martes, 27 de mayo de 2008
Entrevista a MIGUEL ILDEFONSO
Versos transidos de angustia y abatimiento son los que pueblan el libro Los desmoronamientos sinfónicos (Hipocampo editores, 2008), el último poemario de Miguel Ildefonso, en el que continúa su intrincada relación con Lima.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de FRANZ KRAJNIK
Lo urbano, desde una mirada desencantada, sigue presente en tu poesía.
Es que, como muchos, tengo un problema con el mundo, y el mundo que más conozco es Lima. Y “la capital” para mí se me hace invivible, excepto cuando camino con la poesía; sólo así puedo enfrentarme a la neblina, al humo, a la bulla, a los hedores, a los policías. Y sólo así puedo dar algo diferente a unas monedas a sus habitantes. Por eso mis libros son el resultado de mis exploraciones por este monstruo de mil cabezas y, claro, otras ciudades, como El Paso, no se quedan atrás. Además, lo urbano deviene de mi primer maestro, junto al César, Charles Baudelaire. Sueño con irme a la Sierra o a la Selva, vivir como un ermitaño, pero algo siempre me retiene en el cemento.
Me comentabas que tus libros podían leerse como una unidad.
Todos mis libros nacieron del intento de hacer una sola obra, de ahí que me haya interesado estudiar sobre todo a poetas que lo lograron: Adán, Pessoa, Luis Hernández; por citar a los que no concibieron sus poemarios solamente como textos a publicarse, sino como una obra marginal a las editoriales.
¿Por qué la apuesta por prescindir del verso e, incluso, de la puntuación?
Desde un inicio me ha gustado la musicalidad en la poesía, aun cuando no practique la métrica; la música es importante para mí, de ahí que no ensaye el excesivo coloquialismo. Entonces, se me hace a veces problemático esto de los puntos; además, lo hago como un reto para que el lector se exija algo y entienda la polisemia que siempre busco para el sentido final del texto, cosa que deviene, como dije, del Simbolismo, que recibí no sólo de Baudelaire sino de los otros franceses, y no porque sepa francés.
¿Se puede decir que este es el más arriesgado de tus poemarios, donde prescindes totalmente de las tramas para incidir de manera más radical en las imágenes?
Creo que sí. Y digo creo porque siempre todo poema, hasta el más cursi, significa un riesgo. En un poema me juego no sólo unas cuantas palabras, está mi vida allí, aunque suene recontra cursi o trillado decir esto. Pero te contaré algo: como todos mis libros publicados, hay textos de inicios del 90, pero este es el que más los tiene. Este libro, no como está ahora, pero sí muy cerca, hubiera salido publicado digamos en 1996; esta onda surrealista, como lo han visto algunos críticos, la practicaba en esos años iniciales con mayor soltura. De alguna manera he tenido el control en la salida de mis libros, y por eso, debido a que sé que este libro es “el más arriesgado”, es que lo edité recién.
Otro poemario tuyo está próximo a publicarse, ¿qué nos puedes adelantar de él?
Está por salir de la imprenta, ya tengo el primer ejemplar como prueba. El título Himnos es porque me gusta Novalis y Beethoven, y además porque suena potente, impone respeto, y no hace mucho estuve en Alemania. Aunque la realidad es lo contrario: contiene mis poemas más sencillos o, diría mejor, que es “el menos arriesgado”; aunque también prescindo de los puntos. Pero te confieso algo: la sencillez es lo más difícil de ejecutar en poesía, por eso sale recién; ha tomado su tiempo en dejarse hacer.
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