domingo, 18 de mayo de 2008

Entrevista a EDGARDO RIVERA MARTINEZ


En medio de una grisácea tarde miraflorina, la textura cálida de la voz de Edgardo Rivera Martínez sirve de entrañable cobijo a una amena charla sobre su obra, a propósito de la publicación de Cuentos del Ande y de la neblina (Punto de lectura, 2008), libro que recoge su cuentística completa, más dos relatos inéditos como bonus tracks.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de PÁVEL UGAZ

El título de esta reunión de sus cuentos completos alude a los lugares en los que se ambientan sus relatos…
Como anteriormente, en el año 1999 apareció una edición de Alfaguara con cuentos completos, no se podía repetir el título, más aún porque este volumen reúne cuentos incluidos en aquella edición más los publicados en Alfaguara en un libro que tiene como título Danzantes de la noche y de la muerte, más dos cuentos inéditos que son de este año. Entonces como el escenario predominante es el andino, pero está también presente Lima, se le puso de título Cuentos del Ande y la neblina.

Esa relación armónica que se da en su literatura entre lo andino y lo occidental, ¿tiene relación con su infancia en Jauja?
Naturalmente con mi infancia en Jauja, y por el hecho, que siempre he remarcado, que Jauja fue una ciudad que tenía una presencia foránea fuerte, por razón de su clima, entre mediados del siglo XIX y mediados del XX. Incluso venían de Europa para curarse de la tuberculosis. Por eso, un viajero francés, allá en 1875, dijo que en Jauja había una pequeña sociedad cosmopolita.

¿En qué momento es consciente de que esa relación entre lo andino y lo occidental se refleja en su obra?
En realidad es una toma de conciencia desde mis primeros relatos. En El unicornio de 1964, por ejemplo, aparece en un pueblo andino nada menos que un unicornio, que es un ser de la mitología europea. Pero, por qué no, si hay sirenas tocando el charango en la fachada de uno de los templos coloniales, creo que en Pomata. Por otro lado, pienso que en este mundo globalizado, y a mi modo de ver cada vez más injusto, es importante preservar la identidad propia, pero no negarse a la modernidad. Hay que abrirse también a ella. Lo cual es bastante difícil.

¿De dónde viene el lirismo de su prosa? ¿De la poesía?
Mi narrativa es fundamentalmente de carácter lírico. Incluso, dos o tres relatos míos son de alguna manera poemas narrativos en prosa, como "Amaru", "Angel de Ocongate" o "Leda en el desierto". Y también lo lírico tiene importancia en mis dos novelas, especialmente en País de Jauja que presenta un mundo feliz, como han remarcado algunos críticos, y que termina con una frase reveladora: “Brilla el Sol y el aire es límpido, clarísimo”.

No hace mucho se reeditó, nuevamente, País de jauja, quizás su más celebrada obra. ¿Cómo ve a aquella novela a la distancia?
Esa novela fue en gran parte por la añoranza de los días felices de mi infancia y sobre todo de mi adolescencia. Hay quienes desde el sicoanálisis piensan que en el arte se crea a partir de sentimientos de culpa. Yo pienso que para unos es verdad, pero para otros no. Y la prueba para mí ha sido País de Jauja que es la evocación de un mundo feliz. Y de alguna manera lo es mi segunda novela Libro del amor y de las profecías, que no obtuvo la misma difusión.

La música es importante en su narrativa, y la figura del danzante es recurrente en su obra. Pienso en "Angel de Ocongate", en "Danzantes de la noche y de la muerte" y en el reciente "El tucumano".
Claro, porque mi contacto con el mundo andino no sólo era a través del mundo de las leyendas y de los mitos, sino también de la música. E inevitablemente también con la danza. Y danzas propias de la zona central del Valle del Mantaro. Y danzas de origen andino y colonial, porque hay personajes que se remontan a la colonia, como por ejemplo el tucumano.

En una oportunidad le comentaba que me llamaba la atención que la mayoría de sus relatos tengan un final abierto. ¿Es deliberado? ¿A qué se debe?
Entiendo que es a la vez deliberado e inconsciente. Mi proximidad a la poesía y a lo lírico me hace inclinarme por los finales abiertos, en los que el lector elige, opta por una solución, pero en función de la cadencia y atmósfera del texto.

Usted ha abordado la novela y el cuento, ¿tiene predilección por alguno de estos dos géneros?
Parecería que por el cuento, pero en realidad por ambos géneros literarios. Actualmente estoy terminando una novela sobre la cual prefiero no hablar, salvo mencionar que se titula Diario de Santa María, ambientada también en la Sierra, pero también con esa apertura a la cual ya me he referido: que es reflejo de mi propia vida.

*Publicado el domingo 18/05/08 en Correo.

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