lunes, 27 de octubre de 2008
A mi madre, en su día
Las fotografías no sólo se tornan imperecederas en el papel fotográfico. Hay fotografías cuyas imágenes quedan impresas, de manera indeleble, en los más entrañables rincones de la memoria, cobijadas por una ternura y un amor inconmensurables. Yo recuerdo muchas. Y en la mayoría, el protagonismo lo ostenta, sin lugar a dudas, mi madre. Fotografías que están allí, incandescentes en la memoria –algunas de ellas ignoro si aún existen físicamente–. En una de ellas, por ejemplo, aparecemos los dos en la sala de la abuela paterna y yo, con siete años a cuestas, llevó en brazos a una de mis hermanas (Fanny, con apenas semanas de vida): uno de los dos más grandes regalos que me han dado mis padres; el otro, por supuesto, es mi otra hermana (Claudia). En otra fotografía que recuerdo, embargado de emociones, es en la que aparece mi madre sentada en una silla chiquita, enana, en realidad, junto a mi pequeña hermana Fanny –calculo con 5 añitos– en el patio del Nido, durante una celebración del día de la madre. En otra imagen, de idéntica carga emotiva para mí, aparece nuevamente mi madre, en una plaza del Centro de Lima que no distingo, tomando de la mano a mi otra hermana, Claudia, también calculo que con 5 añitos, mientras ésta, con la inocencia propia de la niñez, le da de comer a unas palomas que las han rodeado. Así, cada vez que cierro los ojos, abrumado por la vida moderna, acelerada y caótica, y quiero reponer fuerzas hurgando en la memoria aquellos momentos de dicha, ella siempre está allí. Siempre. Y hoy, que es su cumpleaños, quiero expresarle a través de las palabras escritas –que son las que domino más– lo mucho que la quiero. Y es en estos momentos que me gustaría, además de narrador, ser poeta, para trazar un poema de superlativa calidad que le haga justicia. Pero como no me es posible hurto unos versos del genial Oquendo de Amat:
MADRE
Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas
Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante
Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura
A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso
Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos
porque ante ti callan las rosas y la canción.
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