domingo, 28 de enero de 2007
Entrevista a MARIO BELLATIN
Mario Bellatin ha logrado reducir al máximo la presencia del autor en cada uno de sus libros. En algunos casos, arropado bajo el disfraz de inexistentes traductores o compiladores literarios. Mario Bellatin ha venido al Perú, tras algunos años de ausencia, especialmente a presentar la edición peruana de Perros héroes (Matalamanga) en Lima y en la Feria del Libro de Trujillo. En esta entrevista desliza algunas pistas sobre su nueva búsqueda creativa.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
En Lima circularon algunos ejemplares de Perros héroes, en la edición argentina de Interzona. Ahora, la editorial Matalamanga ha publicado una bonita edición de la novela. ¿Cómo tomas esto?
Cada edición se trata de una nueva obra. Busco en lo posible de que cada libro aparezca como si fuese acabado de escribir. Existen varias ediciones de Perros héroes, en Alfaguara, en Interzona, en Matalamanga, en Ravenna Press, en Pasagge du Nord Ouest, pero no creo que ninguna sea igual a otra, me refiero al texto, y que ninguno anule al otro.
¿Existe la posibilidad de que aparezca en Lima alguna edición peruana de algún libro que no haya llegado a nuestras librerías?
Siempre he publicado en varias editoriales al mismo tiempo. Me parece interesante ver cómo los textos toman distintos caminos según las rutas que le tracen los editores. Hay varios libros que no se han publicado en Perú y me gustaría escuchar propuestas creativas de los editores peruanos para hacer que los proyectos editoriales funcionen realmente.
El protagonista de Perros héroes, este hombre invidente e inválido, existió realmente. ¿Cómo llegaste a él?
Cierta tarde contesté a un aviso del diario donde anunciaban la venta de perros pastor belga malinois. Fue como descubrir una arruga de la realidad donde estaba contenida la ficción, lo que una ficción inducida, la de había una vez, difícilmente puede lograr.
En la concisión de tu lenguaje, o como diría Villoro, en “tus frases pulidas como piedras”, advierto una particularidad en la medida que a través de ésta cobra gran dimensión lo que no se dice, aquello que el lector debe ir completando...
Es tiempo de devolverle al lector la libertad de recrear sus propios universos. Es por eso que trato de que los textos aparezcan como aparecidos de la nada. Sin un contexto determinado o un autor cargado de respuestas sosteniéndolo. Sé que lograr esto es algo imposible, pero jugar a esa posibilidad puede ser un buen pretexto para escribir.
Tus novelas se han publicado en muchos países y traducido a varios idiomas. ¿En dónde consideras que se han entendido mejor?
No estoy muy atento a lo que ocurre con los libros después de publicados. Sin embargo, he recibido trabajos sumamente interesantes de críticos que han construido discursos propios tomando a mis libros como base. Para mí ha sido importante ver cómo un texto puede generar otro texto autónomo. Estos trabajos se han hecho mayormente en Francia y en Argentina.
En Lima tienes una gran cantidad de lectores e, incluso, muchos jóvenes escritores se sienten cercanos a tu manera de entender la literatura. ¿Cómo tomas esto en relación a lo que sucedía en la década del noventa?
Lo que afirmas me causa mucha satisfacción, pero no sé si sea cierto. Ojalá haya alguien que se sienta cercano a lo que hago. No tengo mucho contacto con lo que sucede aquí. Lima se ha reducido a dos o tres amigos. En la década del noventa tampoco sabía mucho lo que sucedía. En ese tiempo Lima también estaba reducida a dos o tres amigos. Lo demás, lo externo a mi encierro de escritura, siempre lo consideré como un plus que nunca ha tenido que ver con las cosas que estaba o estoy haciendo.
Alfaguara publicó en México (según me contó Ezio Neyra), un libro que reúne varias de tus novelas. ¿Esta publicación tiene que ver con la idea de que tus libros dialogan entre sí y son partes de un todo?
Es extraña la parte de la pregunta, “según me contó Ezio Neyra”. Me da la sensación como si se dudara de la existencia del libro. Cosa que sería perfecta. No hacer un libro sino sencillamente nombrarlo y lograr así su aparición. Me da una idea de lo que pretendo hacer ahora. El escribir sin escribir. El lograr una obra literaria sin necesidad de escribirla de la manera como se supone se escriben los libros. Para lograr esto, que todavía no sé bien cómo hacerlo algo concreto, el primer paso era librarse del escritor llamado Mario Bellatin, y qué mejor camino que sepultarlo debajo de la edición de una obra completa.
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