Mario Montalbetti es, además de lingüista, un estupendo poeta. Una prueba ineludible es, por ejemplo, su más reciente poemario Cinco segundos de horizonte, publicado en una preciosa edición por el Album del universo bacterial. Un acogedor rincón de la librería El Virrey de San Isidro fue el escenario idóneo para una charla que reproduzco a continuación. Se trata de la versión completa de la editada que apareció en el diario Correo.
CARLOS M. SOTOMAYOR: en Cinco segundos de horizonte uno de los versos dice: “Lo que realmente importa no es detectable con facilidad”. Existe incapacidad para ofrecer una mirada honda sobre las cosas...
MARIO MONTALBETTI: Sí, eso está referido a esta especie de formidable olvido que el pensamiento verbal tiene entre nosotros. Es decir, es desolador ver cómo los peruanos en general no desarrollamos el pensamiento verbal en muchos niveles. Los primeros debates del nuevo Congreso son sobre un perro, sobre el sueldo y sobre las oficinas. Y cada vez que existe la posibilidad que exista un debate sobre algo serio, como lo planteado por las congresistas Uribe y Supa sobre el quechua, es considerado simplemente una incomodidad. Aparentemente se resuelve diciendo “traigan un traductor”. Pero somos incapaces de reflexionar sobre temas que son mucho más serios. En ese sentido, sí, creo que en el libro hay una reflexión sobre la pobreza del pensamiento verbal entre nosotros.
CMS: Usted publica poco...
MM: Creo que es importante escribir, pero no es siempre importante publicar. Distinción que mucha gente no hace y tiende a publicar todo lo que escribe. Escribo constantemente, no sólo poesía, también crítica y sobre lingüística. Poesía no escribo tanto; hace un año que no escribo un verso. Lo cual no me preocupa, vendrá cuando deba venir. Pero no soy un escritor profesional de poesía, en ese sentido.
CMS: ¿Cómo conviven la poesía y la lingüística?
MM: Muy mal. En lingüística trato de probar que el lenguaje no existe y en poesía trato de probar que estoy equivocado. La materia prima es la misma, de alguna manera, pero es una convivencia muy difícil: del lenguaje bajo la óptica del lingüista y el lenguaje bajo la óptica del poeta.
C: Se ha puesto sobre el tapete, desde fines del gobierno anterior, la posibilidad de un Ministerio de Cultura.
MM: Si distinguimos, como no sé quién distinguió, que cultura es lo te hacen y arte es lo que haces. El Ministerio de Cultura es algo que te van a hacer, no va a ayudar a que tú hagas arte. Si el Ministerio de Cultura está dedicado a preservar los patrimonios arqueológicos y no arqueológicos de este país, bueno, puede ser. No estoy muy entusiasmado con la idea, y estoy obviamente en desacuerdo de un Ministerio del Arte, por ejemplo, porque esas cosas no van por ahí. Creo que el país tiene problemas más agudos que discutir si necesitamos un Ministerio de Cultura.
C: ¿Qué lo desanima de la idea del Ministerio de Cultura?
MM: Primero, el hecho de para qué está, para qué sirve un Ministerio de Cultura. Y segundo, que no hay ninguna discusión sobre para qué va a servir, para que va estar ahí. Ese es un caso más en el cual alguien lanza la idea y parece que eso es suficiente, que todo el mundo debe decir sí o no, pero nadie reflexiona sobre qué es lo que debe hacer y qué es lo que no debe hacer. Y en ese sentido, si es que no hay un debate sobre eso, y aquí no hay debate sobre nada, la decisión sobre si hay o no un Ministerio de Cultura terminará siendo un gesto vacío.
C: Es casi como cambiarle simplemente de nombre al INC y llamarlo Ministerio de Cultura...
MM: Por ejemplo, ¿no es cierto?. Una red de burocratización de lo que ya tenemos, no es muy interesante, en ese sentido.
C: Nunca hubo una política cultural y educativa seria...
