de lo que somos. Y ya no siento tanta burla de lo que somos. Burlas de las élites. Porque creo que poco a poco el ascenso social ya no está tan vestido de aristocracia sino también de meritocracia. Lo vemos en manifestaciones cotidianas. Lo vemos en las portadas de las revistas de sociales en donde Magaly Solier ha sido carátula en base a sus méritos. O el Grupo 5 llenando las portadas de Espectáculos…

Hacia el final de la novela, el narrador silba una melodía de los Beatles. ¿Es un guiño a Murakami por Tokio blues?
¿Es un guiño a Murakami? Sí. Cuando yo leí Tokio blues, que se llama Norwegian Wood en la versión original, hace años, a mí me impactó la melancolía de la novela. Y de alguna forma me acompañó en el tono de la novela la melancolía expuesta por Murakami. Pero en mi novela yo quería que esa melancolía tuviera una fusión con la esperanza. Aunque el proceso de sanación de una persona si bien puede ser muy duro, te abre una ventana de mejoría a la larga. 

Esta es tu tercera novela. Sin embargo, también has publicado un conjunto de cuentos. ¿En qué género te sientes más cómodo?
Yo me siento más cómodo con la novela, quizás porque soy un tipo de relaciones largas. Pero, no sé, no le encuentro la razón. Es curioso porque al inicio, cuando empecé a escribir literatura (todos empezamos con relatos cortos), yo pensé que el salto a la novela jamás lo iba a dar. Pero el día que empecé y lo hice, me di cuenta que me sentí más cómodo con ese proceso que con el de la narrativa corta.

Cuando publicaste tu primera novela, eras ya un publicista muy reconocido. Ahora, con tres novelas publicadas, dos de ellas finalistas en importantes premios internacionales, cómo te ves, cómo te defines.
Es difícil decirlo. Bien lo has dicho, cuando yo publiqué mi primera novela, La furia de Aquiles, me consideraba un publicista que también escribía literatura. Con el correr de los años, entre La furia de Aquiles y esta novela, me he dado cuenta que es justamente al revés: que toda mi vida fui un narrador, desde que era niño, y que encontré en la publicidad, en un momento de mi vida, una excusa para seguir narrando y para vivir de eso, de lo que sé hacer: narrar. Lo que podría decirte ahora es que adentro tengo un magma que sale al exterior en dos volcanes: la literatura y la comunicación.

BLOC DE NOTAS (de Carlos Calderón Fajardo)

Enrique Vila-Matas (Foto: http://www.cambio.com.co/)

Gregorio Samsa y Vila-Matas. La Guerra entre Gutemberg y Google
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO

En un artículo de Vila-Matas “Más allá de Gutemberg” en El País a la letra dice: “A lo largo del día me he preguntado que habría sido de Kafka si hubiera tenido que contestar en mil entrevistas por qué contó que Gregor Samsa se encontró un día en su cama convertido en un monstruoso bicho con una espalda dura como un caparazón y un vientre abombado. Me imagino a Kafka escuchando mil veces la misma pregunta.

-¿Es usted ese bicho?

-¿Cómo dice señor?

Ha habido hoy un momento terrible en el que, sin duda a causa del cansancio, me ha parecido que en lugar de preguntarme por el futuro del libro impreso me he interesado más por el futuro del bicho".

La guerra entre La galaxia Gutemberg y el imperio Google es tema de discusión mundial. En periódicos de todo el planeta aparecen, con frecuencia, artículos sobre el problema del libro impreso amenazado por el libro virtual. En el Perú este debate al parecer no llega todavía. O ya está, pero el libro y la lectura siguen siendo un asunto de mayor interés. Es objetivo nacional entrar plenamente en la era de Gutemberg, cuando en el mundo entero Gutemberg sucumbe ante Google. ¿Pero en realidad estamos en la galaxia Gutemberg? ¿O estamos ya en la era Google sin haber pasado por Gutemberg? Por qué diríamos esto. El libro no juega ni ha jugado nunca un rol trascendental en la vida cultural del Perú, por una razón muy simple: porque sólo es leído por una ínfima cantidad de gente. El libro es objeto de consumo de muy pequeñas élites; no existe un verdadero público lector como en España, Argentina o México, tampoco editoriales importantes; los periódicos son sobre todo informativos ( peor aún, sensacionalistas) más que de opinión (reflexión) como lo son El País o Le Monde, donde todos los artículos son firmados. ¿Cuantos ejemplares tiran estos periódicos? ¿Cuál es porcentaje de este tiraje en relación al número de habitantes en el país? ¿Cuántas personas leen solo tabloides amarillos? El 80% peruanos no entiende lo que lee, etc. Los lectores que leen literatura compran en su mayoría libros bestseller. Y la literatura se escribe para tan pocos lectores que se escribe prácticamente para casi nadie. Sin embargo, no hay ciudad, barrio donde no exista una cabina de Internet. Es decir nadie lee en el Perú, pero mucha gente participa del Internet. El libro no juega casi ningún papel en la vida peruana pero el Internet sí. El peruano desde muy joven es sometido a lo bueno y lo malo del Internet sin haber pasado por el libro. Y es posible que cada vez su vida cotidiana sea más afectada por el Internet sin que nunca en la vida lea un libro. Entonces que el libro, sea este impreso o virtual, es un problema de segundo orden porque si nadie lee libros impresos menos los va a leer virtuales. Para que el problema del libro impreso corra riesgo de pasar del papel a la pantalla, tiene que haber previamente lectores de libros impresos que cambien de formato. En el Perú el problema es que nuestra población no lee y sí participa del Internet. De qué le sirve la información que podemos encontrar en google a un analfabeto, es decir al 99% de los peruanos, sobre todo jóvenes, aunque los viejos tampoco leen nada.

