viernes, 12 de enero de 2007

Entrevista a ENRIQUE SANCHEZ HERNANI


Sin la música la vida sería un error, solía decir un siempre categórico Nietzsche. Enrique Sánchez Hernani no sólo comparte aquel axioma sino que, además, acaba de publicar Vinilo (Fauno editores, 2006), poemario a través del cual rinde un homenaje al rock and roll.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR


Tu afición por la música (sobre todo por el rock) ya se traslucía a través de poemas sueltos en anteriores libros. ¿Cómo se gesta, en ese sentido, Vinilo?
Como integrante de la generación del 70 –yo empecé a publicar poesía de manera regular en 1976-, estuve profundamente influido por uno de los fenómenos culturales más importantes de aquella época: el rock. Por ello, tal como anotas, este género, y la música en general, siempre ha estado presente en mi escritura. El proyecto de Vinilo, 42 poemas del rock’n roll, se gesta, sin embargo, tras un descubrimiento: que en el mercado local circulaba de manera más o menos clandestina una oferta de cd de rock remasterizados de las décadas del 60 y 70, más allá de la música de los Beatles o los Stones, que son de difusión más o menos comercial. Hablo de Janis Joplin, Hendrix, CC Revival, Cream, The Who, Led Zeppelín, Animals, Joe Cocker, Ten Years After y otros grupos y solistas más. Esto me devolvió a mi adolescencia y a partir de ello dejé fluir mi memoria y mi nostalgia. Ahora tengo casi 250 cd con música de aquella época.

¿Se puede decir que, además de homenaje al rock and roll, es un tributo a toda una época?
Indudablemente. Los años 70 y fines de los 60 fueron de profunda confrontación generacional. Por entonces los jóvenes nos moldeábamos en imitación de los ídolos del rock que no sólo difundían su música sino todo un nuevo comportamiento. El rock construyó una contracultura, la de los jóvenes y el flower power, el hippismo, el amor libre, el uso de drogas blandas y toda la corriente pacifista y antibélica que fue un fenómeno mundial. Y por cierto, en América Latina, todo esto iba más o menos de la mano con un socialismo de contornos utópicos e idílicos, que se rompió luego con el socialismo real, que fue la negación enfática del idealismo de entonces. Cayó el muro de Berlín y con él toda una época. Pero las ideas de fraternidad, igualdad y cambio quedan, y eso se ve en Vinilo.

¿Al poeta y al músico de rock los une un halo de marginalidad y rebeldía?
Ciertamente. La poesía es posiblemente un género en extinción que se va reinventando a sí misma, pero que por su radical desarrollo ahora sólo se mueve entre públicos exiguos y cada vez más pequeños, a despecho de su profundo poder de conmoción. El rock también fue, entonces, una conducta marginal. Por supuesto que no podemos referirnos a la música juvenil de esta época, manejada sin descaro por grandes transnacionales que inventan y destruyen bandas o cantantes como si fueran un detergente. La rebeldía del rock es la misma de la poesía; entre ambos ejercicios hay una comunicación vital. El poeta, como el verdadero músico de rock, siempre será un inconforme, alguien que debe descubrir la belleza más allá de lo banal y lo aparente.

A diferencia del rock que ha sucumbido a la industria del entretenimiento, ¿es la poesía el único territorio puro artísticamente?
Sin duda alguna. No es desconocido que hasta la narrativa ha sucumbido a ser trabajada en comunión con los editores de los más grandes sellos editoriales, que pulen, transforman y cambian cualquier producto narrativo, adecuándolo al gusto público, con fines de ventas. Yo no conozco de ningún poeta al que su editor le haya modificado un verso, salvo que haya sido en uso del buen gusto o de una idea estética. Por eso la poesía sobrevive con pequeños tirajes y con ediciones de autor. Pero aún así, creo que quienes leen poesía tienen una fidelidad más encomiable que quienes leen sólo prosa; es la fidelidad a la espiritualidad y la belleza pura.

¿Qué rescatas, a la distancia, de La Sagrada Familia?
Ese sentido iconoclasta que nos animó durante años, el trabajo de la poesía como una catarsis de grupo, los talleres de creación entre nosotros mismos, el descubrimiento de la poesía como una tabla de salvación. Y la amistad, por supuesto. Creo que los poetas, entonces, éramos más gregarios que ahora, quizá siguiendo el influjo de la época. Felizmente han sobrevivido la amistad y la poesía. A pesar de la ruptura, que ocurrió por un choque de personalidades entre dos miembros del grupo, puedo hablar con todos. Si no hubiese sido por ese fuego que nos animaba entonces, quizá otra hubiese sido mi historia.

Una pregunta inevitable: ¿Beatles o Rolling stones?
Difícil responder eso. Aunque los Stones tienen un rock’n roll más profundo y salvaje, que es la cuna del género, los Beatles terminaron por ser más universales y experimentales. Uno no puede entender como hicieron desde Love me do hasta cosas como Helter Skelter, o álbumes como Rubber Soul o el álbum blanco. Oír ahora a los Beatles es encontrar en cada tema un motivo de profundo regocijo, que remueve la memoria y la sangre. Pero los oigo a ambos, eso es ineludible.


* Versión completa de la entrevista que, por espacio, se publicó editada en el diario Correo el 12/01/07

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