MM: Pero no sólo no ha habido en cultura y en educación, no ha habido en nada. Hagamos un ejercicio de reflexión: en los últimos 50 años qué ideas verbales hemos producidos los peruanos. Un recuento más o menos rápido, independientemente si estás de acuerdo o no con la idea: Flores Galindo, con su idea de la utopía andina; Gustavo Gutiérrez, con la idea de la teología de la liberación; Hernando de Soto con su crítica de la formalidad y la informalidad. ¿Qué más hemos producido? ¿Dónde se producen, quiénes las producen? No hay una práctica de discusión o de crítica. Dejo de lado el periodismo, que en realidad es casi totalmente irrelevante a lo que está pasando en la cultura en este momento. Entonces, no es un problema que no se discutan políticas educativas y políticas culturales, no se discute nada o no se discute nada con seriedad. Te doy un ejemplo. La gastronomía. A alguien se le ocurrió decir, no sé por qué, que era la primera vez que hay un acuerdo nacional en relación a nuestra gastronomía. ¿De dónde han sacado esta idea? Una idea totalmente limeña, creo yo. Salvo el libro de Hinostroza o el libro que va a salir de Mirko y Vera Lauer, todos son libros de fotos y recetas. No hay ninguna discusión sobre qué está pasando con la gastronomía, por qué empieza a ser un tema de discusión. Y cuando quieren discutir algo, se discuten cosas nuevamente ridículas, del tipo si la copita de pisco debe tener barrita o no debe tener barrita. No jodas, pues. Tú lees la página cultural de El Comercio, se dedican a celebrar los cumpleaños de Madona. No hay nada más.
C: No hay una discusión seria sobre el pedido de las congresistas de hablar en quechua...
MM: Tienen todo el derecho de hablar en Quechua. Es el mismo tipo de postergación del que hablábamos todos hace unos meses, la postergación del pueblo quechua, la postergación del sur del país. Se olvidaron de eso, ahora es simplemente una incomodidad. Tenemos una habilidad para, cada vez que tenemos un tema importante, meterlo bajo la alfombra o hacerlo desaparecer. Y sí discutimos si esta oficina es mía o tuya. Creo que deberíamos de una vez por todas no postergar ciertos debates, como el de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que nunca ha sido discutido. Y nuevamente regreso a lo que tú mencionabas, son reacciones histéricas del Cardenal, de las Fuerzas Armadas, de los partidos políticos, de “no me gusta lo que dijeron”. Probablemente sea uno de los documentos más importantes que se ha producido en este país en los últimos 50 años. Claro, preferimos discutir otras cosas.
C: Usted ha sido discípulo de Chomsky ¿Cómo resumiría su importancia intelectual?
MM: Su importancia intelectual tiene dos vertientes. La lingüística, pues probablemente Chomsky es responsable de una de las dos ideas lingüísticas más importantes del siglo XX, la teoría conocida como gramática generativa. Y la otra vertiente es la vertiente política, donde tiene una serie de ideas sobre lo que está ocurriendo en el mundo. Pero tal vez lo más importante de Chomsky no sea sólo las ideas que él tiene, con las cuales uno puede o no estar de acuerdo, sino la seriedad de su pensamiento para examinar los hechos que están ocurriendo, el carácter crítico y analítico de su mente.
C: Aquí se le criticó algunas opiniones que dio sobre nuestra realidad política...
MM: Está bien que lo critiquen, pero que no se den estas reacciones automáticas. Todo el mundo se siente más o menos seguro en la idea de encasillar a Chomsky como un radical izquierdista, antisionista, en fin, todos estos membretes que le ponen. Y yo pienso que la parte más interesante de Chomsky, además de sus ideas, es la forma con la que llega a sus ideas.
No es que Chomsky sea incriticable. Y si es que las versiones que tiene Chomsky sobre la realidad peruana o mundial son equivocadas, entonces alguien tendrá que decir por qué lo son. Y lo que hay que promover ahí es realmente el debate, es decir, el intercambio de ideas, de análisis y de raciocinios, antes que simplemente está cosa fácil de etiquetar, que, además, demuestra ciertas debilidades mentales de quienes hacen estas acusaciones.