Pero qué más dice Vila-Matas en este artículo publicado en El País el 23 de abril del 2010 en la que alude a Gregor Samsa (un articulo mío sobre G. Samsa en el Internet, apareció en blog Letra Capital el 12 de abril): Dice VM: “¿Es pdf una palabra? ¿Me estoy volviendo loco? Esa es también otra buena pregunta. No sé ya si, cuando llegue a casa, podré dormir. Todo me da vueltas, como si las punzadas vinieran de una peonza que fuera a ratos punzón y en otra un monstruoso bicho y ese bicho fuera, además, el futuro del libro. Algo me dice aquí dentro -en la cabeza, reiteradamente punzada y próxima a estallar- que en realidad la producción y distribución de libros poco a poco migrará al ciberespacio y la pantalla reemplazará a la palabra escrita sobre el papel y que habrá ruptura por mucho que yo quiera creer y diga lo contrario. Estoy deshecho. Estoy, con perdón, muy pdf. Habrá ruptura, claro que sí. Pueda que esto sea lo que va a pasar. Pero lo peor es que aún no he llegado a casa y ya sólo veo escarabajos que parecen burdos actores cómicos en un gran drama muy serio. El drama es el mío. Y soy el escarabajo principal”.

A la vez, entre los pocos que leen y escriben empieza a sentirse la influencia de parte del Internet, en cuanto a temas, estilos, procedimientos de técnica literaria. Encontramos novelas construidas a partir de citas al parecer sacadas del google, novelas escritas en forma de blog, o libros que fueron primero un blog. El estilo en la narrativa se hace minimalista y muy conciso, y no por influencia de la lectura del escritor norteamericano Raymond Carver sino por la frecuentación de los escritores menores de 40 años del Internet. Novelas cortas y no extensas novelas totalizadoras que se hacen en Perú cada vez más raras. El florecimiento del micro-relato como sub-género dentro del cuento, son consecuencias del Internet, que es, hoy, también fundamental para la información acerca de la circulación del libro: blogs, revistas virtuales, Facebook, etc. son apoyos importantes para el libro escrito. Cuando se ha debilitado mucho la retroalimentación entre libros y medios de comunicación escritos, ahora el debate de la literatura tiene como escenario los espacios del Internet. Pero acá vivimos un tipo de terror al que está sintiendo Vila-Matas, el verdadero Gregorio Samsa vive entre nosotros, es el que pasa muchas horas en el Internet y ninguna en la letra impresa: nadie lee libros, periódicos, revistas. El que navega en Internet no piensa: juega; no se forma ni se informa, no es crítico, se hace acrítico, se distrae. Se va convirtiendo lentamente en un escarabajo cibernético. ¿Qué tipo de cultura va a salir de esta generación adicta al Internet y que no tiene ningún contacto con la letra impresa? Me imagino que es parte de nuestro Apocalipsis, diferente al de Vila-Matas. Él se convertirá en un escarabajo a la usanza antigua, un insecto cualquiera con patas y pelos, y nosotros en un escarabajo vaciado de cerebro, y con habilidad para apretar botones y dominar no digamos pensamientos sino mecanismos. Una especie de cucaracha ultra-moderna en un país pobre, sin agua ni comida, seres deformes que manejan con pericia programas ultra-desarrollados en donde casi no hay luz eléctrica.