Su programa de TV Vano Oficio va rumbo a su quinta temporada. Autor de un conjunto de cuentos y tres novelas, y diligente comentarista de libros en una conocida revista del medio, Iván Thays resulta una voz autorizada para delinear nuestro escenario literario.
M. Eráusquin / C. Sotomayor
CS: ¿Cómo ves a esta nueva camada de autores jóvenes que han aparecido, como Luis Hernán Castañeda, Johann Page y Carlos Gallardo, cuyo registro narrativo es totalmente opuesto al de los jóvenes de inicios de los noventa?Iván Thays: Yo creo que de alguna manera ellos han retomado lo que tanto Mario Bellatin, Ricardo Sumalavia y yo pretendíamos a inicios de los noventa, una literatura basada en el lenguaje, en las atmósferas, más que en los temas costumbristas o realistas. Es cierto que esa propuesta nuestra no fue seguida por los que vinieron después, pues aquellos que Reynoso llamaba “novísimos” empezaron a hablar sobre drogas, sexo, violencia. Sin embargo, estos autores que mencionas han retomado esa idea. Aparte del talento que tienen me impresiona su precocidad. Comparto con Agreda la idea de que son libros de adolescentes, pero más que sobre adolescentes, escriben como adolescentes. A nivel temático son algo inmaduros, pero eso no quita en nada la calidad de su prosa. Por ejemplo, La casa de cartón es una novela de adolescentes escrita por un adolescente.
ME: Por que crees que después de Vargas Llosa o Bryce no ha surgido un escritor de esa envergadura?
IT: España, en la época en que habló muy bien de Vargas llosa estaba dispuesta a hablar muy bien de autores latinoamericanos. Ahora están dispuestos a publicar pero no a hablar muy bien. Hay un enorme menosprecio por la literatura latinoamericana. Por eso es muy difícil que un escritor como Fuguet, Volpi, Fresán o Bellatín consigan en España el consenso de que son autores de primer nivel. Por rebote el consenso peruano siempre se debe al consenso internacional. Yo no sé si Bryce o Vargas Llosa hubiesen tenido el consenso peruano si no hubieran tenido el consenso internacional.
ME: En el mercado latinoamericano siempre escuchamos los mismos nombres: Fuguet, Andahazi, y nosotros como que nos quedamos un poco rezagados. ¿Qué cosa nos falta para tener esa presencia?
IT: Una cosa hay que tener presente. Se crean autores por la necesidad del mercado. En países como Chile o Argentina es más fácil crear autores porque hay un mercado para esos autores. El simple hecho de que Planeta esté en Chile o Argentina hace que ellos necesiten autores locales. En ese sentido la piratería es dañina. Publicar a un autor peruano en Planeta, no les va a servir de nada. Qué hacen ellos vendiendo a un escritor como Santiago Roncagliolo o Benavides cuando el mercado local, que debía ser su fuerte, es tan pequeño, y el mercado español siempre los va a mezquinar. Porque no creas que Fuguet o Andahazi venden mucho en España, venden más en sus países. Yo creo que el problema pasa por el mercado. El mercado exige insumos nacionales cuando existe una demanda nacional.
ME: ¿La gente lee en el Perú?IT: Es un grupo minúsculo pero muy disperso. Está en el sector A, B, C, D, en Lima, en provincias. Por ejemplo, a diferencia de los diarios o los suplementos culturales que se dirigen a un sector determinado, el programa de televisión va a todos lados. Yo no sé si leerán, porque incluso en provincias hay muchos problemas para conseguir el libro, ni siquiera te digo para comprarlo sino para que llegue.
ME: ¿Tú eres escritor y crítico, juez y parte, en algún momento te habrás sentido muy incómodo?
IT: Yo he dividido muy bien mis facetas, digamos. En un principio, en Vano oficio ejercía una crítica lapidaria y eso me molestaba. Entonces decidí que el programa debía ser de difusión sin que yo opinara. Yo tengo mi otra parte, mi otra parcela, de comentarista de libros en Caretas donde sí me atrevo a decir lo que pienso. Lo que sucede es que a veces invito al programa a un autor con el que conversamos muy bien, pero luego sale la crítica y ésta es lapidaria.
ME: ¿Una especie de Mr. Hyde y Dr Jekyll?
IT: Porque el programa es difusión, es para saber que el libro existe, para que el autor dé su opinión, hable. En Caretas son mis comentarios como lector. Yo, cuando conversé con Jaime Bedoya, quedé muy claro, y creo que fue lo que a él le gustó, en que iba a comentar como un escritor que lee libros. Yo no soy un crítico literario. Y me atrevo a hacerlo porque mi nombre está más ligado a la escritura que a la crítica. Un escritor que lee libros y comenta. Y los comentarios deben entenderse así.
CS: Además de los autores que mencionamos en un inicio ¿percibes otra voz interesante?
IT: No. Lo que le ha hecho mucho daño a la literatura peruana esa división que han hecho muchos autores entre la temática y la prosa. Entonces cuando uno tiene una prosa elaborada y trabajada, su temática se vuelve muy oscura. Y el otro que quiere hablar cosas reales y cree que eso la da carta blanca para no fijarse en la prosa. Yo sí siento que la literatura peruana ha tenido un bajón respecto a la latinoamericana. Yo leo, por ejemplo, a autores latinoamericanos jóvenes y veo que hay trabajo. Y eso no ocurre en el Perú.
