domingo, 26 de agosto de 2007
TREN DE ATERRIZAJE
LUCES INSÓLITAS
Escribe JOSÉ GÜICH
La historia de los estudios filológicos y de las traducciones de textos greco-latinos es secreta en el Perú. A eso debe sumarse la inutilidad de los programas escolares que administran la enseñanza de la literatura. Los resultados saltan a la vista: ignorancia de un grueso número de egresados de secundaria en materia de humanidades clásicas.
Así, autores que debieran ser actuales y cercanos, por el universalismo de su mensaje, son vistos solo como piezas de museo o fósiles que poco o nada dicen a los contemporáneos. Se obvia, por otra parte, el valor pedagógico de estos libros para formar ciudadanos cultos y responsables.
Por eso, es un alivio que la Universidad Católica Sedes Sapientiae, a través de su Fondo Editorial, se haya atrevido a publicar la primera traducción peruana de La Eneida, de Virgilio, máximo exponente de la poesía latina, y además, en formato de lujo (pero a precio razonable).
El artífice de tamaña maniobra contra la ceguera es el traductor Julio Picasso Muñoz, humanista iqueño que ha dedicado toda una vida a la difusión de este patrimonio a través de artículos especializados, la cátedra universitaria y, por supuesto, las traducciones de escritores como Petronio, Cicerón, Boecio y el propio Virgilio (Bucólicas y Geórgicas).
Gracias a su esfuerzo, hoy contamos con una cuidadosa versión anotada de la historia del héroe troyano Eneas –que ya aparece en la Iliada– y su viaje desde las cenizas de la ciudad (arrasada por los aqueos) hasta un nuevo hogar, situado en el Lacio (región de la península itálica), donde se asentará para colocar los cimientos de la futura Roma. El poema fue escrito con el patrocinio de Octavio Augusto, el primer emperador, quien luego de las cruentas guerras civiles buscaba asegurar una paz duradera. De este consorcio entre la política y el arte nació un texto que justificaba, en clave alegórica, la hegemonía romana en ese mundo.
Ahora, la voz de Virgilio retorna, después de dos milenios, no sólo para deleitarnos con la belleza de sus versos, sino para interpelar a los modernos acerca del destino y la búsqueda de un lugar en el universo, cuestiones que no pertenecen exclusivamente a un pueblo o a una época. En nuestro pragmático tiempo, resulta casi irreal el hecho de que obras como La Eneida sean publicadas en el Perú por todo lo alto. Es una buena señal, en efecto; ahora, invoquemos a los dioses, con el propósito de que inspiren a quienes toman las decisiones de gestión educativa desde el poder. Porque una buena dosis virgiliana no les haría daño; al contrario, quizá hasta algunas conexiones neuronales se despercudan. Eso sería milagroso.
Título: Virgilio. La Eneida
Edición y traducción: Julio Picasso Muñoz
Editorial: Fondo Editorial UCSS (467pp)
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