CARLOS M. SOTOMAYOR: en Cinco segundos de horizonte uno de los versos dice: “Lo que realmente importa no es detectable con facilidad”. Existe incapacidad para ofrecer una mirada honda sobre las cosas...
MARIO MONTALBETTI: Sí, eso está referido a esta especie de formidable olvido que el pensamiento verbal tiene entre nosotros. Es decir, es desolador ver cómo los peruanos en general no desarrollamos el pensamiento verbal en muchos niveles. Los primeros debates del nuevo Congreso son sobre un perro, sobre el sueldo y sobre las oficinas. Y cada vez que existe la posibilidad que exista un debate sobre algo serio, como lo planteado por las congresistas Uribe y Supa sobre el quechua, es considerado simplemente una incomodidad. Aparentemente se resuelve diciendo “traigan un traductor”. Pero somos incapaces de reflexionar sobre temas que son mucho más serios. En ese sentido, sí, creo que en el libro hay una reflexión sobre la pobreza del pensamiento verbal entre nosotros.
CMS: Usted publica poco...
MM: Creo que es importante escribir, pero no es siempre importante publicar. Distinción que mucha gente no hace y tiende a publicar todo lo que escribe. Escribo constantemente, no sólo poesía, también crítica y sobre lingüística. Poesía no escribo tanto; hace un año que no escribo un verso. Lo cual no me preocupa, vendrá cuando deba venir. Pero no soy un escritor profesional de poesía, en ese sentido.
CMS: ¿Cómo conviven la poesía y la lingüística?
MM: Muy mal. En lingüística trato de probar que el lenguaje no existe y en poesía trato de probar que estoy equivocado. La materia prima es la misma, de alguna manera, pero es una convivencia muy difícil: del lenguaje bajo la óptica del lingüista y el lenguaje bajo la óptica del poeta.
C: Se ha puesto sobre el tapete, desde fines del gobierno anterior, la posibilidad de un Ministerio de Cultura.
MM: Si distinguimos, como no sé quién distinguió, que cultura es lo te hacen y arte es lo que haces. El Ministerio de Cultura es algo que te van a hacer, no va a ayudar a que tú hagas arte. Si el Ministerio de Cultura está dedicado a preservar los patrimonios arqueológicos y no arqueológicos de este país, bueno, puede ser. No estoy muy entusiasmado con la idea, y estoy obviamente en desacuerdo de un Ministerio del Arte, por ejemplo, porque esas cosas no van por ahí. Creo que el país tiene problemas más agudos que discutir si necesitamos un Ministerio de Cultura.
C: ¿Qué lo desanima de la idea del Ministerio de Cultura?
MM: Primero, el hecho de para qué está, para qué sirve un Ministerio de Cultura. Y segundo, que no hay ninguna discusión sobre para qué va a servir, para que va estar ahí. Ese es un caso más en el cual alguien lanza la idea y parece que eso es suficiente, que todo el mundo debe decir sí o no, pero nadie reflexiona sobre qué es lo que debe hacer y qué es lo que no debe hacer. Y en ese sentido, si es que no hay un debate sobre eso, y aquí no hay debate sobre nada, la decisión sobre si hay o no un Ministerio de Cultura terminará siendo un gesto vacío.
C: Es casi como cambiarle simplemente de nombre al INC y llamarlo Ministerio de Cultura...
MM: Por ejemplo, ¿no es cierto?. Una red de burocratización de lo que ya tenemos, no es muy interesante, en ese sentido.
C: Nunca hubo una política cultural y educativa seria...
