viernes, 2 de mayo de 2008
Entrevista a BORIS IZAGUIRRE
Habituado a los reflectores, Boris Izaguirre responde las inquietudes de la prensa cultural con la misma espontaneidad con la que suele aparecer en pantalla en plena gira promocional de Villa Diamante (Finalista del Premio Planeta 2007), una novela sobre la posibilidad que uno tiene de transformar su destino.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de GISELLA SAN MIGUEL
Antes de Villa Diamante ya habías publicado tres novelas. ¿Consideras que el ser finalista del Premio Planeta te legitima como escritor?
Como siempre dije, cuando recogí el premio yo entré a la ceremonia como Boris Izaguirre y salí como el “escritor” Boris Izaguirre. Yo estoy encantado cuando me preguntan: “Ay, cómo te presentamos”. Entonces yo digo: “Finalista del Premio Planeta 2007”. Me parece un título de presentación estupendo.
¿No es una manera de cerrarle la boca a tus detractores?
No creo que me haya sentado a escribir Villa Diamante con esa idea en la cabeza. No tenía la necesidad de cerrarle la boca a nadie. Jamás he respondido a ninguna crítica ni buena ni mala. Lo que sí creo es que el premio ha sido buenísimo para la novela, porque le ha dado un empuje increíble, algo que quizás le hubiera costado más a la novela conseguir. Pero en lo que sí estoy fascinado es en el hecho de que la novela haya alcanzado 200 mil ejemplares desde que salió a la calle en noviembre pasado.
¿No crees que el ser un personaje mediático ha ayudado a conseguir ese nivel de ventas?
Pienso que aparte de la curiosidad que podría generar el hecho de que yo fuese el finalista, también creo que la novela ha gustado a sus lectores, y esos lectores la han recomendado a otros lectores. Y ese es realmente el mejor premio.
Tú empezaste en Venezuela escribiendo guiones para telenovelas. ¿En qué medida esa experiencia te ayuda a la hora de encarar tus libros?
Pues en pensar que yo no escribo para mí sino para mis personajes, primero que nada. Y luego escribo para mi público, para mis lectores. Yo creo que tengo unos lectores que han ido un poco formándose conmigo con mis anteriores novelas. Y ahora que con Villa Diamante tengo muchísimos más lectores, pues tendré que escribir pensando en esos lectores. Yo no soy el tipo de autor que está intentando descifrarse a sí mismo, yo no tengo esa necesidad. La que sí tengo es la de contar una buena historia y que ésta tenga una mayor cantidad posible de cautivos.
Me llama la atención esa necesidad de una de las protagonistas de encontrar la inmortalidad a través de la edificación de una casa…
Es que ella piensa que su vida no ha sido más que accidentes. Y yo puedo pensar que quizás Latinoamérica sea igual, una sucesión de accidentes permanentes. Y quizás yo no hubiera tenido esa visión de Latinoamérica si no viviera en España hace dieciséis años.
La novela transcurre en Venezuela durante la dictadura de Pérez Jiménez. ¿Lo planteaste como un juego de espejos con el actual régimen de Chávez?
Bueno, yo no diría tanto un juego de espejos, pero sí pienso que si el lector quiere establecer sus paralelismos, los puede establecer tranquilamente. Y es que hay grandes paralelismos; por ejemplo, los dos convirtieron a Simón Bolívar en su razón de ser. Y qué cosa tan curiosa que Simón Bolívar sirva para una dictadura militar de los años 50 de derecha y sirva también para una república bolivariana del nuevo socialismo en el siglo XXI.
¿Cómo es tu relación afectiva con Venezuela?
Yo siempre he sido una persona muy vinculada a mi trabajo. Entonces dejé de vivir en Venezuela porque no tenía trabajo. Y me pareció que era la oportunidad perfecta para probar suerte en otro sitio. Y me fui a España. Y allí no sólo he encontrado trabajo, también una nacionalidad, un marido, una casa, fama, reconocimiento. Pero eso no significa que yo tenga un problema político con mi país, simplemente quizás yo no encajaba allí. Y uno de los dos tenía que tomar la decisión, y como el país parecía no querer tomarla, pues la tomé yo. Me voy, hago mi vida en otro sitio y ya está.
*Publicada en Correo hoy viernes 02/05/08.
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