martes, 17 de julio de 2007

Entrevista a LUIS HERNÁN CASTAÑEDA


Tercer libro y primer conjunto de cuentos, Fotografías de sala (Alfaguara, 2007) no es en realidad la primera incursión en el género de Luis Hernán Castañeda. En su primera novela, Casa de Islandia, aparecieron algunos relatos que ya evidenciaban su destreza en los predios de la cuentística. A continuación la versión completa de la que apareció editada el 18/07/07 en Correo.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Es tu primer libro de cuentos; sin embargo, no es un género que te sea ajeno. En tu primera novela, Casa de Islandia, incluiste algunos...
En realidad es un género que no he dejado de practicar, es un género que me gusta mucho leer. Y además me gusta mucho escribirlo, porque exige una serie de destrezas que el novelista a veces no tiene, como es la precisión o la capacidad para manejar pocos recursos y hacerlo de la mejor manera posible para dar una impresión de perfección, que es lo que el cuento exige. Lo que Cortázar llamaba el K.O.

Existe aún un menosprecio, injustificado, claro, por el cuento.
No creo que exista una división jerárquica entre cuento y novela. Para mí ese tipo de progresión que ve al cuento como primer paso y a la novela como culminación, como expresión más plena de la narrativa, no me parece real. El cuento es también un género mayor.


A pesar de que podrían ser reconocibles, no mencionas los lugares en donde se desarrollan las historias de este libro...
En estos cuentos hay un referente real y hay una representación de este referente. La estrategia de no nombrar directamente el referente, el barrio, la zona de la ciudad en la cual están situadas las historias, es una estrategia que tiene que ver con el reconocimiento de que toda representación fotográfica de la realidad es imposible mediante la literatura y que en toda representación literaria intervienen una serie de filtros, de discursos, de materiales que oscurecen el referente pero a la vez lo iluminan de manera no documental.

En ese sentido, Bellatín es un referente en tu literatura...
Yo creo que la obra de Bellatín lo que demuestra es la autonomía del lenguaje para generar mundos independientes. Pero también la literatura de Bellatín significa para mí hacer un juego con la realidad, hacer de la literatura un espejo deformante que representa y no representa, que presenta imágenes que parecen corresponder a la realidad pero que a la vez se distancian de ello. Por ejemplo, en el tema de la autobiografía. Estos cuentos juegan mucho con el tema de la autobiografía. Podría parecer que muchos de los personajes que están en el libro forman parte de mi entorno, de mi vida privada. Pero justamente lo que quiero hacer es mostrar mi espacio intermedio, en el cual los personajes reales se confunden con los personajes ficcionales, con lo cual finalmente la ficción y la realidad entablan relaciones complejas.


En tu obra suele haber guiños al lector. En este libro aparece Islandia, nexo evidente con tu primera novela.
Sí, en el primer cuento, que se llama “Antonio”, aparece una referencia a Islandia, que es una referencia a mi primer libro, Casa de Islandia. Y la intención al hacer esto no sólo era crear una continuidad que dé cuenta de un proyecto unitario que atraviesa todos los libros, sino también esclarecer el sentido de Islandia. Entonces, Islandia, finalmente, según la presenta este cuento, es la escritura, la literatura como un acto digamos de subversión íntima al interior de la familia, al interior de la casa.

Tus libros están emparentados entre sí. Existe, como dices, un proyecto unitario...
Los tres libros tocan problemáticas cercanas: el tema de la familia está en los tres libros, el tema de la reflexión de la escritura también. Mi interés siempre es crear continuidades, avenidas en las cuales haya vasos comunicantes entre textos, entre cuentos de un mismo libro y entre libros.

Ahora que mencionas el tema de la reflexión de la escritura, me viene a la mente tu cuento “Una historia verdadera”.
El cuento cuenta la historia de un concurso escolar, unos juegos florales escolares. Y el problema que se toca allí es justamente sobre la vida y la ficción, sobre de qué está hecha la ficción. Y lo que se intenta mostrar es que la ficción no es un término opuesto a la realidad sino más bien un elemento que orbita alrededor de la realidad, la penetra, se aleja de ella, pero está íntimamente ligada. Y se encuentra a veces muy cerca.

¿Otra referencia –particularmente en este libro– podría ser Chejov?
Sí, Chejov está presente por el cuento “La dama del perrito”, un cuento que ocurre en un balneario y tiene una atmósfera muy particular que se puede de alguna manera traslucir en estos cuentos, que son cuentos que ocurren todos en un mismo lugar, que están rodeados de un mismo clima: clima emocional, narrativo e, incluso, meteorológico. No sólo Chejov, también está presente Loayza. Y Loayza por la intención, visible, por ejemplo, en Otras tardes, de representar un grupo, de dar las claves para entender un cierto espíritu colectivo. En Otras tardes crea unos personajes que son aparentemente fríos pero logra con mucha eficacia representar esta identidad colectiva.

*Fotografía de KEYKO MONTEBLANCO.

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