La aparición de
Kill Gil se ha dilatado tanto que uno no sabe qué pensar. ¿El ocaso definitivo del genio? ¿la espera necesaria para un disco sorprendente, como hacía mucho no sacaba? Siendo realistas, las mayores probabilidades apuntarían a la primera hipótesis. Sin embargo, el gran Charly nos ha entregado muchos discos valiosos, tantos que saldan cualquier deuda futura. Desde los memorables discos de
Sui géneris (
Vida,
Confesiones de invierno e
Instituciones), los de
La máquina de hacer pájaros (dos joyas para coleccionistas: en el primero viene ese gran tema "Cómo mata el viento norte"), los celebrados de
Serú giran (mi predilecto:
La grasa de las capitales), hasta aquella retahíla de discos de su faceta solista (mis favoritos:
Yendo de la cama al living,
Filosofía barata y zapatos de goma,
Parte de la religión,
La hija de la lágrima, por citar algunos). No puedo dejar de mencionar el dico
Porsuigieco, grabado con Nito, León Gieco, Raúl Porchetto y Rosa María Yorio (la medre de su hijo Migue). Gracias por tanta música, maestro.