ME: Da la impresión de que ya no escriben cosas que al lector lo muevan, que lo puedan desgarrar.
IT: Ahora la literatura se ha dividido en dos. El que escribe una obra que lo puedan desgarrar, escribe con un lenguaje muy simple. Y el que escribe con un lenguaje muy culto, muy inteligente, muy elaborado, escribe cosas muy herméticas, que no pueden desgarrar al lector. Yo creo que la exigencia de cualquier escritor es el lenguaje, y ya después puede ver el tema.
ME: ¿Por qué crees que Jaime Bayly no es un buen escritor?IT: Quizás por que pertenece al tipo de escritores para los cuales el lenguaje tiene un valor instrumental, digamos, que no llega a ser el protagonista de sus obras. Ese es el primer problema de Bayly, nunca se preocupa ni por la estructura, ni por lenguajes, ni por personajes, ni por hacer verosímiles sus historias. Lo que quiere es contar, y eso en literatura es inaceptable.
ME: ¿Stephen King?IT: Yo creo que Stephen King es como Spielberg, alguien que sabe hacer muy bien su producto. Alguien que hace best sellers de una enorme factura, tanto que cualquiera, incluso un escritor, podría encontrar allí cosas interesantes. A nivel de Best seller es uno de los que mejor consigue hacer un producto bueno. Sin embargo, nunca voy a poder comparar un libro de King con un cuento de cheever. Se manejan en dos universos distintos, y lo saben los dos.
CS: Belletín resalta de su generación el hecho de que cada uno ha marcado su propio camino. ¿Opinas lo mismo?IT: Claro, yo creo que eso fue lo mejor que ocurrió con nosotros. Ya no había la idea de hacer lo mismo, sino que cada uno hiciera las cosas por su cuenta, trabajar estéticas privadas, estilos propios. Eso me parece muy propio. Y yo creo que eso ocurre con los autores más jóvenes. Los libros de Gallardo y Castañeda se parecen, pero si uno los lee atentamente notará que son más las diferencias que las similitudes. Y eso me parece muy bien, así debería ser siempre.
ME: ¿Y las supuestas argollas en los medios? ¿Es verdad?IT: Yo creo que eso se ha sobrevalorado. Eso es un poco la angustia de determinadas personas de sentir que no pueden acceder a tal sitio o tal otro. Entonces dicen, ah, la argolla. Es más fácil pensar eso a pensar “no escribí bien”. Es cierto que en la literatura existen muchos amigos. Yo me considero un buen amigo de Alonso Cueto. Incluso tenemos un proyecto en común, el crear una escuela de escritura. A mi me encanta su obra y a él le gusta mi obra. Pero nunca haría yo algo para conseguir algo de él.
ME: ¿Harías una crítica de algún libro suyo?
IT: Yo he preferido no hacer críticas de amigos, aún sea bueno o malo el libro. Prefiero no meterme con libros de amigos míos pues pienso que a ellos les interesa que yo les opine personalmente. Por ejemplo, el último libro de Mario Bellatín, Lecciones para una liebre muerta me parece extraordinario. Lo mejor que ha escrito Mario. Pero él sabe que yo no lo voy a decir en una reseña.
CS: Bellatín ha logrado una obra muy particularIT: Mario es una persona que se arriesga siempre. Mario podría haber sido muy feliz y tener una enorme fama si hubiese seguido escribiendo Salón de belleza por montones. Quizás, si hay algo que le falta a la literatura peruana es el riesgo. Creo que son dos problemas: la falta de riesgo y la enorme seriedad, se toman muy en serio. Yo creo que un escritor debe tener la posibilidad de pensar que no todo es tan importante, que todo puede ser una broma.
CS: ¿A qué atribuyes esto?
IT: El modelo del escritor peruano es Sábato, y para mí es un modelo completamente descartable. Es una especie de San Juan Bautista, que siempre está dando consejos morales. Descartable como modelo, como autor puede tener cosas valiosas.
CS: La última vez que hablamos me contaste de dos novelas ¿cómo van?
IT: Tengo muchas posibilidades de publicar, como no las había tenido: tengo ofertas, un agente literario. Pero el nacimiento de mi hijo, y todo lo que implica ese acontecimiento, hace que yo no me descubra en los libros que he escrito antes, salvo Escena de caza. Eso ha hecho que yo reformule los libros que he estado escribiendo. Yo tenía, como tú sabes, dos proyectos. Uno de esos ya lo cancelé: era la continuación de El viaje interior. Y el otro proyecto es el trabajo sobre un escritor, una especie de biografía novelada de un escritor. Aunque no lo he cancelado, no tengo interés en publicarlo. Ahora he escrito un libro que va en la onda de un cuento llamado “Limber” que publiqué en El país.
CS: ¿Cuándo saldría el libro?IT: Está terminado, pero aún lo quiero mantener conmigo porque ha sido un libro escrito durante mucho tiempo y con mucho dolor. Fueron dos años de sufrimiento continuo, porque yo me separé de mi mujer, tuve un hijo. A la gente que lo ha leído le ha gustado mucho, pero yo aún tengo mis reparos por publicar un libro que tenga que ver con un momento en mi vida tan dramático. Preferiría guardarlo un poco y ver si realmente he logrado trasmitir cosas o simplemente he botado cosas.
(Versión casi completa de la reducida que, por motivos de espacio, aparece en el diario Correo (domingo 24 de abril de 2005)