lunes, 5 de mayo de 2008
Entrevista a FERNANDO AMPUERO
Inspirado en su cuento “Taxi Driver sin Robert de Niro”, relato perteneciente a su libro Malos Modales (1994), Fernando Ampuero entrega Hasta que me orinen los perros (Planeta,2008), una novela que da cuenta de la ferocidad de la calle a través de la vida de un taxista atrapado por la desesperación de sobrevivir.
Entrevistan MANUEL ERÁUSQUIN y CARLOS M. SOTOMAYOR
Fotografía de GISELLA SAN MIGUEL
Las calles tienen sus propios códigos y construyen su propia moral desde la falta de posibilidades en el mundo oficial.
La calle posee sus propios personajes y tiene sus propias leyes. Esta novela, Hasta que me orinen los perros, que lleva un nombre proveniente de un universo callejero y de una frase de borrachos, muestra una historia descarnada, una historia brutal. Y en esas calles impiadosas surge un individuo de vida aparentemente normal, un tipo que era un contador y que toda su vida se había sacrificado y trabajado de manera eficiente, solvente profesionalmente. Pero eso no importó, pues llega esa palabra fatal propia de esta modernidad a su existencia: hay que hacer reingeniería, hay que ahorrar, hay que prescindir de personal. Sus logros no interesaron; sencillamente lo despiden. Algo que también hemos visto nosotros a lo largo de nuestras vidas.
Este episodio determina su destino, un destino sostenido en la desesperación.
Mira, y así como en mi novela Caramelo Verde la alternativa era ser cambista de dólares, actividad prolífica a fines del primer gobierno de García. Ahora, a inicios del segundo gobierno de García para alguna gente que se encuentra en el desempleo la alternativa es incursionar de taxista y el personaje recurre a este oficio sin saber lo que le va a deparar esta actividad.
No sabe que va a cruzar una línea donde no hay retorno.
Cruza la línea porque le han robado el auto, que es todo su capital, todo su esfuerzo en la vida y se queda sin nada. De la noche a la mañana. Pero él escucha que hay un negocio que realizan sus propios colegas taxistas, a los que les va bien. Estos hombres agarran a pasajeros que se encuentran borrachos y esperan a que se queden dormidos y los venden en huecos donde valen por sus pertenencias y sus tarjetas de crédito. Ellos no se comprometen, no quieren ensuciarse las manos: ellos son taxistas. Sólo roban alguna cosa y reciben su dinero por estos clientes. Por eso, estos sujetos no sienten que son delincuentes. Sin embargo, esta tranquilidad se resquebraja y surgen complicaciones que determinan cambios impensables en sus vidas.
Tanto en tus novelas Caramelo Verde, Puta Linda y Hasta que me orinen los perros, existe un interés por personajes de la marginalidad.
Sí, son tres novelas que de alguna manera recogen personajes callejeros, personajes pertenecientes a un universo marginal. Ahora, de alguna manera, en mis novelas exploro más los personajes oscuros y marginales de la ciudad. En mis cuentos existen personajes oscuros y marginales en una buena proporción, pero la mayoría de ellos provienen de una clase media y clase alta. Y en este momento, estoy tratando de entender por qué es que he planteado mi literatura últimamente por estos caminos. Es más, cuando terminé Hasta que me orinen los perros, me di cuenta de que el factor dominante en estas novelas eran las dificultades que tienen los peruanos para sobrevivir.
Circunstancias que pueden ser extremas, como las que padece el personaje de Hasta que me orinen los perros.
Cuando estás en una situación donde no hay qué comer y te encuentras lleno de deudas: tienes que buscar una forma o manera de salir de ese agujero negro. Eso, por un lado. Por otro lado, la novela expresa la ola de violencia que azota a la ciudad. Un caso claro es el tema de las pandillas del Callao: muchachos de veinte años, todos con armas de fuego y todos matándose entre sí. Y en los últimos cuatro meses han muerto cuarenta chicos, eso es una cifra enorme: una cifra espeluznante.
Al haber trabajado durante varios años de noche, por tu labor de subdirector en Caretas, has visto con tus propios ojos los secretos que albergan las calles en la madrugada.
Una vez, acompañado de otro escritor amigo mío: Oscar Málaga, salíamos de Caretas e íbamos por Belén en mi carro a las cuatro de la mañana, ciudad totalmente desierta y veo en medio de la pista a un sujeto que me apuntaba con una arma. Y Málaga me hablaba justo en ese momento, en el cual yo sólo atiné a seguir de frente. El tipo se salió del camino pero escuché un disparo, que de seguro fue al aire. Esos son algunos personajes de la noche urbana.
MAS DATOS
Hasta que me orinen los perros tiene el interés de la directora Enrica Pérez de llevarla al cine. Ella ya se había inspirado en un relato de Ampuero para su corto Taxista (basado en el cuento “Taxi Driver sin Robert De Niro”).
*Publicada en Correo el domingo 04/05/08.
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