domingo, 26 de agosto de 2007
Entrevista a CÉSAR DE MARÍA
Considerado como uno de los dramaturgos más importantes de nuestra escena, César de María articula en sus dramas lo individual y lo colectivo. Acaba de aparecer Salidas de emergencia (Solar, 2007), libro que reúne sus dos más recientes piezas: El último barco y Superppoper.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
¿Cuál es el punto de partida en tus obras?
A mí me gusta imaginarme siempre elencos ideales. Decía, por ejemplo, “esta obra es para Brequeros”. Y, claro, me demoraba seis años y ya no existía el grupo Brequeros. Pero me quedaba la obra. La historia del cobarde japonés la hice pensando en los hermanos Velásquez, pues es una obra de gemelos y estos hermanos se parecen mucho. Pero acabó siendo una obra para Roberto Angeles y otro grupo. Siempre he trabajado para el escenario, siempre pensando en qué pasa en escena. No estoy en contra de ningún tipo de teatro, pero no tiendo a pensar en el teatro como un producto literario. Sí creo que lo es, pero primero debe funcionar en escena.
El fin máximo de una pieza dramática es ponerse en escena…
Claro, si sólo funciona escrito es una forma de literatura muy linda, pero si funciona en escena y en escritura además, es teatro.
Cuando tú empiezas en el teatro estaba en boga lo grupal…
Yo he pasado por todas las etapas. Primero los grupos, con creación colectiva, luego el auge de los autores que llega hace diez años en el mundo entero. Porque se cae también el sustento de lo colectivo, la noción de que todos juntos somos mejores se pierde cuando cae el Muro de Berlín. Yo siempre digo: pasó de moda el socialismo, pero no pasó de moda el hambre y la miseria que generaban el socialismo. Igual siento con los grupos. Pasó de moda el espíritu grupal, pero no pasó de moda el ser mejores cuando nos juntamos. Esto es un valor humano, pero parece que no se practica. Y bueno, también las formas de producción han cambiado. Ahora los grupos tienden a hacer casting, a ser más profesionales, a invertir, tienen productoras. Eso hace veinte años era “catonesco”.
¿Tú como autor qué tipo de relación estableces con el director?
Una muy buena en general. Yo soy súperpermisivo, me encanta ver qué pasa. Entonces he visto lo mejor de cada director. Como normalmente cuando aceptan tu texto es porque les ha gustado tratan, pues, de competir con el texto, de poner una puesta a la altura de ese texto que les gusta. Y han funcionado todos, no me quejo de ninguno.
Lamentablemente se publica muy poco teatro…
No es muy común porque, primero, la gente no acostumbra leer obras de teatro, segundo, y esto se desprende de lo primero, la gente no compra libros de teatro. Entonces lo que hay que hacer es, por un lado, crear un libro vistoso, vendedor, simpático, y, por otro lado, abaratar los costos al máximo y hacer algo asequible para todo el mundo. Creo que hay muchos autores muy buenos que no han editado lo suficiente: Jaime Nieto, Eduardo Adrianzén, el mismo Rafael Dumett. Y si esto es ya costoso y difícil para la gente con cierta experiencia o “consagrada”, imagínate lo que le debe costar a un joven talentoso para que sus obras sean conocidas.
Las dos obras que aparecen en Salida de emergencia tienen puntos de encuentro…
Me interesaba la idea de la orfandad en sí. Y esa idea está en las dos obras (El último barco y Superpopper). Son huérfanos, son niños que se han quedado sin camino. Y que tienen que inventarse uno. Y te puedes inventar un camino muy malo, como los chicos de Superpopper que se desgracian; o te puedes inventar un camino de gloria que es el que se inventa el niño Andrés Barco, que quiere ser un héroe y se hace responsable de su futuro.
Tus obras conjugan lo individual con lo colectivo.
Sí, siempre me ha gustado eso. Me cuesta mucho acercarme, entender, o interiorizar estos dramas íntimos en los cuales dos personas discuten “por qué me dejaste y a dónde te fuiste” sin mirar con cierto toque brechtiano el entorno social. Soy de esas personas, y lo aprendí de Sara Joffré que cuando ve que una pareja se separa empieza a pensar no sólo en cuánto se amaba sino en si él ganaba suficiente o si ella ganaba más. Es decir, el factor económico, social.
Las principales salas de teatro suelen llenarse. Eso podría suponer un buen momento del teatro. ¿Lo ves así o crees que es un espejismo?
Creo que aunque es un síntoma de éxito económico, creo que el éxito de difusión del teatro todavía está por verse. Siento que ahora más gente de la clase A, B y un poco más de gente de la clase C está yendo a consumir teatro. Pero la inmensa mayoría está en el C y el D y no están comprando teatro.
*Fotografía de PAVEL UGAZ.
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