martes, 2 de enero de 2007
Entrevista a CARLOS CALDERON FAJARDO
Ser finalista del importante Premio Tusquets de Novela es sólo la constatación internacional de las virtudes literarias de Carlos Calderón Fajardo. Con una nada despreciable legión de incondicionales (sobre todo entre las plumas jóvenes), Calderón Fajardo entrega Historias de verdugos (Santo Oficio, 2006), un conjunto de relatos que bordean lo fantástico.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
La figura principal del libro es la del verdugo...
Pero no es el verdugo oficial, el de la guillotina, sino el verdugo de la vida cotidiana, el de todos los días. El hombre que verduguiza a su mujer, la mujer que verduguiza a su marido. O el empleador que verduguiza al empleado. O el crítico que silencia al escritor y que de alguna manera lo verduguiza (risas). Estamos en un mundo en donde hay una victimización constante, en que somos verdugos y víctimas al mismo tiempo.
Abordas la figura del verdugo, pero desde una perspectiva simbólica. Pienso, por ejemplo, en “Gyula”.
Yo no hago, generalmente, literatura social, por lo menos no en este libro, lo mío son metáforas literarias. Y una extraordinaria figura del verdugo podría ser Pinochet, por ejemplo. Pero yo prefiero hablar de un vampiro, una persona que vive de la sangre del otro. Y es una metáfora literaria de lo que ocurre en la vida real: hay gente que vive del trabajo de otro, de la inteligencia de otro. Por eso el libro se llama Historias de verdugos.
Las historias de verdugos se dan a todo nivel...
Claro. La guerra que hubo aquí hace muy poquito. Guerra de verdugos. La guerra de Sendero, que victimizaba a personas inocentes, y luego venía el Ejército y los victimaba también. Era una guerra entre dos ejércitos de verdugos en donde las víctimas estaban en el medio.
Muchos cuentos establecen, de alguna manera, diálogos con tu obra anterior y con ciertos autores...
Esa es otra de las características de este libro: la intertextualidad. Hay un juego intertextual con diferentes libros míos y con autores. Por ejemplo con Tabucchi, con Burroughs.
¿El primer cuento está vinculado con tu novela La segunda visita de William Burroughs?
No, en realidad está vinculado con una novela mía inédita que es la historia de los poetas peruanos en París desde los años 20 hasta los años 70.
Tu literatura siempre parte de una experiencia real...
Sí, yo siempre parto de una vivencia personal. Pero esta vivencia personal siempre termina siendo ganada por la ficción y se convierte en otra cosa. Por ejemplo, en la primera parte de La segunda visita... se narra una fiesta que en realidad sí existió. Fue el cumpleaños de Rodolfo Hinostroza; él mismo ya lo ha aceptado públicamente (risas). Aunque él no es Montero, claro.
Tuviste una relación estrecha con Ribeyro. El libro se lo dedicas a él.
Yo lo conocí cuando tenía 17 años. Luego lo volví a frecuentar en la década del 70. Tuvo una importancia muy grande para mí, tanto literaria como de vida. El fue el modelo de escritor que yo quería ser.
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