MM: Pero no sólo no ha habido en cultura y en educación, no ha habido en nada. Hagamos un ejercicio de reflexión: en los últimos 50 años qué ideas verbales hemos producidos los peruanos. Un recuento más o menos rápido, independientemente si estás de acuerdo o no con la idea: Flores Galindo, con su idea de la utopía andina; Gustavo Gutiérrez, con la idea de la teología de la liberación; Hernando de Soto con su crítica de la formalidad y la informalidad. ¿Qué más hemos producido? ¿Dónde se producen, quiénes las producen? No hay una práctica de discusión o de crítica. Dejo de lado el periodismo, que en realidad es casi totalmente irrelevante a lo que está pasando en la cultura en este momento. Entonces, no es un problema que no se discutan políticas educativas y políticas culturales, no se discute nada o no se discute nada con seriedad. Te doy un ejemplo. La gastronomía. A alguien se le ocurrió decir, no sé por qué, que era la primera vez que hay un acuerdo nacional en relación a nuestra gastronomía. ¿De dónde han sacado esta idea? Una idea totalmente limeña, creo yo. Salvo el libro de Hinostroza o el libro que va a salir de Mirko y Vera Lauer, todos son libros de fotos y recetas. No hay ninguna discusión sobre qué está pasando con la gastronomía, por qué empieza a ser un tema de discusión. Y cuando quieren discutir algo, se discuten cosas nuevamente ridículas, del tipo si la copita de pisco debe tener barrita o no debe tener barrita. No jodas, pues. Tú lees la página cultural de El Comercio, se dedican a celebrar los cumpleaños de Madona. No hay nada más.
C: No hay una discusión seria sobre el pedido de las congresistas de hablar en quechua...
MM: Tienen todo el derecho de hablar en Quechua. Es el mismo tipo de postergación del que hablábamos todos hace unos meses, la postergación del pueblo quechua, la postergación del sur del país. Se olvidaron de eso, ahora es simplemente una incomodidad. Tenemos una habilidad para, cada vez que tenemos un tema importante, meterlo bajo la alfombra o hacerlo desaparecer. Y sí discutimos si esta oficina es mía o tuya. Creo que deberíamos de una vez por todas no postergar ciertos debates, como el de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que nunca ha sido discutido. Y nuevamente regreso a lo que tú mencionabas, son reacciones histéricas del Cardenal, de las Fuerzas Armadas, de los partidos políticos, de “no me gusta lo que dijeron”. Probablemente sea uno de los documentos más importantes que se ha producido en este país en los últimos 50 años. Claro, preferimos discutir otras cosas.
C: Usted ha sido discípulo de Chomsky ¿Cómo resumiría su importancia intelectual?
MM: Su importancia intelectual tiene dos vertientes. La lingüística, pues probablemente Chomsky es responsable de una de las dos ideas lingüísticas más importantes del siglo XX, la teoría conocida como gramática generativa. Y la otra vertiente es la vertiente política, donde tiene una serie de ideas sobre lo que está ocurriendo en el mundo. Pero tal vez lo más importante de Chomsky no sea sólo las ideas que él tiene, con las cuales uno puede o no estar de acuerdo, sino la seriedad de su pensamiento para examinar los hechos que están ocurriendo, el carácter crítico y analítico de su mente.
C: Aquí se le criticó algunas opiniones que dio sobre nuestra realidad política...
MM: Está bien que lo critiquen, pero que no se den estas reacciones automáticas. Todo el mundo se siente más o menos seguro en la idea de encasillar a Chomsky como un radical izquierdista, antisionista, en fin, todos estos membretes que le ponen. Y yo pienso que la parte más interesante de Chomsky, además de sus ideas, es la forma con la que llega a sus ideas.
No es que Chomsky sea incriticable. Y si es que las versiones que tiene Chomsky sobre la realidad peruana o mundial son equivocadas, entonces alguien tendrá que decir por qué lo son. Y lo que hay que promover ahí es realmente el debate, es decir, el intercambio de ideas, de análisis y de raciocinios, antes que simplemente está cosa fácil de etiquetar, que, además, demuestra ciertas debilidades mentales de quienes hacen estas acusaciones.
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