miércoles, 22 de octubre de 2008

Balada de la cárcel de Reading, OSCAR WILDE


Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Foto-ilustración: IVÁN PALOMINO

Un espíritu libre siempre es incómodo en sociedades conservadoras, aquellas que desprecian a los que piensan distinto. Quizás porque en el fondo les temen. Oscar Wilde, el genial escritor de origen irlandés, perteneció a esta selecta estirpe y debió padecer, en las postrimerías del siglo XIX, la respuesta más dura y desproporcionada de los puritanos e hipócritas de la Inglaterra victoriana. El marqués de Queensberry, padre del joven Lord Alfred Douglas -con quien Wilde mantenía una relación sentimental-, lo demandó, acusándolo de sodomía. El escritor fue detenido y, tras escandalosos juicios, condenado a dos años de trabajos forzados. El encierro ensombreció a aquel ser incandescente; lo colmó de tristeza y soledad. Ya no volvió a ser nunca más el tipo irreverente, aquel que acostumbraba sacar de la galera, en el momento menos pensado, el aforismo irónico e inteligente con el que se burlaba de la mediocridad.

Durante su estadía en la cárcel no sólo escribió aquella dolorosa y extensa epístola al causante de sus infortunios, Lord Alfred Douglas (Bosie, como solía llamarlo), publicada luego como De profundis; también concibió el largo poema que titularía Balada de la cárcel de Reading, inspirándose en un ex miembro de la Guardia Real de Caballería -que fuera ejecutado en 1896 por haber asesinado a su esposa- a quien conoció entre rejas.

Considerada por la crítica como lo más destacado de la lírica wildeana, la Balada de la cárcel de Reading acaba de ser reeditada, en edición bilingüe, dentro de la colección El manantial oculto, que dirige el poeta Ricardo Silva Santisteban y que publica el Rectorado de la PUCP. El libro, que recoge la traducción preparada por el argentino Mariano de Vedia y Mitre, añade un interesante texto de presentación del académico peruano Valentino Gianuzzi (a quien le debemos, entre otras cosas, la preparación de la narrativa completa de José Diez Canseco, aparecida en el 2005).

La poesía de Wilde no ha recibido la misma atención que, por ejemplo, su celebrada obra teatral. Sin embargo, ésta merece ser revisada con atención. Gianuzzi señala que tal vez no sea arriesgado afirmar que es en la poesía de Oscar Wilde donde se han graficado, de manera más evidente, los vaivenes de su pensamiento artístico.

DATO

Balada de la cárcel de Reading se publicó en 1898 bajo el seudónimo de C.3.3., código que indicaba la ubicación de la celda que el escritor ocupó en la cárcel de Reading. Wilde moriría dos años después, en París, ciudad en la que se ocultó bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth.

*Publicado en Correo.

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